Día 33

24 de enero

—¿Qué pasa si no vuelves?

Lauren me estaba suplicando.

—Volveré, de eso se trata. Solo estaré fuera un día, y no hablaré con nadie.

Sentada en el tocón de un árbol, Lauren abrazaba a Luke.

—Prométeme que no hablarás con nadie.

—Lo prometo. Iré directamente al edificio del Capitolio —añadí—, y si alguien me da el alto, me limitaré a enseñarles esto, ¿de acuerdo? —Le mostré su permiso de conducir. Ella era una Seymour, la sobrina del congresista Seymour, y su identificación tenía que bastar para que la caballería viniera a ayudarnos. La familia de Lauren tenía que estar completamente fuera de sí.

Ella siguió sin decir nada.

—No podemos quedarnos aquí como si tal cosa y permanecer de brazos cruzados —argumenté—. Esos bastardos volverán en cuanto hayan tenido ocasión de lamerse las heridas, ¿y entonces qué?

—No sé. ¿Nos escondemos?

—No podemos escondernos aquí eternamente, Lauren.

Sirviéndonos de unas cuantas lonas embreadas, habíamos construido un campamento improvisado, lejos de la cabaña. Desde allí teníamos una buena visión de la carretera y del camino de acceso. Pero salir corriendo solo era una solución temporal. Necesitábamos pasar a la acción, así que había decidido ir a Washington.

Era una idea desesperada, pero las alternativas también lo eran.

Chuck había discutido conmigo porque decía que era demasiado arriesgado. En su opinión debíamos esperar, pero esperar me daba todavía más miedo. En pocos días habríamos consumido la poca comida que nos quedaba, ¿y entonces qué? Además, él quizá no volviera a levantarse de la cama. Necesitaba cuidados médicos, y Ellarose también, consumiéndose como estaba ante nuestros ojos.

El tiempo se había convertido en nuestro enemigo, y yo estaba harto de esperar, de no saber lo que estaba pasando.

—Un día nada más. En un día llegaré hasta allí a pie y no correré ningún riesgo, no hablaré con nadie.

Lauren abrazó más fuerte a Luke.

—Asegúrate de volver con nosotros. Asegúrate de que vuelves.