David Berkowitz,

el Hijo de Sam, o el Asesino del Calibre 44 (Estados Unidos)

David Berkowitz nació el 1 de junio de 1953, en Brooklyn, Nueva York, con el nombre de Richard David Falco, ya que su madre, Betty Broder, estaba legalmente casada con Anthony Falco, aunque no vivían juntos. Pero él fue el fruto de los amoríos de su madre con Joseph Kleinman, un hombre casado. Poco después de su nacimiento, su madre lo abandonó, y Nat y Pearl Berkowitz lo adoptaron.

Su madre adoptiva murió en 1967, cuando él tenía trece años, y su padre adoptivo se casó nuevamente. David no se llevaba bien con su nueva madre y comenzó a sufrir arrebatos de ira, así como un desmedido afán por la piromanía y los pequeños hurtos. Desde siempre, sintió odio por las mujeres en general, con las que no tenía mucho éxito.

En 1971 ingresó en el Ejército, en el que sirvió hasta 1974. De regreso, localizó a su verdadera madre, Betty Falco. Ella le contó toda su historia, lo que le perturbó más de lo que ya lo estaba.

Buscó empleos en diferentes sectores de la Administración, y al ser detenido trabajaba en correos. Sus compañeros no podían imaginar «su otra actividad».

Según su propia declaración, su primer crimen serio sucedió la noche de Navidad de 1975, en la que atacó a dos mujeres con un cuchillo. Una de sus víctimas, Michelle Forman, sufrió serias heridas y tuvieron que hospitalizarla. No lograron detenerlo por este delito, y poco después se mudó a un apartamento en Yonkers.

Por esas fechas compró un revólver Bulldog calibre 44, con el que inició sus crímenes en el área de Nueva York, entre 1976 y 1977, periodo en el que mató a seis personas e hirió a siete más. Su método difiere mucho del de otros asesinos seriales, ya que él jamás estuvo cerca de sus víctimas, pues disparaba su revólver calibre 44 a quien se cruzaba en su camino, sin que le importase su edad, su sexo o su raza, pero prefería las parejas, a las que odiaba, al no verse reflejado en el componente masculino.

A la una de la madrugada del día 29 de julio de 1976, en el Bronx, Nueva York, Donna Lauria, de 18 años, y su amiga Jody Valenti, de 19, estaban ante la casa de la primera, charlando. Jody, antes de irse a su casa, acompañó a Donna a pasear a su perro, y vieron un auto amarillo en cuyo interior dormía un hombre. Regresaron a su vehículo y siguieron charlando un poco más. Cuando Donna se disponía a salir del auto y Jody a irse a su casa, el hombre se detuvo ante la ventanilla, y, sin palabras, disparó tres tiros. Donna recibió una bala en el pecho, que la mató al instante. Jody recibió una bala en el muslo, y la tercera no alcanzó a ninguna de ellas. El hombre se alejó caminando.

Jody describió al hombre como de 1,75 de altura y 73 kilos, de cabello corto y negro. Algunos vecinos confirmaron que la descripción correspondía al hombre que conducía el auto amarillo. La Policía determinó que el arma era una Bulldog 44, porque dejó distintivas marcas en la bala.

El 23 de octubre de 1976, Cari Denaro, de 25 años, y Rosemary Keenan, de 38, salieron de una fiesta, después de medianoche, y se dirigieron a casa de él. La mujer conducía su auto Volkswagen Beetle, y Cari iba de copiloto. Estacionaron frente a la casa de Rosemary, en el área residencial de Flushing, Queens (Nueva York), a la 1.30 de la madrugada. Estaban charlando, cuando, de improviso, explotó el vidrio del auto, y cinco balas irrumpieron en el interior. La mujer apenas sufrió heridas por los pedazos de vidrio de la ventanilla, pero Cari recibió un balazo en la cabeza. Presa del pánico, ella condujo hasta el bar Peck, a un kilómetro de distancia. A Denaro le colocaron una lámina metálica en el cráneo y quedó dañado para el resto de su vida.

