La estrategia del punto débil

En 1915 la situación en todos los teatros de operaciones era de bloqueo, tanto en los frentes principales de Francia y Rusia como en los Balcanes y en el recién abierto por los italianos en el río Isonzo. No se vislumbraba ninguna posibilidad de cambio. Se seguía combatiendo, pero no existía capacidad para imponerse en ninguno de los bandos. No se podían romper las líneas defensivas y en los ataques sucesivos sólo se producía una situación de desgaste y sacrificio de vidas sin ningún objetivo estratégico que pudiera cambiar algo u ofrecer un fin posible para la guerra. Ante la incapacidad para romper la línea del frente los estados mayores de la Entente empezaron a establecer conversaciones para plantear una gran ofensiva en 1916. El objetivo era realizar un ataque conjunto en todos los frentes con una envergadura tal que fuera imposible detener. Pero la preparación de esa operación iba a necesitar tiempo, hasta que llegara el momento era necesario un plan de actuación que les permitiera llevar la iniciativa. La guerra era ya de desgaste y la Entente planteó como opción la intensificación de la misma. Intentarían abrir el mayor número de frentes posible con el objetivo de desgastar a los Imperios centrales, de debilitarlos por agotamiento dentro de una táctica de guerra total. Buscarían puntos débiles donde golpear y obligar a alemanes y austriacos a dedicar tropas y recursos en el mayor número de escenarios posible. El desgaste debería favorecer el colapso de sus sociedades cuando llegara la esperada gran ofensiva de 1916.

Alemania pensaba que su principal punto débil era el Imperio turco, con el que tenían firmado un tratado de amistad. Si bien los otomanos controlaban un basto territorio desde el final de la Edad Media, a principios del siglo XX su imperio se deshacía. Su ejército había combatido en fechas recientes en las dos guerras balcánicas y el resultado había sido nefasto. Dentro de su territorio vivían múltiples pueblos y nacionalidades, como árabes, armenios o kurdos; que aspiraban a librarse del dominio de Estambul. Los alemanes temían, no sin razón, que una derrota otomana supusiera el fin de su imperio y el reparto de sus territorios entre los aliados. Éstos conocían las debilidades; pero temían la autoridad religiosa del Sultán, que en teoría era el líder espiritual de todo el Islam, y esto podía suponer un factor de unidad en todo el mundo árabe. Pero la autoridad del Sultán era más teórica que práctica y su capacidad de aglutinar a los pueblos musulmanes era nula. Al principio de la guerra los turcos habían declarado su neutralidad a pesar de su tratado de amistad con Alemania. Al estallar el conflicto dos cruceros alemanes, el Göben y el Breslau fueron sorprendidos en el Mediterráneo y se refugiaron en Estambul, los turcos se negaron a entregar los buques a la Entente. Alemania, como compensación, cedió los barcos a los turcos a condición de mantener su tripulación. Al final la Sublime Puerta decidió entrar en guerra y su líder Enver Pachá ordenó a los dos cruceros alemanes bombardear Odesa y Sebastopol, ambas ciudades en la costa del Mar Negro. Su objetivo era unir a todas las comunidades otomanas, muchas de ellas en territorio ruso. Como consecuencia la Entente declaró la guerra al Imperio turco en noviembre de 1914. Las primeras acciones otomanas fueron la ocupación del Kurdistán y la invasión de la Armenia rusa. Al ocupar el Kurdistán comenzó la represión sistemática de la población civil, que llegaría a su máximo con los armenios, a los que los rusos habían ofrecido libertad religiosa y autonomía política. La ofensiva en Armenia fue un fracaso para los turcos debido a su pobre capacidad militar. Los zaristas aguantaron y les provocaron más de 40.000 bajas, acto seguido ocuparon la parte turca de Armenia. Ante la derrota los otomanos organizaron de forma brutal caravanas de civiles armenios para ser deportados, les acusaban de colaborar con los rusos. Saquearon y destruyeron sus pueblos, se dedicaron al asesinato indiscriminado y obligaron a los civiles a una terrible marcha en dirección hacia Alepo sin alimentos ni ropa y en condiciones penosas mientras eran maltratados o asesinados. Casi un millón de personas fue deportada y en torno a la mitad de ellos murieron en el camino debido al cansancio, el hambre, el frío, las enfermedades, los malos tratos o los asesinatos. El genocidio armenio, como se conoce esos sucesos, es hoy un elemento que enrarece las relaciones internacionales de Turquía.

