Quiero darles algún material nuevo para que piensen en él. ¿Recuerdan el punto de partida, cuando fue explicada la idea de las tríadas? Se dijo que toda acción, toda manifestación es el resultado de la conjunción de tres fuerzas. Éste es el principio, y ahora debemos tratar de entender cómo empezar a estudiarlo. En el estudio de las tríadas y de las tres fuerzas uno debe ser muy cuidadoso y lento, usando los principios dados en el sistema y tratando de aplicarlos y ampliarlos cuando es posible. Uno ha de evitar, particularmente, la prisa y la invención.
El primer punto, al recordar el significado de las tríadas, es recordar que las manifestaciones de energía, cualquier clase de acción en el mundo, en la actividad del hombre, dentro de la máquina humana o en los sucesos externos, consiste siempre en tríadas. Hemos hablado de seis tríadas diferentes, comprensibles para la mente humana, representando, cada una, una combinación diferente de fuerzas. A fin de limitar la cuestión, de no tornarla demasiado complicada al comienzo, solo consideraremos la actividad humana. Pero aquí llegamos a una dificultad. Jamás hemos pensado que la actividad misma es diferente. Conocemos la diferencia entre la madera y el metal, por ejemplo, y no los mezclamos. Pero no entendemos que una acción puede ser tan diferente de otra como dos objetos distintos. Para nosotros, en el pensar corriente, las acciones son las mismas, solo que una empieza con un objetivo y tiene un resultado, y otra empieza con otro objetivo y tiene un resultado diferente. Solo pensamos en los motivos, objetivos y resultados, pero no en las acciones mismas.
P. ¿Entonces, el motivo es menos importante de lo que pensamos?
R. No determina la acción. Usted puede tener una clase de objetivo, pero su acción puede ser de una clase diferente. Esto sucede muy a menudo. Las personas empiezan haciendo algo con cierto objetivo en vista, pero sus acciones son tales que, ni siquiera por accidente, este objetivo podrá alcanzarse jamás. Es necesario coordinar el objetivo con la acción; de otro modo, nunca alcanzará lo que usted quiere.
Esto es lo que debemos entender en relación con nuestras acciones y debemos tratar de encontrar diferentes categorías de las acciones. Cuando empecemos a mirar la actitud humana desde este punto de vista, recordando que hay diferentes clases de acciones, independientemente de los resultados, intenciones, emociones, material, etc., empezaremos a ver esto. No es la capacidad de ver lo que falta, sino el conocimiento de este principio, que es nuevo para nosotros.
No podremos empezar de inmediato a buscar a las seis diferentes tríadas en total, que pueden hallarse en la actividad humana, pues se mezclarán en nuestras mentes. Deberemos encontrar niveles normales para dos, tres o cuatro clases, tantas como podamos ver. Mire sus acciones y las de la gente que le rodea y verá ciertas diferencias. Éste es buen material para pensar. Todos los absurdos de la vida dependen del hecho de que las personas no entienden que ciertas cosas pueden ser hechas con una sola clase de tríada. Usan una tríada equivocada, una clase equivocada de acción, y les asombra que los resultados no sean los que quieren. Por ejemplo, no es bueno tratar de enseñar golpeando, o tratar de persuadir con ametralladoras. Descubra sus propios ejemplos, y mejores, del uso equivocado de las tríadas, y verá que ciertos resultados solo podrán obtenerse mediante una acción apropiada. Obsérvese y observe a la vida en general; si vuelve este estudio sobre si, verá, por ejemplo, que si desea conocer o cambiar algo en usted y si enfoca este problema de modo formativo, jamás conseguirá nada. El pensar formativo es un ejemplo de una acción humana que no conduce a entender.
P. ¿Puede dar un ejemplo de las diferentes actividades humanas?
R. Tome dos ejemplos simples a fin de entender la idea. Para construir una casa, se necesita esfuerzo a cada momento, cada simple ladrillo debe ser puesto en su lugar con cierto esfuerzo; ninguna tríada penetra en otra tríada sin esfuerzo. Al final, la casa está construida y amueblada. Entonces, si usted quiere quemarla, basta con qué encienda un fósforo y le ponga algo inflamable, y la casa se incendia. Si profundiza más en esto, verá que éstas son dos actividades diferentes. Usted no puede construir una casa mediante la misma actividad con que la quema. En el segundo caso, una tríada penetra en otra sin esfuerzo alguno, automáticamente, después del primer esfuerzo inicial de encender un fósforo.
Los ejemplos de la tercera clase de tríada, en nuestra experiencia, solo pueden hallarse en el trabajo consciente, no en el trabajo identificado, o en alguna actividad que tenga una peculiar cualidad propia que los demás no pueden imitar, como la creación artística. Los esfuerzos en el recuerdo de sí y en no identificarse pertenecen a esta categoría. Si piensa sobre eso, usted entenderá que, a fin de pintar un buen cuadro, por ejemplo, uno deberá usar una tríada diferente de la usada al construir una casa o de la usada para quemar una casa; se necesita otra.
Otra tríada puede llamarse invención, descubrimiento, arte.
Si piensa sobre estas cuatro actividades diferentes, éstas le darán material para observar y comparar. Trate de ver por qué y en qué son diferentes.
P. No veo la distinción entre el arte y la construcción de una casa.
R. En un caso, se necesita solo energía, solo esfuerzo; en el otro, se necesita algo más, algún conocimiento o capacidad para la invención.
P. ¿Usted puso esfuerzos en el recordarse con el arte?
R. Sí, es la misma tríada. El esfuerzo simple y ciego, como en el trabajo físico, no ayudará en el recuerdo de sí. Tampoco ayudará el esfuerzo en el sentido de invención, de adaptación.
P. Hallo difícil pensar en analogías con estas actividades.
R. Naturalmente, porque no está acostumbrado a pensar de ese modo. Es un modo absolutamente nuevo de pensar. Usted está tratando de pensar del modo corriente, lógico, formativo, y esto no es suficiente. Es necesario no pensar sobre palabras, sino sobre hechos. Si encuentra cuatro clases diferentes, ¿en qué difieren? Difieren en la forma del esfuerzo.
P. ¿La actividad formativa es destructiva?
R. No es destructiva por sí misma, solo es deficiente. Pero las actividades que empiezan con la emoción negativa son siempre destructivas, no pueden ser nada más. Muy a menudo, la gente no se da cuenta de esto.
P. No veo cómo podré alguna vez estar seguro sobre en qué categoría poner una actividad.
R. Usted sabe bastante para empezar. Para cada resultado, hay cierto método. Diferentes métodos tienen resultados diferentes. Si tiene un tronco de madera ha de tratarlo de modo distinto de como tratará a un enfermo. No interesa colocarlos en diferentes categorías. El ejemplo es el comienzo del todo. Tratamos de fingir que las cosas son más difíciles de lo que son, pero en realidad sobre eso lo sabemos todo. Sabemos que el asesinato es una actividad, y que escribir poesía es una actividad diferente. No podremos asesinar con buen éxito con la clase de energía usada para escribir poesía.
P. ¿También hay diferentes tipos de pensar, paralelos a los diferentes tipos de actividad?
R. Sí, ciertamente. Cada clase de actividad tiene su propio modo de pensar, aunque no somos conscientes de ello. Pero lo que sucede es que la gente actúa de un modo y piensa de otro. A veces ambos coinciden, pero a menudo están en mala relación recíproca.
P. ¿Pero la acción no es el resultado del pensamiento? ¿El pensamiento correcto no significa siempre una acción correcta?
