Von Lettow

La Gran Guerra fue sobre todo una guerra europea. En el viejo continente estaban los principales teatros de operaciones y fueron los países europeos los que la sufrieron en mayor medida, tanto en vidas como en coste económico. No obstante, el apelativo mundial indica que el ámbito del conflicto superó el continente europeo. Esto es así por la participación de países como Estados Unidos o Japón; también por la amplitud de los imperios coloniales, en especial el británico, con posesiones como Canadá, Australia, Nueva Zelanda o la India. El principal papel de las colonias era aportar materias primas y combatientes. Esto supuso una ventaja para los aliados occidentales, por el tamaño de las posesiones y por la capacidad de la marina británica para mantener activa la línea de suministros. En el caso del Imperio alemán el reducido tamaño de sus territorios en ultramar forzó al mando a considerar irrelevante una táctica de guerra extra-europea. Dado el escaso aporte de las colonias germanas no tenía sentido dedicar esfuerzo a mantener activos los enfrentamientos en lugares alejados de la metrópoli. Los frentes que se abrieron en el Pacífico, Extremo Oriente o África tuvieron poca importancia y nula capacidad para modificar, en un sentido u otro, el resultado final.

En algunos escenarios los combates tuvieron más relación con problemas regionales que con el gran conflicto que se desarrollaba a miles de kilómetros de distancia. Es el caso de Japón, que buscaba aumentar su importancia como potencia en el Pacífico y Asia frente a norteamericanos y británicos. Entró en guerra para mejorar su posición en la región y no porque tuviera contenciosos no resueltos con Alemania. Japón tenía firmado un tratado de amistad con Inglaterra y como consecuencia declaró la guerra a Alemania el 23 de agosto de 1914, pretendía aumentar su zona de influencia y de forma inmediata se lanzó a atacar los territorios alemanes en el Pacífico. Los australianos temían la creciente importancia de Japón en la zona, por ese motivo también ellos iniciaron ofensivas contra las guarniciones alemanas que estaban a su alcance como medida preventiva a la expansión nipona. Los alemanes fueron presa fácil y capitularon debido a su aislamiento e inferioridad. Dentro de esas acciones destaca la ocupación de Nueva Guinea por parte de australianos y el ataque a las islas Marianas por japoneses y neozelandeses. Pero el principal objetivo que tenían Japón era China, debido a su tamaño y a su gran potencial económico, por ello atacaron la concesión alemana en Kiaochou. Ante esto el gobierno chino reclamó a Japón esos territorios. Como respuesta el gobierno japonés expuso un ultimátum a China formado por 21 peticiones que en la práctica suponía convertir a la China del norte en una zona administrada por sus vecinos. Cuando Japón logró sus objetivos se olvidó de la guerra. Su entrada había sido sólo oportunista, una forma de aumentar su territorio y aprovecharse de lo que sucedía en Europa.

África era un continente dominado por británicos y franceses. Los alemanes sólo poseían algunas colonias, como Togo, Camerún y Tanganica. Estaban aisladas entre sí y rodeadas por territorios dominados por sus enemigos. Su escasa importancia y la imposibilidad de enviar suministros supuso que fueran abandonadas a su suerte. Al principio de la guerra la dotación de Togo capituló, los hombres destinados en Camerún lo harían en 1916. Pero en Tanganica todo iba a ser distinto, allí tendría lugar una epopeya protagonizada por un reducido grupo de hombres, comandados por el alemán von Lettow-Vorbeck.

La lucha en las trincheras en Europa tenía poco que ver con los ideales de aventura, honor y caballerosidad que habían motivado a muchos jóvenes a alistarse. Los soldados habían aprendido que la guerra como experiencia romántica pertenecía a la historia o a la literatura. Dentro de todo el horror que se vivió en aquellos años hay una gesta que sí tuvo todos los ingredientes que se pueden pedir a un buen relato de aventuras. La campaña de Tanganica protagonizada por los alemanes fue tan increíble que, aún hoy, provoca asombro.

Antes de empezar la guerra von Lettow fue enviado a la colonia de Tanganica, la actual Tanzania, para hacerse cargo de una pequeña dotación apenas formada por 3000 hombres apoyados por algunos nativos. Tanganica es una zona semiárida en el valle del Rift situada a sur del lago Victoria, que a la postre demostró ser adecuada para la guerra de guerrillas. Cuando empezó el conflicto, y ante la imposibilidad de esperar refuerzos, recibieron la orden de mantenerse a la defensiva e intentar aguantar el asalto británico. Von Lettow, consciente de su situación de aislamiento, decidió desobedecer y diseñó su propia estrategia de combate. Iba a demostrar su genio militar y su capacidad de adaptación y liderazgo. Ante la inferioridad numérica decidió pasar a la ofensiva y derrotó a los británicos en Tanga, junto al Kilimanjaro, en noviembre de 1914. Consiguió la victoria pero a costa de un gran número de bajas. A diferencia de sus compañeros de Europa von Lettow tenía una gran capacidad de adaptación, sabía analizar los hechos y obtener conclusiones útiles para el futuro. Entendió que no podía seguir por el mismo camino. A pesar de haber vencido dedujo que no podía sufrir tantas bajas porque no tenía posibilidad de reponer ni hombres ni equipo. Sus enemigos eran muy numerosos y estaban bien avituallados. Decidió un cambio rotundo de estrategia. A partir de ese momento planteó una guerra de guerrillas con acciones aisladas y contundentes orientadas sobre todo al sabotaje, evitó cualquier enfrentamiento directo. Ante la ausencia de suministros optó por capturar los británicos. Los alemanes empezaron a desplazarse mucho, para ello aprovecharon su conocimiento del terreno. Sus acciones de sabotaje contra guarniciones británicas y líneas ferroviarias se realizaron en lugares alejados entre sí, no solo en Tanganica, sino también en Kenia y Rhodesia, el actual Zimbawe. Se convirtieron en una pesadilla para los británicos, que en marzo de 1916 recibieron 50.000 hombres de refuerzo, tropas bien equipadas que tendrían que enfrentarse con apenas 3000 alemanes desabastecidos. Von Lettow no varió su táctica y continuó con su hostigamiento mientras las tropas inglesas se dedicaban a una cacería inútil contra una dotación móvil y huidiza. A los ingleses no les sirvió de nada su superioridad y en 1917 sufrieron una gran derrota en la batalla de Mahiwa. Después de esto von Lettow llevó a sus hombres hasta Mozambique, allí atacó a la guarnición portuguesa y de nuevo se puso en marcha para evitar ser localizado, se llevó todo el material que pudo transportar. El suceso final que cerró tan extraordinaria campaña tuvo lugar cuando ya la guerra había terminado, Alemania había firmado el armisticio pero las noticias no habían llegado hasta África. En agosto de 1918 von Lettow venció a los británicos en la batalla de Kasama. Con posterioridad a esta nueva victoria tuvo noticia del armisticio y entonces reunió a sus hombres para darles la noticia. Les dijo que había sido un orgullo combatir con ellos, que a pesar de la derrota de su patria ellos tenían que sentirse orgullosos. No habían sido derrotados nunca, a pesar de su inferioridad numérica y de la falta de equipo y munición. Habían vencido siempre a los ingleses, en todas y cada una de las ocasiones en los que se habían enfrentado a lo largo de cuatro años, incluso cuando la guerra ya había terminado.