9

Sientes que algo diferente ha comenzado, ¿no? —preguntó maestre Ira.

—¿Tú no? —preguntó a su vez maestre Orgullo.

Ambos maestres enanos se hallaban en lo alto de una de las montañas, de frente a una de las aldeas. No importaba cuál. Independientemente de cuál se tratara, el horizonte a donde miraban era el mismo.

—En parte. Pero no todo.

—¿Por qué?

—Soy ciego para determinadas sensibilidades —respondió maestre Irritado.

—Eso te sacas por querer ser de una sola forma.

—Como si tú fueras distinto.

Maestre Orgullo sonrió. Y dijo:

—Pero él vendrá detrás de ti. Lo sabes, ¿no?

—Lo sé.

—¿Y tienes miedo?

—¿En la situación actual?

Maestre Orgullo sólo asintió. Maestre Ira concluyó:

—No.

—¿Y en la siguiente?

—Si él llegara hasta allá.

—¿Y si no llegara? —preguntó maestre Orgullo, serio.

—Entonces aceptaré mi destino.

—¿Y si él volviera a ti?

—Habré cumplido la misión para la cual fuimos creados. Todos nosotros la habremos cumplido.

—¿Y tomarás esta sencilla decisión basada en tu forma única?

—No. La tomaré con orgullo —respondió maestre Ira.

Maestre enano Orgullo rio con fuerza y con extremo placer.

—¿Y qué de la guerra que se aproxima? —preguntó Ira—. ¿Crees que debemos tomar partido?

—Tendremos que tomar partido —respondió Orgullo—. Pero sólo cuando llegue la hora.

Una hora que no tardaría en llegar.