28

María Hanson sintió un dolor en el pecho y dejó caer, en un movimiento brusco e involuntario, una costosa copa de vino antiguo. Al otro lado de la mesa su acompañante, impecablemente vestido, se levantó con rapidez para ayudarla:

—¡Señorita Hanson! ¿Está bien? —preguntó Giacomo Casanova, asustado, tomándola por el brazo.

María estaba blanca, más de lo que ya era, como si hubiera sufrido un infarto. Se sentó aún con una mano en el pecho, atrayendo las miradas del exclusivo restaurante Buen Ogro.

—¡No! No, disculpe. No sé qué me pasó. Sentí una punzada en el pecho.

—¿Como un ataque al corazón?

—No, como una angustia. Como si presintiera algo. Como si sintiera que algo malo ocurriera.