R. No, absolutamente no. Uno puede pensar correctamente y actuar incorrectamente. Entender es una cosa: la voluntad y el designio, el esfuerzo y la decisión son otra: hay dos grados diferentes de la cuestión. Puede decirse que el recto pensar es un paso hacia la acción correcta, pero aún no significa que la acción sea correcta.
P. ¿Cómo puede uno ponerse a usar la tríada correcta?
R. En los momentos de esfuerzo, o inmediatamente después, usted puede darse cuenta de que es un esfuerzo equivocado, que con él no podrá obtener lo que quiere. Para cada objetivo definido hay un esfuerzo correspondiente. Si se atrapa usando un esfuerzo equivocado, eso significa que es una tríada equivocada. Puede ser que usted no sea capaz de usar la tríada correcta, pero puede detener el uso de una equivocada.
Lo que es nuevo sobre esta idea de las actividades es que son diferentes en sí mismas. Para nosotros, la acción es acción. Actualmente, basta entender que los resultados de las acciones que vemos en la vida (particularmente no nos gustan o les encontramos defectos) se debe, a menudo, a las tríadas equivocadas usadas para alcanzar un objetivo dado. Si entendemos esto, entenderemos que, mediante una actividad dada, tendremos que arribar solo cuán arribamos y a ninguna otra parte. Para arribar a algún otro lugar, hemos de usar una actividad diferente. Pero, actualmente, no podemos escoger, porque no sabemos.
P. ¿Puede uno aprender qué acciones usar?
R. Sí, ciertamente. Usted puede aprender del trabajo. El trabajo de la escuela puede hacerse de un solo modo. Es decir que trate de un modo, de otro modo, de un tercer modo y, más tarde o más temprano, llegará al modo correcto. En las condiciones normales, usted no podrá ver los resultados de sus acciones, hay demasiadas posibilidades de autoengaño; pero, en el trabajo de la escuela, usted no puede engañarse. Obtiene algo o no lo obtiene, y puede obtener algo solamente de un modo. Hay otros métodos de aprender sobre las diferentes clases de acción, mediante el entendimiento intelectual, pero esperaremos para eso. Me agradaría que, primero, entienda mejor el principio general.
Vea, el esfuerzo, el objetivo, el motivo, todo entra en la palabra «acción» y la idea de acción, de modo que las acciones están conectadas con el motivo pero no en el sentido que usted piensa. Cierta clase de resultado solo puede obtenerse mediante una acción apropiada; al mismo tiempo, el motivo también determina la acción. El motivo es, a veces, importante, pero con los mejores motivos posibles uno puede hacer las peores cosas posibles, porque usamos un esfuerzo equivocado, y un esfuerzo equivocado producirá un resultado equivocado. Suponga que usted quiere construir algo y usa la clase de esfuerzo que solo puede usarse para la destrucción; entonces, en vez de construir, solo destruirá las cosas, con las mejores intenciones.
Le he dado algunos ejemplos, trate de encontrar paralelismos. Trate de pensar, por ejemplo, que ni la acción que construye una casa ni la acción que la incendia puede pintar un cuadro; al mismo tiempo, la acción por la cual usted pinta un cuadro no es necesaria para construir una casa: para eso se requiere un esfuerzo mucho más simple. Solo unas pocas personas pueden pintar buenos cuadros, pero todas pueden tomar parte en la construcción de una casa. Entonces, el mismo esfuerzo que es necesario para construir una casa no basta para inventar, digamos, una nueva clase de campanilla eléctrica. Y la acción por la que usted inventa una campanilla eléctrica no producirá un buen cuadro. Las diferentes clases de acción significan tríadas diferentes, pero actualmente es mejor dejar las tríadas y no pensar qué acción significa cuál tríada, pues eso solo le hará perder el significado de la idea. Solo deberá tratar de ver las diferencias. Por ignorancia o impaciencia, las personas usan a menudo las tríadas equivocadas y explican su fracaso como obra de la mala suerte, o del demonio, o de un accidente.
P. Cuando se lleva a cabo cierta acción, ¿ha de tratar de pensarse cómo esa acción particular se compara con los ejemplos que usted mencionó?
R. Mediante el entendimiento emocional hemos de pensar si la acción corresponde a nuestro objetivo. Entonces, en parte mediante la mente, en parte emocionalmente, podremos darnos cuenta de si el camino que seguimos podrá conducirnos o no al resultado deseado. A veces, podemos sentir esto. Entonces, podemos detener esto o tratar de hacerlo de otro modo.
Por ejemplo, usted charla con alguien, tratando de persuadir a esta persona de que usted tiene razón sobre algo y que ella está equivocada. Cuanto más arguye usted, aquélla más se convence de que tiene razón. Deténgase, y puede ser que, de repente, usted vea que esta persona le entiende. Esto sucede muy a menudo. Cuanto más arguye usted, a ella le es más difícil entender. O incluso puede pretender que está de acuerdo con ella y, de esa manera, le hace entender lo que usted quiere. Éste es solo un ejemplo, pero usted mismo podrá encontrar muchos ejemplos.
P. Supongo que en un caso como ése, deberíamos ser capaces de saber si argüir o ponernos de acuerdo.
R. Si usted no se identifica, lo verá. Argüir es un modo de persuadir, ponerse de acuerdo es otro. Generalmente, lo que nos impide ver qué método usar es la identificación. Es una cuestión de enfoque. Algunos enfoques están bien y otros están mal. Si sigue observando, lo verá.
P. Con respecto a la ley de los tres, ¿puede uno observarla en la vida diaria?
R. Sí, en el estudio de sí se puede, pero con paciencia. Verá que el sistema desempeña siempre el papel de la tercera fuerza entre el deseo de cambio y la inercia. Si tenemos suficiente suministro de la tercera fuerza, tenemos buen éxito. En el trabajo, la primera fuerza es el deseo de aprender y la decisión de trabajar: la segunda es la resistencia. Cuanto más trabajamos, más resistencia crece. Solo con la ayuda del sistema podemos vencer la resistencia. Es cuestión de consciencia y voluntad.
Bien, trate de hablar sobre alguna otra cosa. No podemos apresurarnos con esta cuestión de las diferentes acciones. Está realmente más allá de nuestras posibilidades de entender por ahora, pero si vamos lentamente, podemos obtener algo de esto. Casi cada idea del sistema es una prueba. Si uno puede pasar una prueba, podrá ir más allá.
Tengan a bien formular algunas preguntas y trataré de contestarlas. Muchas cosas se olvidan y oscurecen porque olvidamos el punto de partida. Pero, en el momento en que conectamos las cosas con el comienzo, vemos por qué sobrevinieron, dónde van y qué queremos obtener. Entonces, nos damos cuenta de lo que hemos conseguido del sistema y vemos que no podemos esperar más porque el material que tenemos no está suficientemente digerido. Debemos recordar siempre el punto de partida, recordar que no está simplemente conectado con las palabras sino con la búsqueda de lo milagroso. El sistema no tendría significado si no fuera la búsqueda de lo milagroso.
Por ejemplo, me asombra que no formulen más preguntas sobre la separación entre «yo» y (por mí). «Uspenskiï», porque debe haber muchas cosas que aún no son claras para ustedes. Al hablar, al escribir, al pensar sobre el trabajo o las personas del trabajo, uno debe preguntarse siempre: «¿Quién está hablando?», «¿Quién está escribiendo?», «¿Quién está pensando?». Si hacen eso, entonces, después de poco tiempo, podrán distinguir quién está hablando y empezarán a reconocer las diferentes voces. Deberán conocer su falsa personalidad y descubrir sus rasgos, sus rostros, manifestaciones y voces. Deberán saber en qué consiste. A veces, podrán oír realmente cuando la falsa personalidad hable. No es de mucha utilidad seguir sin eso, pues solo seguirán dando vueltas y vueltas en el mismo círculo y retornando siempre al mismo sitio. Cuando puedan estar seguros de que es realmente «ustedes», podrán hablar. Ya deben conocer y desconfiar de su falsa personalidad.
