Si bien el hartazgo por la guerra era generalizado sería en Rusia donde la situación llegó a un punto límite. La explosión social que se iba a producir no estaba relacionada de la forma exclusiva con el conflicto, aunque, sin duda, sería uno de los motivos principales que desencadenarían la revolución. Durante 1917 todo el frente oriental estaría marcado por los acontecimientos revolucionarios, que serían determinantes para la firma de un armisticio entre Rusia y los Imperios Centrales. Rusia abandonaría la lucha no por ser derrotada en el campo de batalla, sino porque su población dijo basta.
Al igual que había sucedido en Francia las grandes batallas de 1916 habían conseguido agotar a todos los combatientes. En el caso de los rusos la situación era, aún peor, que la de sus compañeros franceses o británicos. A la dureza de la batalla y al número de bajas había que añadir las pésimas condiciones de vida de las tropas, que sufrían hambre, frío, desabastecimiento y un régimen militar de una dureza extraordinaria. La población veía como sus hijos eran masacrados mientras que en la retaguardia las condiciones de vida eran penosas. Además, las diferencias sociales en el régimen zarista eran superiores a las de cualquier otro estado europeo. Se mantenían las viejas estructuras que en el resto del continente habían desaparecido desde la Revolución francesa. En Rusia existía aún la servidumbre, un sistema de semi-esclavitud por el cual los campesinos eran casi propiedad de los terratenientes. Los salarios de los obreros apenas llegaban para garantizar su subsistencia. A todo esto se le unía la forma de vida opulenta y obscena de una aristocracia que era la base de un régimen absolutista, alejado de la realidad de la sociedad que tenía por debajo, un alejamiento que iba a generar su destrucción.
La situación económica previa al conflicto no era buena. Al añadir el esfuerzo gigantesco que fue necesario para mantenerse en la lucha el panorama empeoró. El desabastecimiento y la carestía de la vida estaba generalizado. Se llegó al límite en el invierno de 1916 a 1917: una subida en el precio de los alimentos provocó el estallido. En Petrogrado, la actual San Petersburgo, se desencadenó una huelga general que acabó en revolución cuando los soldados de varios cuerpos de ejército se unieron al descontento revolucionario. Los obreros y soldados crearon asambleas revolucionarias, los soviets. Tras los acontecimientos el gobierno dimitió y se formó uno provisional dirigido por el príncipe Lvov para intentar controlar la situación. El zar Nicolás II abdicó. En estos primeros momentos el nuevo gobierno pretendía crear en Rusia una democracia liberal similar a las existentes en los países del occidente de Europa. Pero este proyecto fracasaría por dos motivos: el nuevo gobierno quería continuar en la guerra, algo que era impopular y que había sido uno de los motivos que desencadenó la huelga; por otra parte tuvieron que disputarse el poder con los soviets, y éstos no estaban dispuestos. La consecuencia fue que el nuevo gobierno duró poco.
Cuando los alemanes fueron conscientes de la situación vieron una oportunidad para desestabilizar a su enemigo oriental. Si Rusia se deshacía podrían forzar un armisticio. Si se acababa con el frente oriental todo el esfuerzo se dedicaría a la lucha contra franceses y británicos. El 16 de abril de 1917 Lenin regresó a Rusia desde Suiza con el apoyo de la cancillería alemana. Al día siguiente de su llegada expuso las conocidas como Tesis de abril, que pedían una revolución socialista en la que todo el poder estuviera en mano de los soviets, la nacionalización de la banca y la abolición de la propiedad privada. Mientras, el gobierno de Lvov hacía efectivo su deseo de mantenerse en la guerra y lanzó la que iba a ser la última ofensiva del ejército ruso. Las tropas iniciaron un ataque en Galitzia, como en otras ocasiones fue un fracaso. Entre el 16 de abril y el 17 de julio se desencadenó un golpe de estado bolchevique con la intención de conseguir todo el poder. Gracias a la actuación represiva del ejército zarista el golpe fracasó. Lenin tuvo que huir hacia Finlandia y se formó un nuevo gobierno provisional dirigido por Kerenski, que fue nombrado primer ministro el 9 de agosto. Kerenski mantuvo al zar y a su familia bajo arresto en su palacio.
