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–¿Quién es este viejo lelo, Galford? —preguntó Liriel Gabbiani, a su manera burlona, a Snail, observando al viejo liberado, roncando como un puerco en un refugio improvisado en el sótano de un viejo caserón abandonado.
—Él es Jim Hawkins. El hombre que descubrió el primer gran tesoro del mundo; el hombre que inventó la visión romántica de la piratería y el hombre que es, sin duda alguna, el mejor pirata que Nueva Éter haya conocido.
—¿Y Garfio?
—Garfio era el peor entre los mejores piratas.
—De cualquier forma, pensaba haber oído decir que el título del mejor pirata del mundo era de Andreanne.
—No por casualidad escuchaste eso en Arzallum.
Liriel rio. De hecho, Arzallum había dado el nombre de la pirata arzallina a su capital. Snail corrigió:
—¡Relaja ese escepticismo, Gabbiani! Mañana, cuando él esté mejor, entenderás lo que digo. Mañana será el primer día del inicio de la vida que siempre soñé.