P. Si hacemos esto, ¿acrecentaremos nuestro progreso en el trabajo?
R. No puede garantizarse nada. Lo importante sería hacer eso sin cuestión de recompensa futura, porque la idea de la separación es suficientemente importante en sí misma.
P. ¿Cómo podré poner más presión en mi trabajo para despertar a mi deseo, a fin de que combata a la falsa personalidad?
R. Atrape un momento en el que su falsa personalidad quiera hacer algo o no quiera hacer algo, y deténgala. Cuando descubra un conflicto entre usted y ella, de usted dependerá cómo actuará. Si empieza peleando, esto crea una tormenta emocional. Si no hay lucha, las emociones están dormidas. Todas las cosas sobrevienen a través de la fricción, la fricción entre el lugar en el que puede crecer el «yo» y la falsa personalidad. El trabajo sobre uno mismo empieza desde el momento que uno siente esta división entre aquello en lo que uno confía en uno mismo y aquello en lo que no confía. Aquello en lo que uno confía es creado enteramente por el trabajo. Antes era tan solo un lugar vacío, pero si uno empieza a trabajar, algo empieza a solidificarse. Pero, repito, uno podrá conocerlo mejor y tenerle más confianza solamente si conoce su propia falsa personalidad, de lo contrario, la falsa personalidad se mezclará con eso y pretenderá ser el «yo» real, o el comienzo del «yo» real.
P. ¿La falsa personalidad es una especie de máscara?
R. Las personas usan una u otra clase de máscara y creen que son exactamente como esta máscara, cuando en realidad son absolutamente diferentes. Cada uno de nosotros tiene varias máscaras, no una sola. Observe sus propias máscaras y las máscaras de los demás. Trate de darse cuenta que, en diferentes circunstancias, usted tiene máscaras diferentes y advierta cómo las cambia, cómo las prepara, etc. Todos tienen máscaras, pero empiece con la suya. Nunca estudiamos las máscaras, de modo que debemos estudiarlas; es utilísimo. Muy a menudo empezamos a adquirir máscaras en una edad muy temprana; hasta los escolares usan una máscara con un maestro y otra máscara con otro maestro.
P. ¿Es una especie de autoprotección, o es una imitación?
R. Es una especie de autoprotección, y sin embargo no es eso solo. A veces, como usted dice, tiene que ver con la imitación. Usted podrá ver cincuenta o a veces quinientas personas que usan la misma máscara.
P. Si usted se quita la máscara, ¿qué encontrará debajo?
R. Eso no es tan fácil. Descubrirá que detrás de esta máscara hay otra máscara. O, si no trabaja, no podrá quitársela: crece en la cara. Pero si usted trabaja, esta máscara no es necesaria en absoluto y, sin ella, la vida se vuelve más fácil, hay menos mentira.
P. ¿Una máscara no es a veces un ideal con arreglo al cual uno vive? A veces hace aparecer mejor de lo que uno realmente es.
R. A veces mejor. He ahí por qué dije que no solo es protección. Vea, queremos conocernos. Cuando descubramos algo en nosotros que no conocemos, tenemos que estudiarlo. Pensamos que nos conocemos, y ahora descubrimos que todo lo que conocemos son máscaras, y que las máscaras cambian. Qué son, cómo llegan, cuál es su designio: ésa es otra cuestión. Tenemos que estudiar las máscaras mismas, no la teoría de las máscaras. Siempre tratamos de escapar metiéndonos en teorías: las teorías son seguras.
P. ¿Es posible ver la falsa personalidad en conjunto?
R. Es posible, pero no de inmediato. Es necesario trabajar, estudiarla en usted y en los demás; luego, poco a poco, la verá como un todo, pero durante largo tiempo solo la verá desde un lado u otro. Incluso eso es mejor que nada. Pero debe darse cuenta y no olvidar nunca que está allí. Ése es el primer objetivo de las escuelas. Si la falsa personalidad permanece en la cima, usted no podrá tener nada: ella se lo llevará todo.
P. Respecto de las diferentes voces, advierto que mi voz cambia con diferentes emociones y personas diferentes.
R. Quien tiene oídos para oír puede oír muchos cambios de voz. Cada centro, cada parte del centro, cada parte de una parte del centro tiene una voz diferente. Pero pocas personas tienen oído para oírlas. Para quienes pueden oír, es fácil distinguir muchas cosas. Por ejemplo, si usted dice la verdad, es una voz; si miente, es otra voz; si basa las cosas en la imaginación, es otra voz aún. Esto es absolutamente inconfundible.
P. ¿Usted se refiere a la entonación?
R. Sí, y también al sonido real de la voz. Si se ejercita para escuchar, el centro emocional podrá oír la diferencia.
P. Usted habló sobre la posibilidad de una separación incorrecta. ¿Qué quiso decir con eso?
R. Suponga que, a todo lo que me gusta, lo llamo «yo», y a todo lo que me disgusta, «Uspenskiï»; ésa sería una separación incorrecta. El «yo» desde el cual observo es un punto, no tiene aún existencia material, es solo el embrión desde el cual podrá crecer el «yo». Si le doy existencia material, eso estaría mal.
P. ¿No ha de darse algún peso a eso?
R. Sí, pero solo en relación con el trabajo. Quien recuerda el objetivo, quien quiere trabajar es el «yo», el resto es «Uspenskiï».
P. Siento que, en mi, no hay nada en lo que pueda confiar. Si consigo un momento de entendimiento, la falsa personalidad parece tomarlo y la parte de mí que entendió, se fue. ¿En qué puedo confiar?
R. Esta sensación de que no se puede confiar en uno mismo sobreviene en diferentes momentos en el trabajo: como un engaño, como una excusa, o sobreviene en la forma real. Pero esto es después; por ahora, es el darse Cuenta de la mecanicidad. Para el trabajo son necesarios cierto tiempo y cierta persistencia. Ahora usted deberá hacer lo que pueda; con el tiempo, será capaz de medir los resultados de su trabajo.
P. ¿La vanidad es una esencia de la falsa personalidad?
R. Es uno de los rasgos de la falsa personalidad en uno u otro sentido. En algunas personas, puede ser el rasgo principal, y luego es muy evidente y visible, pero muy a menudo estos rasgos están detrás de otras cosas y no se muestran.
P. Si el trabajo contra la falsa personalidad es un proceso, ¿eso significa que uno puede subir y bajar?
R. Sí, y deberá entender en usted el poder y la magnitud de la falsa personalidad; entonces entenderá que, muy a menudo, las personas no tienen nada más, o aunque tengan alguna posibilidad, está muy contrapesada por la falsa personalidad. La falsa personalidad lo decide todo. En la vida corriente, la falsa personalidad controla todos los momentos, salvo quizá los momentos en que uno lee o piensa algo. Pero cuando uno trabaja y el centro magnético empieza a crecer, a veces sucede que la falsa personalidad puede desaparecer durante diez o quince minutos y darle al centro magnético una oportunidad para que se manifieste. He ahí cómo la falsa personalidad desaparece. No desaparece enteramente, tan solo se marcha por un tiempo. He aquí por qué debemos tratar de hacerlo: hacerla desaparecer durante un tiempo.
