Nota del autor

El periodo de la Reconstrucción, posterior a la Guerra Civil, fue un epílogo verdaderamente censurable de la guerra más sangrienta y trágica que hemos tenido los estadounidenses. La mayor desgracia no fue, sin embargo, que la Reconstrucción tuviera lugar, sino que durara tanto tiempo. En Tejas, esta forma de gobierno duró nueve largos años.

El 9 de junio de 1865, el general Gordon Granger llegó con sus tropas a Tejas y declaró que ese Estado quedaba a partir de entonces bajo dominio militar. La mayoría de soldados fueron emplazados en ciudades costeras, donde crearon conflictos con los habitantes de la zona. Poco después de que una guarnición de soldados negros aterrorizara la ciudad de Victoria, los oficiales blancos se negaron a permitir que ningún unionista declarado, fuera blanco o negro, fuese condenado a prisión por los ciudadanos nativos. Las tropas negras dejaron el pueblo de Brenham reducido a cenizas, pero ningún soldado fue jamás procesado ni amonestado. Otros soldados asaltaron Brownsville con igual impunidad.

En 1866, el Congreso de Estados Unidos concibió el «juramento acorazado», que prohibía a la gente que por voluntad propia había portado armas contra la Unión o apoyado de manera voluntaria a cualquier gobierno hostil o enemigo de la misma, ocupar cargos tanto en el ámbito estatal como en el municipal. En 1867, el general Charles Griffin extendió esta prohibición a toda persona que hubiera ejercido un cargo estatal o federal antes de la rebelión. Esta interpretación incluía a alcaldes, miembros del consejo de administración de escuelas, empleados administrativos, tasadores públicos y hasta al sacristán del cementerio.

En 1869, durante la administración del gobernador Davis, la carga fiscal resultó ruinosa para los ciudadanos. Se impusieron impuestos que lograron recaudar más de seis millones de dólares, lo que contrastaba con los ochocientos mil dólares que realmente se necesitaban para que el gobierno pudiera ejercer su administración. La mayoría eran impuestos territoriales que arruinaron a los hacendados y granjeros, pero que no afectaron mucho a los comerciantes. Más de la quinta parte de los ingresos de los tejanos se iba en impuestos.

El gobierno de Tejas sólo regresó a manos de los téjanos cuando Davis fue expulsado por la fuerza en enero de 1874.

Me he permitido dos libertades con relación a la historia. Primero, adelanté en cerca de cinco años los problemas con los elevadísimos impuestos. Segundo, el ejército nunca intentó detener los ataques de Cortina, así como tampoco los de los indios o los cuatreros. Sólo en 1875, cuando el capitán L. H. McNelly organizó una compañía de soldados de tropas de asalto, se tomaron medidas eficaces contra Cortina.

Con excepción del general Sheridan, todos los personajes e incidentes que aparecen en este libro son producto de mi imaginación.

Existe una familia Randolph en Virginia que cuenta entre sus numerosos miembros con el presidente Thomas Jefferson, el magistrado de la Corte Suprema John Marshall y el general confederado Robert E. Lee. Cualquier semejanza con algún miembro de esta familia es puramente accidental.