He escuchado su llamada y le sigo.
Últimas palabras de Lord Carnarvon
Ya decíamos arriba que poco tiempo después de morir Tutankhamón, todo cambió en Egipto. Y los sacerdotes de Amón se hicieron con el poder.
Hacia 1200 a. C., parece que una serie de movimientos de pueblos destruyeron las grandes civilizaciones del segundo milenio. Hatti desapareció, Mitanni hacía tiempo que había desaparecido, y sus despojos pasaron a formar parte de los imperios vecinos, como Asiria y Babilonia. El poderoso Egipto sobrevivió hasta que, unos años antes de la Era Cristiana, un general romano, Octaviano, sobrino y heredero de Julio César, venció a una famosa pareja, inmortalizada por el cine moderno: Marco Antonio y Cleopatra. Octavio llegó a aquel extraño país y quedó maravillado por las pirámides, Alejandría y Alejandro Magno. Y sobre todo por la cantidad de riquezas que tenía a su alrededor. Tenía el derecho del vencedor: «El derecho de la lanza» lo llamaban en época de Alejandro Magno. Y se lo guardó en el bolsillo, haciendo de él su chalet de fin de semana con el que habían soñado hititas y persas.
Octaviano lo consiguió. No incorporó Egipto a los dominios del próximo e inexistente «Imperio romano» que, tras sus reformas, fue más bien una república reconstituida en plan chapuza, que se mantuvo hasta que el emperador Diocleciano, a fines del siglo III d. C. declaró que él era dios y señor de todo, que estaba harto de los dichosos romanos, ya que él era de Dalmacia, los organizó y se fue a su palacio a plantar lechugas, que era lo suyo.
La autora del libro junto a la tumba de Howard Carter en Londres.
Egipto dejó de existir, porque se perdió su lengua y el significado de su escritura. La última inscripción jeroglífica de la que se tiene evidencias fue grabada en los muros de la puerta erigida en la época del emperador español Adriano, situada en el recinto del templo de Isis, en la isla de Filé. El 24 de agosto del año 394 d. C. y era una invocación al dios kushita Mandulis, identificado con el Sol y la luna llena. Tras ella, el sol de Egipto se hundió en el olvido. Hasta que Champollion descifró los signos jeroglíficos con ayuda de la Piedra de Rosetta. Y Tutankhamón volvió de la muerte de la mano de Howard Carter.