P. ¿Es solo por separación que uno podrá trabajar sobre la identificación?
R. Solamente. Sin darse cuenta de la diferencia entre el «yo» y la falsa personalidad, todos los esfuerzos solo fortalecen el lado más débil. Como dije, esta separación es la base de todo el trabajo sobre uno mismo. A menos que esta idea se entienda, nada podrá alcanzarse; en todo, uno deberá empezar desde eso. Ésta es la diferencia real entre las personas que están en el trabajo y las que no lo están. Las personas que no están en el trabajo piensan que son lo que son. Las personas que están en el trabajo ya entienden que no son lo que parecen ser. Esta separación deberá pasar a través de muchas fases, pero deberá empezar.
P. Cuando veo qué globo de falsa personalidad soy yo, ¿la cuestión es tratar de ver cómo tomé por ese camino?
R. Usted tiene que estudiarse. Una sola cosa podrá ayudarle y cambiar su posición, y ésa es conseguir conocerse mejor. Esto implica muchas cosas. Hay diferentes grados y honduras de darse cuenta y entender. Cuando uno entienda suficientemente, hará algo, no será capaz de sentarse y dejar que las cosas sigan por si solas. Trate de formular su pregunta más concretamente: ¿qué es lo que estuvo tratando de hacer y qué descubre que no podrá? Entonces podremos discutirlo. Quizá usted empiece desde lo equivocado, de un modo equivocado.
P. ¿Puede encontrarse responsabilidad en uno mismo?
R. Ciertamente. ¿Pero en relación con qué? Usted empieza cierto trabajo; tiene una responsabilidad hacia este trabajo: por lo menos, debería tenerla. ¿Pero quién? Si a todo lo llama «yo», deberá saber ahora que hay muchos «yoes»; algunos tienen responsabilidad, otros no tienen responsabilidad, porque no tienen nada que hacer con este trabajo. Es solo cuestión de observación para ver eso.
P. Veo que todo esto retorna a la cuestión de cómo entender más.
R. Estoy tratando de explicar, primero, cómo deberá estudiarse. Debe encontrar su obstáculo particular que le impide entender. Cuando lo halle, deberá luchar con él. Eso exige tiempo, no puede encontrarse en seguida, aunque en algunos casos es tan claro que uno puede verlo casi inmediatamente. Pero en otros casos es necesario trabajar antes de que uno pueda verlo.
P. ¿El trabajo de grupo ayudará a esto?
R. No debe poner demasiadas esperanzas en el trabajo de grupo, porque, aunque es útil para mostrar muchas cosas, experimentar, comprobar, etc., en el trabajo de grupo uno está en una atmósfera artificial, en circunstancias artificiales. En el momento en que uno sale de un grupo, está en las circunstancias naturales. De modo que el trabajo puede mostrar el camino, pero el trabajo deberá ser en circunstancias corrientes. ¿De qué sirve si usted es muy bueno en un grupo, y se identifica y se vuelve una máquina en el momento en que sale del grupo? Eso será absolutamente inútil.
P. Si aquí alguien de una escuela tiene un rasgo muy malo, como mal genio, ¿se le da asistencia especial para que lo venza?
R. Solo cuando uno ha estudiado y usado todos los métodos generales, llega a las características especiales. Es necesario ubicar este rasgo, encontrar la causa. Las causas pueden ser diferentes. Algún rasgo malo puede ser tan fuerte que sea el último en irse: uno no puede decirlo de antemano. Si usted empieza a luchar con los obstáculos en el orden incorrecto, no obtendrá resultados. Al mismo tiempo, es necesario tener eso en vista.
P. Si se trata de una emoción negativa y se la observa y resiste, ¿aquélla cambia?
R. Depende de la emoción. En la mayoría de los casos, simplemente se demora. No sabemos cómo resistir. Para cada emoción hay una llave especial. Debemos encontrar la llave maestra, y para esto es necesario, primero, conocer la máquina.
P. Si uno se siente deprimido o irritado, ¿qué pasos podrá dar contra eso?
R. Uno deberá, primero, tratar de recordarse y, segundo, recordar que lo que está deprimido no es uno mismo sino el propio cuadro imaginario de uno mismo. El progreso del hombre comienza desde el momento en que se da cuenta de que él es una cosa y su cuadro imaginario de sí mismo es otra cosa. Cuando ve que es más pequeño, más débil de lo que pensaba, que es todo un simulador, está en el camino hacia el desarrollo. Prácticamente no es nada, pero es bastante para desarrollarse.
P. Puesto que no tengo un «yo» permanente, si trato de no identificarme con un «yo», ¿me identifico con otro?
R. Debe entender que usted recibió ciertas ideas del mismo modo que el señor Gurdjieff las explicó, esto es, gradualmente, primero dando un aspecto de una idea, y luego, otro. Muchas cosas primero se explican de un modo elemental, y luego se añaden más pormenores. Cuando hablamos de un hombre que no está en el trabajo, decimos que no tiene «yo». Si un hombre empieza a trabajar y hace esfuerzos, esto ya significa cierto estado; tiene centro magnético, y el centro magnético es el comienzo del «yo». De modo que no tiene más derecho a decir que no tiene «yo». Naturalmente, no puede decir que tiene un «yo» completo y permanente, pero ya debe tener una línea de acción, y esto deberá significar un «yo». Éste no está plenamente consciente todavía, pero crece.
P. ¿Cuál es la clase de cosas que hay que buscar al tratar de separar la falsa personalidad del resto de uno mismo?
R. Es necesario entender los rasgos de la falsa personalidad: qué la compone. Usted puede ser capaz de verla en las vislumbres que recuerda de la edad a la que puede atribuir el comienzo de la falsa personalidad.
En nosotros hay dos cosas que son permanentes: los amortiguadores y las debilidades o los rasgos de la falsa personalidad. Cada uno tiene una, dos o tres debilidades particulares, y cada uno tiene ciertos amortiguadores que son especialmente importantes, pues entran en todas sus decisiones y su entendimiento de las cosas. Esto es todo lo permanente en nosotros, y tenemos la fortuna de que no haya nada más permanente, porque estas cosas pueden ser cambiadas. Los amortiguadores son artificiales, no son orgánicos, son adquiridos principalmente por imitación. Los niños empiezan a imitar a los adultos y crean amortiguadores, y algunos otros son creados inconscientemente por la educación. A veces, los rasgos o las debilidades pueden averiguarse, y si uno conoce un rasgo y lo conserva en la mente, puede encontrar ciertos momentos en los que no puede actuar desde este rasgo. Todos tienen muchos rasgos, pero dos o tres son particularmente importantes porque entran en cada situación subjetivamente importante de la propia vida; todo pasa a través de ellos, todas las percepciones y todas las reacciones. Es muy difícil darse cuenta qué significa esto, porque estamos tan acostumbrados a ello que no lo notamos; estamos demasiado en esos rasgos, no hemos conseguido bastante perspectiva.
P. ¿El rasgo principal deberá ser necesariamente malo?
R. Es la debilidad principal; lamentablemente, no podemos pensar que nuestro rasgo principal sea la fuerza, porque no tenemos fuerza.
P. ¿Cómo puede ser debilidad, si no hay no debilidad?
R. Eso significa mecanicidad. Somos mecánicos en todas las cosas, pero, en una o dos cosas, somos particularmente mecánicos y particularmente ciegos; he ahí porqué son las principales debilidades, pues no podemos verlas. Otras cosas, que no son debilidades, podemos verlas.