En septiembre se produjo un nuevo golpe de estado liderado por el general Kornilov. Tras esto se fundó el Politburó del partido bolchevique, del que formaban parte Lenin, Trotsky, Stalin, Zinoviev y Kamenev. El objetivo era constituir un centro de poder revolucionario.
Los Imperios Centrales sabían que lo que acontecía podía debilitar la capacidad de resistencia de las tropas rusas. Tenían una oportunidad para pasar a la ofensiva y obtener progresos territoriales importantes. Pero la actividad en Francia no les permitió tomar la iniciativa hasta el otoño. Cuando se lanzaron al ataque apenas encontraron dificultades ya que el ejército zarista se desmoronaba, las unidades abandonaban la batalla sin apenas combatir y las tropas alemanas y austriacas avanzaban; conquistaron Galitzia y la Bukovina, pero dentro de Rusia avanzaron poco. Los hombres estaban agotados y no tenían la gran capacidad ofensiva de 1914, que hubiera sido necesaria para progresar más en un frente tan amplio.
A partir del 6 de noviembre se desencadenó una nueva revolución dirigida por los bolcheviques. El gobierno de Kerenski iba a caer por su empeño en continuar la guerra, por su oposición al reparto de tierras y por aplazar las elecciones para formar una asamblea constituyente. El gobierno fue detenido y Kerenski tuvo que huir. Las propuestas pacifistas de los bolcheviques habían calado en un pueblo harto de la guerra. El 8 de noviembre se inició el segundo congreso panruso de los soviets, se creó el Consejo de los Comisarios del Pueblo con funciones de gobierno. Una de sus primeras acciones fue declarar el cese de hostilidades y exigir una paz inmediata sin cesiones ni reparaciones. También ordenó la expropiación sin indemnización de las posesiones de los grandes terratenientes, en total 150 millones de hectáreas. La familia Romanov fue detenida, sería ejecutada el verano siguiente.
El 15 de noviembre se declaró el derecho libre de autodeterminación de todos los pueblos de Rusia y se convocaron elecciones para elegir a la asamblea constituyente. Tras las votaciones el partido bolchevique sólo obtuvo nueve millones de votos sobre 36. En diciembre Trosky fue enviado como representante soviético en la conferencia de paz de Brest-Litvosk, Trosky declaró finalizada la guerra entre los Imperios Centrales y el nuevo estado soviético. Los alemanes, conocedores del deseo ruso por acabar la guerra, plantearon unas condiciones que no eran aceptables para Trosky. Los bolcheviques consideraba que la revolución mundial obrera era inminente y que los acuerdos serían provisionales. Un nuevo estado socialista incluiría a todas las naciones europeas y por tanto no tendría fronteras. Ante estas expectativas declararon suspendidas las negociaciones. Los franceses y británicos iban a perder a su poderoso aliado, sin Rusia no sabían cómo podría evolucionar la guerra. La enorme masa de tropas que combatía en oriente estaría disponible para trasladarse a Francia, el desequilibrio podría ser fatal.
La asamblea constituyente fruto de las recientes elecciones declaró su apertura el 18 de enero de 1918. Se proclamó que Rusia sería una república democrática y federal, pero los comunistas no querían un estado liberal. El Consejo de Comisarios del Pueblo, apoyado por tropas rojas, ordenó la disolución de la asamblea un día después de su apertura. Todo el poder quedaba en manos de los soviets y del partido bolchevique, había nacido la Unión Soviética.
Nota del autor: Las fechas indicadas en esté capítulo están expresadas en calendario gregoriano, que es el utilizado en la actualidad en toda Europa. Cuando se produjeron los acontecimientos se utilizaba en Rusia el calendario juliano, que llevaba 13 días de retraso con respecto al gregoriano.