La noche del 26 de noviembre de 1976, Donna DeMasi, 16 años, y Joanne Lomino, de 18, caminaron desde el cine a sus domicilios; se detuvieron ante la casa de Joanne. Un hombre se aproximó y se detuvo a unos tres metros de ellas. Entonces dijo: «¿Cómo puedo llegar a…?» y disparó. Las dos jóvenes fueron hospitalizadas, a causa de las heridas. Donna se recuperó pronto, pero Joanne quedó parapléjica.

Retrataron al hombre como de 1,75 de alto, 68 kilos, ojos negros, pero cabello rubio, lo que no coincidía con la descripción anterior.

El 30 de enero de 1977, Christine Freund, de 26 años, y su prometido, John Diel, de 30, estaban charlando en el auto de él, un Pontiac Firebird, cerca de la una de la madrugada. Habían estado en el cine, viendo Rocky, y se disponían a ir a bailar. No se percataron de que un hombre se acercaba al coche, con un arma en la mano. A poca distancia, disparó tres veces, y dos balas dieron en la cabeza de Christine. John salió del coche, pidiendo ayuda. Unos vecinos, que escucharon los disparos, llamaron a la policía. La mujer fue llevada a un hospital, donde murió horas más tarde.

En esta ocasión, la policía determinó que las balas eran de una Bulldog 44, y relacionó el asesinato con los anteriores; sin embargo, en esta ocasión, los testigos describieron al asesino como una mujer joven con el pelo negro y largo. Por tanto, solamente concordaba el arma.

El 8 de marzo de 1977, a las 7.30 de la noche, la estudiante de la Universidad de Columbia, Virginia Voskerichian, de 19 años, regresaba de sus clases. Vivía a una calle de donde fue asesinada Christine Freund. Un hombre se le acercó, mostró un revólver y le apuntó al rostro. Ella se cubrió con los libros, pero una bala atravesó éstos y su cabeza. En este caso, el homicida no buscó una pareja, ni atacó en la madrugada.

Un vecino que oyó los disparos corrió a la esquina de la calle de Virginia, y vio correr al asesino, a quien describió como un jovencito de 16 ó 18 años, con una gorra que le tapaba parte del rostro.

El 17 de abril de 1977 volvió a atacar. De nuevo fue una pareja, y a las 3.00 de la madrugada. Valentina Surani, de 18 años, y su novio Alexander Esau, de 20, se besaban en su coche, en la avenida Hutchinson River, del Bronx, a poca distancia de donde fueron atacadas Lauria y Valenti. Un auto se colocó junto al suyo, y un hombre disparó dos veces a cada uno. Suriani murió en el acto; Esau, pocas horas después, en el hospital.

En esta ocasión, hubo algo sorprendente: una carta dejada en el lugar del crimen, en la que el asesino se autodenominaba el Hijo de Sam. La carta iba dirigida al capitán Joseph Borrelli, de la operación Omega, la que investigaba al Asesino del Calibre 44, como se le llamaba hasta entonces. Y también envió una carta al periódico New York Daily News, que seguía el caso, agradeciendo la atención que le prestaban y prometiendo más «actuaciones».

El 26 de junio de 1977, a las 3.00 de la mañana, Salvatore Lupo, de 20 años, y Judy Placido, de 17, salieron de la discoteca Elephas, en Bayside, Queens, comentando los sucesos del Hijo de Sam: «Es escalofriante cómo el hijo de Sam surge de cualquier parte. Nadie sabe quién será el próximo». Apenas entraron en el coche, y apareció quien estaba en la mente de ambos: disparó sobre ellos cuatro veces. La joven recibió tres impactos, y el joven: uno. Por fortuna, ambos sobrevivieron y pudieron contar que justamente estaban hablando del asesino cuando éste los atacó.

Un testigo dijo haber visto a un hombre alto y de cabello negro por la zona, y otro describió a un joven rubio con bigote. Los retratos, por tanto, correspondían a los dos descritos anteriormente, pero ambos parecían estar en la escena del crimen.