P. ¿A qué llamaría usted debilidad? ¿Usted juzga mediante normas éticas?
R. No. Como dije, una debilidad es una cosa en la que usted es muy mecánico. Naturalmente, las cosas respecto a las cuales usted está absolutamente desvalido, en las que está muy dormido, muy ciego, deberán ser sus principales debilidades, porque en todo hay grados. Si no hubiera grados en nuestras cualidades y manifestaciones, sería muy difícil estudiarlas. Podemos estudiarnos solo debido a estos grados. Ni siquiera los rasgos son siempre los mismos; a veces, se expresan más definidamente, y a veces, en casos raros, se nos muestran un poco, y solo de ese modo pueden encontrarse. Pero los rasgos son difíciles de ver en uno mismo. Usted se dará cuenta mejor de lo que significa ser más mecánico y menos mecánico si tomamos otro ejemplo, digamos, la enfermedad. Si estamos enfermos, al punto nos volvemos más mecánicos; no podemos resistir el mundo externo ni siquiera sus cosas tanto como las resistimos corrientemente.
P. Usted dijo que no tenemos nada, salvo debilidades. ¿Seguramente, el deseo de ser libre no es una debilidad?
R. Puede haber una cosa u otra clase de deseo. Suponga que uno se dé cuenta de su propia debilidad y desee librarse de ella, y que al mismo tiempo no desee aprender los métodos para librarse de esta debilidad. Ésta sería una segunda debilidad, que ayuda y protege a la primera debilidad.
P. Pero ¿y si uno hace esfuerzos constantes?
R. Nuevamente, esa voluntad pertenece a su otro lado, al que llamo «usted». Este «usted» no es un poder ni una fuerza, es meramente una combinación de ciertos deseos, deseos de librarse de algo. Si usted se da cuenta que algo está mal, y formula un deseo de librarse de eso, entonces si usted puede mantener su mente sobre eso suficiente tiempo, eso se convierte en cierto plan de acción; y si esta línea de acción es suficientemente prolongada, podrá alcanzar resultados. Solo que es necesario añadir nuevamente que, para alcanzar resultados, se necesitan varias líneas diferentes de acción, no tan solo una línea. Tenemos que trabajar al mismo tiempo sobre una cosa, y otra cosa, y una tercera cosa. Si trabajamos sobre una línea sola, no llegaremos a ninguna parte.
P. No entendí cuando usted dijo una vez, que no podemos cambiar nada sino que debemos actuar de diferentes maneras.
R. Trate de pensar: mientras sigamos siendo todavía como somos, tenemos que actuar de diferentes maneras. No podrá cambiar de inmediato, el cambio es lento. Pero tiene muchas cosas que hacer, y si las hace de modo equivocado, jamás cambiará. Ser una máquina no es una excusa, aunque la gente acostumbre emplearla: «Soy una máquina, no puedo cambiar nada», y de esa manera lo hace todo como antes. Antes que usted llegara al trabajo, todo lo explicaba mediante el accidente. Ahora llega a la conclusión de que mañana será lo mismo que hoy, a menos que usted cambie. No puede cambiar, pero tiene que «hacer». De modo que es necesario entender sobre qué líneas usted deberá hacer las cosas de diferente manera. Todo el mundo tiene dos o tres cosas particulares con las que está acostumbrado a actuar de cierto modo y con las que deberá tratar de actuar de modo diferente. Estas cosas no son las mismas para distintas personas. ¿Recuerda lo que dije sobre el conocimiento y el ser? La idea es cambiar el ser exactamente en ese punto que es difícil para cada persona. Una persona deberá entender ciertos rasgos y evitarlos, otra deberá entender lo que le falta y tratar de adquirirlo, y así sucesivamente. He aquí por qué es necesaria la escuela. Necesitamos el recuerdo constante de muchas cosas.
P. ¿Cómo podré hacer mejor uso de los momentos en que siento lo milagroso del sistema?
R. Haga esfuerzos más regulares, no esfuerzos ocasionales. ¿Sabe por qué hablo siempre de esto? Porque es un autoengaño pensar que uno podrá despertar sin un trabajo especial y prolongado. Debemos darnos cuenta de cuán difícil es esto. Pensar, no pensar, charlar, no charlar, sentir, no sentir, todo nos mantiene dormidos. Ahora hablamos teóricamente de esto, pero el trabajo no puede ser teórico. El hecho de que uno está dormido deberá convertirse en un darse cuenta permanente, uno deberá sentirlo emocionalmente. Pero, por sí mismo, este darse cuenta no lo despertará a uno: son necesarios esfuerzos especiales para despertarse por un momento.
P. ¿No es necesario estar bien despierto para formular el propio objetivo?
R. Ésta es otra cosa. Darse cuenta y entender son posibles en una especie de semisueño: así como uno puede encontrar el camino hacia su casa, de igual modo podemos encontrar el camino hacia nuestro objetivo. Despertar es un largo proceso.
P. ¿La vacilación entre dos objetivos diferentes es una señal de sueño?
R. En parte de sueño, y en parte de entendimiento incompleto. Cuando uno sabe que es muy importante, carece de vacilación.
En lo que ahora debemos pensar es en los métodos: cómo despertar, qué formas de trabajo son mejores. ¿Pero de qué vale hablar sobre los métodos para despertar si uno no se da cuenta plenamente del hecho del sueño? ¿Qué piensa sobre eso, qué siente sobre el estado en que está, tiene algunas observaciones? Esto es muy importante, porque hay muchas cosas sobre las que podemos hablar seriamente solo si no tenemos dudas acerca de este punto. De modo que es necesario pensar sobre este estado y sus diferentes efectos y consecuencias. Si usted toma un día de su vida y trata de inspeccionarlo, verá que hay muchas cosas que no habría hecho si usted no hubiera estado dormido, porque fueron innecesarias o equivocadas, o que hizo muchas otras cosas antes que una cosa particular, porque para esa cosa particular era necesario estar despierto. Todas estas conversaciones, sistemas, teorías, pueden ayudar solamente si, junto con esto, trabajan sobre ustedes mismos.
P. Uno se da cuenta del peligro de estar dormido, ¿pero se cuenta con algo que compense el creciente temor de lo desagradable que el despertar procura?
R. Si estoy dormido y no lo sé, los peligros son precisamente los mismos, de modo que si empiezo a ver los peligros, es mejor que no verlos, porque entonces podré evitarlos.
P. Me encuentro con que cuando descubro un método para inducir mi propio recuerdo, esto funciona unas pocas veces y luego se consume.
R. Debe cambiar siempre esos métodos; no funcionan largo tiempo: eso es parte de nuestro estado. Tómelo como un hecho; no hay necesidad de analizarlo. Esto está conectado con el principio fundamental de toda la vida mental y física. Las asociaciones permanentes no las sentimos: solo notamos los cambios. De modo que, cuando se acostumbra a ellos, usted tiene que fabricar algún género de alarma; luego, usted se acostumbra a esta alarma, que no funciona más. Si usted hace que su despertador suene permanentemente, solo lo notará cuando deje de sonar.
P. ¿El darse cuenta de estar dormido crea su propia fuerza para despertar?
R. Si uno se da cuenta que está dormido, deberá estudiar los medios y los métodos para despertar, pero esto deberá cesar de ser una palabra; deberá convertirse en un hecho basado en la observación. Solo entonces es posible hablar con más precisión y más prácticamente sobre ello. Cuando uno se da cuenta de que está dormido, en ese momento ya está semidespierto, pero eso no es durante bastante tiempo; en el momento siguiente, algo empieza a dar vueltas en la propia cabeza y uno es transportado otra vez hacia el sueño. He ahí porqué uno no puede despertar por sí mismo, por qué son necesarios los métodos acabados: uno deberá ser sacudido y sacudido.