Los británicos, al igual que los alemanes, suponían la debilidad turca. Creían que la apertura de nuevos frentes podía aliviar la presión sobre los rusos y, además, forzaría a Alemania a dedicar tropas para evitar la derrota de su aliado más débil. Para provocar esto a finales de 1914 ocuparon Chipre, establecieron un protectorado en Egipto y diseñaron dos puntos de ataque: los Dardanelos y Mesopotamia. Un desembarco en los Dardanelos fue una opción personal del lord del Almirantazgo, Winston Churchill. Churchill supuso que una acción allí permitiría conquistar Estambul. Sería un gran golpe contra los alemanes, que no tendrían más remedio que intentar evitar la derrota turca, con lo que la situación podía volverse muy favorable para la Entente. El desembarco en los Dardanelos fue planteada como una acción conjunta de franceses y británicos. Sería dirigida por Horatio Kitchener, un militar británico de mucho prestigio debido a sus acciones coloniales en Sudán y en la Guerra de los Boers. El lugar elegido fue la península de Gallipoli, que se encuentra en la parte europea de Turquía en el norte del estrecho de los Dardanelos (el Helesponto de la Grecia Clásica) y da acceso al mar de Mármara y por lo tanto al Bósforo y al Mar Negro. El desembarco sería llevado a cabo por 150.000 hombres el 25 de abril de 1915. El principal contingente estaba formado por tropas trasladadas desde Australia y Nueva Zelanda. Pero tras la derrota en Armenia los turcos se habían esforzado en mejorar su ejército, dedicaron más de 800.000 hombres para defender los Dardanelos. Los alemanes también habían pensado en la posibilidad de un desembarco aliado y habían enviado artillería para reforzar la zona. Uno de los líderes turcos en la zona fue Mustafá Kemal, un hombre que estaba llamado a ser el protagonista de la Turquía que surgiría tras la guerra. Cuando los aliados pusieron el pie en Gallipoli se encontraron a 350.000 turcos atrincherados, armados y con cobertura artillera dispuestos a detenerlos. El desembarco fue un fracaso sin paliativos para los franco-británicos. Los generales ingleses pensaban que los fuertes que defendían la entrada a los estrechos carecían de importancia táctica, pero se equivocaron, desde ellos los turcos pudieron hostigar el desembarco a voluntad, muchas lanchas tuvieron que regresar a sus buques ante el fuego enemigo. Los británicos fueron rechazados con contundencia y apenas consiguieron establecer una cabeza de puente que no pudo ser consolidada. La lucha fue terrible, se combatió cuerpo a cuerpo con ataques nocturnos a bayoneta calada. En noviembre de 1915 Kitchener ordenó la retirada. La evacuación fue un desastre mayor aún que el desembarco, mientras las tropas británicas se retiraban eran masacradas por los turcos que estaban en una magnífica situación desde la cual disparaban sin parar con la artillería entregada por los alemanes. La huida duró hasta enero de 1916 y los aliados perdieron casi 150.000 hombres. La acción en Mesopotamia tampoco fue un éxito, comenzó a finales de 1915 tras un desembarco en el Golfo Pérsico, los ingleses iniciaron entonces una marcha hacia Bagdad que iba a ser una pesadilla para sus tropas. Sufrieron el rigor del desierto junto al ataque continuo de unidades que no eran tan inútiles como habían supuesto, que por añadidura conocían muy bien el terreno en el que peleaban. Los turcos no eran tan débiles y derrotarlos no iba a ser una tarea fácil.

Los Imperios Centrales diseñaron su propia estrategia de intensificación del conflicto. En este caso el lugar elegido fue la península de los Balcanes. Buscaban una derrota de Serbia que les permitiera liberar tropas de ese escenario. Para conseguirlo propiciaron la entrada de Bulgaria en la guerra. Bulgaria había sido derrotada en la última guerra balcánica y vio como su territorio se había reducido a costa, entre otros, de los serbios. Alemanes y Austriacos pensaban que los búlgaros podían ayudarles a terminar con el molesto estado serbio a cambio de concederles un aumento de su territorio: les entregarían zonas que ya controlaban y, de ese modo, se podrían vengar la humillación sufrida en la segunda guerra balcánica a manos de sus vecinos eslavos. Los búlgaros se habían declarado neutrales, pero tras la derrota aliada en Gallipoli creían que había llegado su momento, apreciaron de forma errónea que se podía vencer a la Entente. En octubre de 1915 entraron en la guerra del lado del los Imperios Centrales. Con apoyo búlgaro los Austriacos atacaron Serbia y consiguieron ocupar Belgrado de nuevo. Lo serbios, derrotados, emprendieron una retirada apresurada hacia Albania. La capitulación era inminente, pero los franceses acudieron a socorrer a sus aliados. Desembarcaron en Corfú y en Salónica, estos territorios pertenecían a Grecia, que era un estado neutral. Parece que el gobierno griego toleró esas acciones que supusieron una cesión de soberanía y que de forma indirecta les hacía participar en la guerra. Un nuevo frente de operaciones se incorporó al ya complejo escenario. Para poder contener a los franceses los alemanes tuvieron que enviar tropas y suministros ya que los galos tenían capacidad suficiente para derrotar a austriacos y búlgaros. Un nueva grieta que taponar, ese fue el aporte de Bulgaria al conflicto.

La búsqueda de puntos débiles no se limitó al campo de batalla. Ante un escenario de guerra total la guerra económica paso a ser una opción más cuyo objetivo era estrangular a la población enemiga mediante la carestía. Se trataba de conseguir que el apoyo a los gobiernos disminuyera y se facilitara un final negociado. Los franco-británicos trataron de destruir la economía enemiga mediante el bloqueo marítimo. Gracias al poder de la Royal Navy intentaron evitar que cualquier tipo de suministro llegara a los puertos de sus enemigos. Las consecuencias del bloqueo fueron inmediatas y la población de los Imperios Centrales empezó a sufrir el racionamiento de los alimentos y la falta de suministros en general. Pero los alemanes no se quedaron quietos: cerraron todas las vías de comunicación con Rusia, ante franceses y británicos buscaron su desabastecimiento mediante el ataque de submarinos a los buques de suministros aliados. La batalla del Atlántico iba a ser clave en el desarrollo posterior de los acontecimientos.