Quiero dar las gracias a todos los que me han prestado su tiempo y su criterio para ayudarme a hacer de este un escenario realista de un ciberacontecimiento a gran escala: a Richard Marshall, director mundial de ciberseguridad, del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos; a Curtis Levinson, enlace de ciberdefensa de Estados Unidos con la OTAN; al comandante Alex Aquino, jefe de ciberoperaciones del sector de aerodefensa occidental de la Fuerza Aérea Estadounidense, y a Erik Montcalm, director de tecnologías de seguridad en SecureOps.
Mis más sinceras gracias a Lorissa Sengara y Noelle Zitser, de HarperCollins Canadá, por lo duro que han trabajado para que Cibertormenta estuviera listo para su publicación, así como a mi editor, Gabe Robinson, y a Allan Tierney y Pamela Deering, que contribuyeron asimismo al proceso de edición.
Gracias a todos mis lectores beta (siento no saber el apellido de todos vosotros): Adam, Adi, Alison Hodge, Amber, Amit, Ashvin, Barry Sax, Bill Parker, Brian Lomax, Charles, Chrissie, Colby Zoeller, Craig Haseler, Daryl Clark, David King, la señora Dayfield, Ed Grbacz, Edwina, Erik Montcalm, Em, Harold Kelsey, Haydn Virtue, Hector, Jim Durchek, John Jarret, Jon, Josh Brandoff, Joy Lu, Julie Parsons, Julie Schmidt, Junko, Justin, Kimmerie, Lance Barnett, Leonard, Leonardo, Lowell, Luke, Marjolein, Matt, Max Zaoui, Michelle, Mike, Mircea, Mog, Naveen, Niels Pedersenn, Niki, Or Shoham, Peter, Philip Graves, Rob Linxweiller, Robin, Sam Romero, Samantha, Shabnam Penry, Sohna Ravindram, Stefano, Tara, Tim McGregorus, Tom Giebel, Warrick Burgess, William y William McClusky.
Y, por supuesto, en último pero no menos destacado lugar, a mi hermosa novia, Julie Ruthven, por haber aguantado todas esas noches de acostarse tardísimo y no sacar a pasear a los perros.
MATTHEW MATHER