P. ¿Y quién habrá de dar la sacudida?
R. Ésa es la cuestión. Cierta cantidad de personas que quieran despertar deberán convenir entre ellas que cuando una esté dormida, otra la despierte y la sacuda. Pero, formular tal acuerdo requiere sinceridad: esas personas deberán querer despertar realmente y no deberán enojarse ni ofenderse cuando las sacudan.
P. ¿A qué clase de sacudida se refiere usted?
R. A una sacudida corriente. Una persona encuentra un modo, otra persona, otro. También son necesarias las alarmas, pero es más necesario aún recordar cambiarlas tan a menudo como sea posible. Si uno se siente cómodo, está dormido, pero si uno se pone en una posición incómoda, eso le ayuda a despertar. Las cosas agradables solo ayudan al sueño.
P. ¿Uno puede encontrar sus propias alarmas?
R. Uno puede tratar, pero es necesario tener cambio y variación constantes y elegir las cosas que lo despertarán. De otro modo, podremos despertar durante un segundo, decidir mantenernos despiertos e imaginar que lo estamos, cuando en realidad estamos haciendo todo esto en un sueño, con alarmas de sueño. He aquí porqué es necesario un control constante, y una verificación constante en cuanto a si realmente lo despiertan a uno o simplemente crean nuevos sueños, o si tan solo uno no las oye más. No hay razón de encarar una cosa demasiado grande; pero si uno trata de asumir algún hábito pequeño y controlarlo, eso puede servir como alarma, pero solo alrededor de una semana. A la semana siguiente, habrá que encontrar otro, tal vez algo conectado con la gente con que uno vive o algo parecido. Uno deberá encontrar muchas alarmas.
P. Descubro que estoy más consciente de mí cuando estoy solo, de modo que trato de ver tan pocas personas como es posible.
R. No, no, debe tratar de recordarse en todas las condiciones. Si se recuerda cuando está solo, se olvidará cuando esté con la gente, y si se recuerda entre la gente, se olvidará cuando esté solo. Si usted se limita a un conjunto de circunstancias, pierde de inmediato. El mejor tiempo para recordarse es cuando las circunstancias son muy difíciles, y las circunstancias más difíciles no son cuando usted puede escoger estar solo, sino cuando usted no tiene alternativa. ¿Y por qué las circunstancias muy difíciles son las mejores? Porque, entonces, recordarse da los mejores resultados. En circunstancias fáciles, si usted decide estar solo o no estar solo, puede obtener algunos resultados; pero si se encuentra en una situación muy difícil y, sin embargo, se las arregla como para recordarse, los resultados serán absolutamente inconmensurables.
P. ¿Hay alguna acción que uno pueda emprender, además de recordarse, para desanimar la consideración interna?
R. Obre de ese modo y te resultará patente. Todo es lo mismo: si usted considera, no puede recordarse. Si quiere detener la consideración, deberá recordarse; sin recordarse, no podrá detener la consideración.
P. ¿El recordarse ayuda a inspeccionar algo como una salud endeble?
R. De eso no conozco. Ése es un trabajo de médico, no nuestro. Se nos dijo que produce ciertos efectos químicos, pero no de inmediato. Podemos estudiarlo psicológicamente; no conocemos sobre química, pero podemos decir que nos sentimos diferentes. Hablando en general, puedo decir que, cada vez que uno trata de estudiar el sistema desde un punto de vista utilitario, eso fracasa. El sistema no está hecho para eso. En algunos casos, recordarse puede producir un resultado físico que uno no espera, pero si trata de trabajar para este resultado, eso no sucederá.
P. ¿Pero la salud física no es importante?
R. Ciertamente, uno debe tratar de estar más o menos sano, de modo que si uno está enfermo, deberá ver a un médico respecto a eso. La cuestión de la salud es importante, pero usted no puede ponerla junto con la cuestión de la consciencia. Usar estas ideas en interés de la salud sería absolutamente fútil, aunque muy inesperadamente pueda ayudar.
P. ¿La consciencia requiere atención y voluntad dirigidas?
R. Todas estas cosas: atención, consciencia, unidad, individualidad, voluntad, son matices diferentes de la misma cosa. Las dividimos, pero son las mismas. Podemos tenerlas a todas durante breves momentos, pero no podemos conservarlas. Si se observa durante un tiempo suficientemente largo, las encontrará, por momentos, prácticamente a todas. Pero solo momentos. Nuestro objetivo es aumentar estos momentos, fortalecerlos, fijarlos, como usted fija una fotografía.
P. ¿Cómo ha de hacerse eso?
R. Todo el trabajo conduce en la misma dirección. No ayudará el encontrarle nombre a las cosas que no poseemos. Es necesario hacer algo sobre eso.
P. ¿Los momentos de atención dependen de la ausencia de distracción?
R. Siempre hay distracción, solo que debemos tener control. Si confiamos en las circunstancias, el trabajo será en las partes emocionales de los centros, no en las intelectuales. Si es en las partes intelectuales, necesitará atención dirigida. Nuestros centros están allí, plenamente desarrollados, esperando ser usados, pero no usamos sus partes superiores.
P. ¿Uno tiene que sacrificar algo, además de «todo disparate», a fin de alcanzar los estados superiores?
R. «Disparate» quizá sea una buena palabra. Pero cuando usted lo sacrifica, para usted no es un disparate. Objetivamente, puede ser un disparate, pero si usted siente que lo es, no sería un sacrificio.
P. En mí hay un conflicto, y aunque sé lo que quiero, eso no constituye diferencia alguna. Aún hago lo que es malo para mí.
R. Esto significa que usted solo conoce. Ser capaz de «hacer» es diferente. El conocimiento por sí mismo no da poder bastante como para hacer lo que usted quiere. Tiene que acumular energía lentamente, principalmente mediante la lucha con la imaginación, con la expresión de las emociones negativas, con la charla, etc. Esto le dará la posibilidad de hacer lo que es mejor para usted.
P. ¿Si se tuviera una actitud diferente hacia las cosas, las emociones serían diferentes?
R. ¿Qué actitudes diferentes? ¿Y qué cosas? ¿Cómo podré responder? Hay millones de cosas en el mundo y millones de actitudes diferentes. Vea, ésta es una cuestión práctica; no puede formularse en este lenguaje. Trate de ver cómo le sonará su pregunta a otra persona, porque usted sabe lo que quiere decir con cosas diferentes y actitudes diferentes, pero yo no lo sé.
P. Estoy preguntando en conexión con las actitudes correctas como arma contra las emociones negativas. ¿Una actitud significa aceptación o rechazo?
R. No es cuestión de rechazar, sino de entender. Cuando hablo sobre actitudes correctas y equivocadas a este respecto, quiero decir actitudes hacia las emociones negativas en general, y las emociones negativas en general son un tema de conversaciones sobre el funcionamiento de la máquina. Cuando usted hable de su observación o de su trabajo personal, debe describir a qué emoción negativa se refiere: celos, temor, ira, etc. No puede haber generalización, porque las emociones negativas son muy diferentes y las actitudes son diferentes. Sobre una, usted puede decir una cosa; y sobre otra, otra cosa. Si consideramos a todas las emociones negativas juntas, tienen cierta cualidad común, pero cuando usted habla de sus observaciones, debe considerar las cosas sobre una escala diferente, no hablar de actitudes, emociones negativas, imaginación, identificación, como si fuesen cosas abstractas a diez mil millas de usted. Es posible usar estos términos para la explicación de los rasgos generales, pero no puede usarlos cuando habla sobre su trabajo. Usted tiene cierto trabajo personal que hacer. Viene con cierto objetivo, quiere conseguir algo, y dentro de usted algo se lo impide: y sin embargo habla de actitudes, emociones negativas, consideración, etc. Hable de cosas reales. Estos términos pueden estar en un libro, y usted habla como si estuviese tomando frases de un libro.
