30

Snail Galford preparó a su grupo para ir al Cementerio de los Barcos. Liriel Gabbiani se le acercó y preguntó:

—¿Crees que Scarlet nos entregue el Rogers?

—Sí.

Liriel silbó, sorprendida.

—¿Sabes? Debo admitir que, de vez en cuando, me sorprendes. Mucho.

A Snail le gustó escuchar aquello, pero tras recordar el escenario actual, lo detestó.

—¿De veras?

—Sí. En otra situación, hasta admitiría una cierta admiración por la forma en que conduces las cosas.

Snail rio.

—En otra situación.

—Sí, en alguna historia en la que fuéramos la parte noble.

—Somos lo que debemos ser, Gabbiani. Nosotros no hicimos el mundo. Sólo vivimos en él.

—Pero decidimos hasta dónde nos rebajamos.

Snail odiaba ese tipo de discusión.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero que me mires a los ojos y me digas que puedo confiar en ti.

—¿En relación con qué?

—¡No sé! A lo que enfrentemos. Hasta hoy sólo había confiado en mi padre. Después de él tú eres la primera persona en el mundo a quien le entregué mi confianza. Quiero que me mires a los ojos ahora y me digas que puedo confiar en ti.

Snail sintió una punzada en el pecho. Sin embargo, ese tipo de sentimiento nunca lo había hecho desistir de continuar nada en la vida.

—Sí puedes —dijo, y su mirada seria parecía sincera.

Liriel sonrió. Y se relajó.

—Entonces cuenta conmigo, Snail Galford.

Ella salió y él sintió que la punzada en el pecho comenzaba a arder, crepitando como brasas en una hoguera. Al percibir al mercenario en una postura un poco tensa, con su experiencia de décadas, el viejo Jim Hawkins se aproximó despacio y preguntó:

—Scarlet no te dará el Jolly Rogers de a gratis, ¿no? —quiso saber el viejo pirata.

—No, no me lo dará.

—¿Y estás preparado para darle lo que te pidió a cambio?

Snail Galford miró al fondo a Liriel Gabbiani, que daba instrucciones a una parte de sus muchachos.

—No, no lo estoy —dijo, con la voz temblorosa.

Jim Hawkins levantó las cejas y lo miró de arriba abajo.

—¿Y aún así se lo darás?

Snail Galford suspiró con fuerza, sin despegar la mirada de la chica.

—Lo decidiré cuando lleguemos allá.

«Pero decidimos hasta dónde nos rebajamos».

—Allá lo decidiré.