21

Aquel era el árbol. El mismo de siempre. Donde João Hanson se le había declarado en forma oficial. El mismo donde había grabado su nombre. Y el de ella.

Aquel que ella le había dado al espíritu niño para habitar.

—Estamos aquí de nuevo, ¿eh, Mudito?

El espíritu niño seguía sin pronunciar palabra. Sin embargo, de aquel modo Ariane lo comprendía de manera mucho más contundente que antes, en la forma «despierta». Ella estaba otra vez frente a los dos nombres grabados con la lámina de una navaja desafilada y percibía que el niño espectro quería que ella tocara el nombre de él. Otra vez.

—¿Quieres que toque de nuevo su nombre?

El niño fantasma asintió.

—¿Y sentiré de nuevo lo mismo que él?

Esta vez el niño no asintió. Ni negó. Continuó mirando a Ariane, que entonces respondió:

—No. No puedo, Mudito —un suspiro—. En verdad no quiero. No hoy. No sé si quiero saber qué está sintiendo… al menos hoy, ¿entendiste?

El muchacho asintió esta vez. Bajó la cabeza, como decepcionado.

—Oye, no te pongas así, ¿de acuerdo? Te agradezco porque aún te preocupes por mí y todo lo demás. Es que la vida que vivo es muy complicada, ¿sabes? Pero todo estará bien.

El muchacho la miró. Había tristeza en su expresión. Ariane se dio cuenta.

—¿Por qué estás tan triste? ¿Pasó algo?

Ella entendió que intentaba expresar que todavía no.

—¿Pero ocurrirá algo?

El niño espectro estiró una de las manos para que Ariane entrelazara sus dedos con los de él. La chica tuvo miedo por un segundo. No porque sintiera temor de él ni de tocarlo. Temía lo que él le mostraría.

—En verdad quieres que vea algo hoy, ¿no?

Los dedos de él continuaron estirados, ofreciéndose a los de ella. Ariane respiró hondo (o pensó que respiró hondo de aquel modo etéreo en que estaba), estiró una de las manos y entrelazó sus dedos con los de él.

El niño espectro tocó el árbol, entre los nombres, abarcando por igual partes del nombre de João y el de Ariane.

Ariane vio una especie de relámpago y otra vez sintió como si fuera a vomitar las entrañas. Entonces, incapaz de controlar las imágenes, ella vio.

El cuerpo físico dormido de la chica en casa comenzó a derramar lágrimas.