Debe entender que en nuestro sistema (o en cualquier sistema para ese tópico, sea reconocido o no) hay tres lenguajes diferentes, o tres modos de pensar: filosófico, teórico y práctico. Cuando digo «esto es teórico» o «esto es filosofía» en respuesta a una pregunta, eso significa que el lenguaje está equivocado. Usted no puede preguntar algo de modo filosófico y esperar una respuesta práctica. Una cuestión abstracta no puede tener una respuesta concreta.
Usted debe entender que la diferencia de significado entre estas palabras «filosófico», «teórico» y «práctico» es enteramente contraria al significado corriente que se les atribuye. El filosófico es el enfoque más fácil, el teórico es más difícil y más útil, y el práctico es el más difícil y el más útil de todos. Puede haber conocimiento filosófico (ideas muy generales): puede haber conocimiento teórico (cuando calcula cosas): y puede haber conocimiento práctico, cuando puede observar y hacer experimentos. En el lenguaje filosófico no habla tanto de cosas como de posibilidades: en otras palabras, no habla sobre hechos. En el lenguaje teórico, habla sobre leyes: y en el lenguaje práctico, habla sobre cosas en la misma escala que usted y todo lo que le rodea, esto es, sobre hechos. De modo que, realmente, es una diferencia de escala.
Las cosas pueden considerarse sobre estas tres escalas, y muchas cosas cambian completamente según la escala sobre la que son consideradas: son una cosa en la escala filosófica, muy diferentes si se las considera sobre la escala teórica, y sobre la escala práctica, otra vez enteramente diferentes. Trate de encontrar ejemplos. Algunas cosas pueden considerarse en las tres escalas, algunas solo en dos, y algunas en una. Hasta al hablar con uno mismo, no deberán mezclarse estas tres escalas; de otro modo, uno creará más confusión de la que ya hay y solo entenderá cada vez menos.
P. ¿Es práctico un esfuerzo para recordarse?
R. Puede ser práctico, puede ser teórico y puede ser filosófico.
P. La consciencia objetiva parece pertenecer a la escala filosófica.
R. Todo lo contrario: es muy práctica. Pero si se refiere a nosotros, entonces, ciertamente, la consciencia objetiva es una idea filosófica. Al mismo tiempo, es posible el estudio de las vislumbres de este estado. Si uno estudia estas descripciones y trata de encontrar semejanzas, puede volverse teórico.
P. Me agradaría entender más acerca de esta división. No sé que es práctico.
R. Quiere decir lo que usted puede hacer: en todos los sentidos. Solo que «hacer» puede ser en una escala u otra. Hacer es siempre más importante que pensar o charlar. De modo que si consideramos que pensar es filosófico, charlar, teórico, y hacer, práctico, lo práctico es lo más importante.
P. ¿Qué es el pensar filosófico?
R. Pensar en una escala muy vasta. Una cosa puede parecer muy bella en la escala filosófica; la misma cosa, considerada en la escala teórica puede ser una teoría muy estrecha y estúpida, y considerada prácticamente, puede ser un delito.
Cuando oí hablar por primera vez sobre la división en filosófico, teórico y práctico, me dijeron que las escuelas del conocimiento provenientes de una mente superior podrían dividirse en tres clases: las escuelas prácticas eran las más altas, y que luego venían las escuelas teóricas, y por último, las filosóficas. Pero, corrientemente, entendemos por prácticas, cosas como la jardinería, fabricar botas, etc. Por conocimiento teórico entendemos a la matemática, la geología, etc., y por conocimiento filosófico entendemos lo que habitualmente queremos: la filosofía. Pero según este sistema, las escuelas filosóficas son escuelas meramente preparatorias.
P. Cuando vine por primera vez a las pláticas, pensaba que la palabra «escuela» significaba una escuela del pensamiento, pero ahora parece ser tan solo como la escuela a la que yo asistía cuando niño.
R. Exactamente. No es cuestión de pensamiento, es cuestión de hacer.
P. ¿No es también una escuela del pensamiento, puesto que hacer debe provenir de pensar?
R. Ciertamente, debe haber cierta cantidad de pensamiento, pues sin pensar, nada puede hacerse; pero pensar es solo un proceso auxiliar, no es el objetivo. En una escuela del pensamiento, es suficiente pensar sobre la libertad, pero cuando queremos ser libres, no nos contentamos con pensar meramente en ello.
P. ¿Esta escuela sería de las tres clases en total o de una sola?
R. Pienso que es mejor decir de las tres en total. Tiene tres lados. Asimismo, algunas personas consideran filosóficamente al sistema, otras teóricamente, y otras, prácticamente. No debe olvidar que la misma cosa puede ser considerada de maneras diferentes.
P. ¿Entonces, este sistema está conectado con la filosofía?
R. No puede estar enteramente libre de ella. En algunos sentidos, es una forma legítima de pensar. Pero al pensar en el desarrollo del hombre, en el progreso del hombre, es mejor buscar hitos psicológicos y no hitos filosóficos. Los hitos psicológicos son hechos; los otros pueden ser imaginación. Aunque el intelecto del hombre trate sobre grandes problemas filosóficos, su ser puede estar en un nivel enteramente bajo. Pero si un hombre es más consciente, entonces pueden desarrollarse todos sus lados.
P. ¿Quién tasa los valores psicológicos?
R. Hay claros signos objetivos por los que se puede juzgar: normas interiores definidas. En cierto punto pueden volverse objetivas. Como dije, no buscamos hitos filosóficos, queremos hitos psicológicos. Es muy importante entender esto. Las conclusiones filosóficas pueden ser tan solo palabras, retórica, pero con respecto a los hitos psicológicos no puede haber error para con uno mismo.
P. ¿Usar el pensar filosófico implica pereza?
R. No necesariamente. A veces hay cosas que pueden considerarse filosóficamente, otras solo filosófica y teóricamente. Hay cosas hacia las cuales no tenemos un enfoque práctico y para las que debemos hallar analogías. De modo que, a veces, es enteramente correcto. Pero hay cosas que usted solo podrá considerar prácticamente, pues solo entonces podrá valorarlas.
P. Usted habló de «pensar en nuevas categorías». Esto me parece tan imposible como ser capaz de «hacer».
R. Enteramente correcto. Al mismo tiempo, cuando empiece a entender las diferentes categorías, será capaz de pensar, por lo menos a veces, de un modo diferente. Pero ésta no es la descripción total del pensar correcto. Muy a menudo usted no piensa en categorías correctas porque no tiene bastante conocimiento. Incluso en nuestro estado podemos pensar mejor o peor.
P. Cuando trato de pensar de un modo nuevo, no sé por dónde empezar.
R. Usted tiene mucho material: este sistema. Trate de reconstruirlo en su mente, de imaginar que le está explicando a alguien las ideas del sistema. Trate de reconstruir lo que dice el sistema sobre el hombre y el universo. Y si no recuerda nada, pregunte a los demás. Éste es un buen ejercicio. Usted hace andar sus pensamientos y los controla, o aquéllos se ponen solos en movimiento. Si se ponen solos en movimiento, no podrá usted esperar resultados positivos. A fin de que den resultados positivos, usted tiene que manejarlos.
P. ¿Tendré que encontrar palabras nuevas para todas las palabras e ideas del sistema cuando imagine que lo estoy explicando a personas de afuera?
R. Usted no puede inventar palabras nuevas. Hay una norma clara de que cuando hable del sistema, deberá hacerlo usando exactamente el mismo lenguaje con el que aprendió este sistema, y referirlo al origen. Jamás tendrá necesidad alguna de disfrazarlo.
