El idealista de 1520
Todo estudio de influencias plantea un grave problema. El ser humano, el individuo cuyas acciones y reacciones se trata de explicar, ¿hasta qué punto se ha dejado morder en sus partes vivas por el juego de fuerzas macizas que el historiador alza a su alrededor?
Hay hombres que sufren las improntas tan dócil y completamente que se anonadan o por lo menos se funden, se disuelven en los demás. Otros permanecen cerrados, impenetrables, inaccesibles; todo parece resbalarles, nada les hace mella. Lutero, en su complejidad viva, se presta a muchos, no se da a ninguno, toma de todos y vuelve a encontrarse consigo mismo en su conciencia enriquecida.