martillo

El episodio más trágico del Tiempo de Leyendas narra la caída de las casas más importantes de la civilización elfa y los destinos de tres reinos: Nagarythe, Tiranoc y Caledor.

Hubo una época en la que reinaba el orden, tan remota ya que ninguna criatura mortal puede recordarla. Desde tiempos inmemoriales los elfos han habitado en la isla de Ulthuan. En ella aprendieron los secretos de la magia de sus creadores, los misteriosos Ancestrales. Bajo el reinado de la Reina Eterna vivieron en su idílica isla ajenos a toda tragedia.

Cuando el advenimiento del Caos destruyó la civilización de los Ancestrales, los elfos quedaron desamparados. Los demonios de los Dioses del Caos arrasaron Ulthuan y aterrorizaron a los elfos.

No obstante, de las tinieblas de esa pesadilla emergió Aenarion el Defensor, primer Rey Fénix.

El mayor aliado de Aenarion fue Caledor, el Domadragones, el más extraordinario de los magos de Ulthuan. Asediado por los demonios del Caos, el Domadragones ideó la manera de robar a las criaturas inmateriales su energía. Mientras Aenarion blandía la Espada de Khaine y hacía la guerra, Caledor creaba en Ulthuan el Vórtice que drenaba los furibundos vientos mágicos; un vórtice que mantiene controlados a los demonios. Sin embargo, mediante esta acción, Caledor, distanciado del Rey Fénix, sacrificó su vida. Y desde entonces los reinos de Caledor y de Nagarythe vivieron enfrentados.

Donde una vez existía la armonía, irrumpió la discordia. Donde una vez había prevalecido la paz, estalló una guerra cruenta.

Prestad atención a este relato de la Secesión.