El 31 de julio de 1977, a las 2.35 de la madrugada, una joven llamada Stacy Moskowitz y su novio Bobby Violente, ambos de 20 años, estaban en el coche de ella, bajo una farola del parque municipal. Se estaban besando cuando un hombre se detuvo ante el vidrio de la ventanilla del pasajero y disparó. Bobby recibió dos impactos en la cara, y Stacy uno en la cabeza. La chica murió poco después; Bobby perdió el ojo izquierdo y casi la total visibilidad del derecho.

En este homicidio hubo bastantes testigos, en especial uno: Tommy Zaino, de 19 años, que estaba dentro de su auto, cerca de las víctimas. Poco antes del ataque, vio acercarse al asesino y miró por el vidrio trasero de su vehículo qué sucedía. Gracias a que la zona estaba bien iluminada, vio muy bien al hombre, a quien describió como de entre 25 y 30 años, de alrededor de 1,75 de altura, con un cabellera revuelta de color marrón claro que parecía una peluca. Otro testigo, una mujer que estaba con su novio en un extremo del parque, le vio entrar en un auto pequeño, de color claro. Anotó la matrícula, al menos gran parte de ella. Otras personas vieron un Volkswagen amarillo que huía con las luces apagadas. Un hombre lo persiguió en su auto, durante un rato y dio una buena descripción del criminal.

Con los datos obtenidos, el 10 de agosto de 1977, la Policía fue en busca de David Berkowitz. A las 19.30, un hombre salió del edificio donde vivía éste, con una bolsa de papel en la mano. Cuando se aproximó a su auto, los detectives le ordenaron detenerse. El oficial le preguntó quién era. La respuesta fue: «Soy el Hijo de Sam, David Berkowitz».

Admitió que asesinaba por odio a las mujeres. Matarlas le producía una gran excitación sexual. Después de disparar se masturbaba en su automóvil. Y cuando no mataba, regresaba a las escenas de crímenes anteriores, para revivir la fantasía. Se excitaba ante los restos de la sangre o la silueta de tiza en el suelo. Incluso tenía ganas de asistir a los funerales de las víctimas, aunque nunca se animó.

Confesó todos los crímenes, pero los envolvió de una historia fantástica sobre que pertenecía a una secta satánica, relacionada con Charles Manson, y un demonio, Belcebú, que se reencarnaba en Sam, el perro de su vecino, y le ordenaba matar. Por ello se daba el nombre de Hijo de Sam. Implicó a varios miembros de la secta satánica en los homicidios, y fue dando nombres de cada uno y su participación. Un miembro llamado Michael Carr fue quien disparó sobre Lupo y Placido; dijo que había habido al menos cinco de sus asociados en el tiroteo contra Freund y Diel; quien los liquidó fue un tipo apodado Manson II. En el caso de Voskerichian, dijo que quien disparó fue una mujer de Westchester. En cuanto a Moskowitz y Violente declaró que se trató de un amigo de Carr, que llegó de Dakota del norte para efectuar tal trabajo.

La Policía también sospechaba que los homicidios no los cometía él solo, pero no pudieron encontrar a la gente que implicó el asesino. Parece, casi seguro, que fue pura invención.

El 30 de mayo de 1977, en el periódico New York Daily News se recibió una carta enviada el mismo día desde Englewood, New Jersey, en la que alguien decía ser el Asesino del Calibre 44. El diario publicó la carta íntegra, lo que produjo que el pánico se extendiera por toda la zona de Nueva York, pues parecía que el asesino estaba aún suelto.

El 12 de junio de 1978, el Hijo de Sam fue sentenciado a seis cadenas perpetuas y encerrado en el correccional de Attica.

En 1979, otros reclusos lo atacaron con un cuchillo e intentaron degollarlo. Recibió 52 puntos en el cuello, que le dejaron una gran cicatriz. En 1987, se declaró cristiano renacido. En marzo del 2002, envió una carta al Gobernador de Nueva York, en la que aceptaba que se merecía permanecer encerrado el resto de su vida. En junio el 2005, demandó a su defensor, Hugo Harmatz, porque éste incluyó sus cartas en un libro que escribió sobre él, con el que ganó bastante dinero. El año siguiente, un juez decretó que el abogado debía entregar parte de sus ganancias, pero no al asesino, sino a una asociación de víctimas del crimen en el estado de Nueva York.