P. ¿Es que no podremos pensar de manera diferente hasta que eliminemos completamente nuestros viejos modos de pensar?
R. No, no puede aguardar esto; tiene que hacerlo ahora. Un ejemplo de pensar en nuevas categorías es que el pensar deberá ser intencional. No nos damos cuenta de que, si algo es intencional o inintencional, lo cambia todo.
P. Si usted trata de detener el proceso mecánico de pensar y trata de pensar de un modo nuevo, ¿éste no tiende a volverse también mecánico?
R. Sí, todo tiende a volverse mecánico, de modo que cuando usted está tratando de hacer algo de un modo nuevo, deberá no solo vigilar lo que intenta hacer sino también muchas otras cosas. En eso no debe entrar la identificación, no debe entrar la imaginación; usted deberá aprender a controlar las asociaciones y tener solo las que necesite, antes que permitirles que lo controlen a usted.
P. ¿Pero, además del asociativo, hay alguna otra clase de pensar?
R. Está el pensar controlado. Usted puede limitar su pensar hasta cierto punto u objetivo definido. El pensar asociativo es accidental. Podemos seguir pensando mediante viejas asociaciones, sin intento alguno de cambiarlas, o podemos ensayar nuevas asociaciones, introduciendo nuevos puntos de vista.
P. Acerca del pensar correcto: cuando trato de pensar en algo conectado con el sistema, toca a su fin.
R. Para el pensar correcto no es suficiente pensar tan solo en el sistema, lo importante es el modo en que usted piensa. Usted puede pensar correcta o incorrectamente en el sistema y en algo que no tenga relación con el sistema. De modo que no es cuestión del tema sino del método de pensar. Y el método no puede ser descrito. Usted debe encontrar ejemplos de pensar incorrecto y ejemplos de pensar correcto, y luego compararlos. Debemos aprender a controlar nuestra mente: debemos entender el pensar formativo y defectuoso y ser capaces de usar todo nuestro cerebro en vez de solo una pequeña parte. Lo único que puede ayudar en esto es recordarse.
Debe tratar de hallar alguna conexión personal, algún interés personal en la cuestión sobre la que quiere pensar; entonces eso crecerá y se desarrollará. Con personal quiero decir lo que usted pensó antes, cuestiones acerca de ello que se le presentaron por sí solas y que usted no pudo responder, o algo parecido. Y cuando descubra que ahora puede ver más, eso puede dar un empujón a las otras cosas.
P. Al pensar sobre alguna idea del sistema es difícil mantener una línea del pensamiento comparada con las cosas corrientes que suceden en la propia cabeza: el material es tan limitado.
R. No, el material es muy grande; alguna otra cosa es limitada. O el deseo es limitado, o el esfuerzo es limitado, pero no el material.
P. Me gustaría conocer la causa de la resistencia a mantener fuera a los otros pensamientos que llegan arrastrándose.
R. Hay dos causas: la causa de la resistencia es una cosa, y la causa de los pensamientos que llegan para interrumpir, es otra. La segunda muestra nuestro modo corriente de pensar: nunca podemos mantener una línea, porque ingresan las asociaciones accidentales. La resistencia es otra cosa; es el resultado de una falta de habilidad, falta de saber cómo tratarla, falta de experiencia del pensar intencional sobre cierta línea. Esta capacidad debe ser educada.
Puedo decirle lo que falta en nuestro pensar, pero si usted no tiene observaciones propias sobre ello, eso no significará nada para usted. Cada pensamiento es demasiado corto; nuestros pensamientos han de ser mucho más largos. Cuando tenga experiencia de pensamientos cortos y largos, verá lo que quiero decir.
P. Me han llamado la atención las limitaciones de nuestra capacidad pensante. ¿De qué dependen aquéllas?
R. Solo cuando tenga en usted ejemplos de un género mejor de pensar, usando las partes superiores de los centros, teniendo más consciencia, verá de qué dependen estas limitaciones. Sabemos que nuestra mente es limitada, pero no sabemos en qué es limitada. Cuando conozca estos dos modos de pensar y sea capaz de compararlos, sabrá dónde radica la diferencia y entonces será posible hablar sobre las causas.
P. ¿El desarrollo de un hombre de muy buen intelecto está obligado a ser más rápido que el de otro cuyo intelecto no es tan bueno?
R. A veces sí, a veces no; el intelecto no puede hacer tanto como el equilibrio de los centros y el desarrollo de la consciencia, porque hasta en el estado corriente, el hombre N.º 1, N.º 2 y N.º 3 puede estar más despierto o menos despierto, más consciente o menos consciente. Un hombre de buen intelecto puede estar enteramente dormido, y entonces puede estar demasiado seguro de su propio logro intelectual y demasiado identificado con éste como para empezar a trabajar. Su intelecto puede detenerle. Esto sucede a menudo. Con frecuencia, el desarrollo intelectual impide el estudio porque un hombre es demasiado disquisitivo, exige definiciones para todo, etc. El desarrollo del intelecto solo no es suficiente, muy pronto se vuelve necesario el trabajo sobre las emociones.
P. Noté que las personas que jamás han pensado parecen con frecuencia encontrar menos dificultad respecto al trabajo que otras que han pensado. ¿Cuáles son mejores?
R. Ambas no son buenas: tanto quien no piensa como quien piensa demasiado.
P. ¿Lo mismo se aplica a la gente que es considerada brillante en la vida?
R. La gente que es considerada brillante puede ser muy diferente, de modo que es difícil hablar de ella en una sola categoría. Puede ser realmente brillante, puede ser que tan solo pretenda ser brillante, u otras personas pueden pretender que aquélla es brillante. Pero si usted se refiere a personas que están muy identificadas con su brillo, entonces puede ser muy difícil para ellas, no solo como resultado de su brillo sino también como resultado de su identificación. A veces, una ventaja en la vida significa una desventaja en el trabajo, pues cuanto mejor hombre sea el N.º 1, el N.º 2 y N.º 3, más obstinación y tozudez ha de vencer. Lo más fácil y ventajoso desde el punto de vista del trabajo es ser un hombre enteramente corriente.
P. ¿No es esencial volverse exitoso en la vida? ¿O es que uno no ha de identificarse con las actividades de la vida, cualquiera sea el resultado?
R. Ambas cosas son necesarias. El buen éxito no es peligroso en sí mismo, solo si uno no se identifica con él. El objetivo no es buen éxito o fracaso, ni no identificación. El buen éxito puede ayudar en muchas cosas.
P. ¿Cuán gran papel desempeña el intelecto en el sistema?
R. El intelecto desempeña un papel importantísimo porque empezamos con él. Es el único centro que se obedece. Pero el desarrollo del intelecto puede ir hasta cierto límite. Las posibilidades radican en el centro emocional.
P. ¿Tenemos algo para controlar ahora a nuestros pensamientos?
R. Si usted tiene intereses en la dirección correcta, esos intereses controlan a todas las otras cosas hasta cierto punto. Si no estamos interesados, no tenemos control.
P. Usted dijo que, al tratar de pensar correctamente sobre estas ideas, se necesita usar la parte intelectual del centro intelectual. ¿Puede hacerse eso tratando de controlar la atención cuando se piensa?
R. No, es una acción simultánea; no puede dividirla. El hecho es que, sobre ciertas cosas, usted solo puede pensar en la parte intelectual: si piensa correctamente y formula correctamente aquello sobre lo cual usted quiere pensar. Luego, ciertamente, ha de mantenerse en esta idea sin penetrar en la imaginación. De modo que la función misma determina el lugar.
Pienso que se trata simplemente de que no estamos acostumbrados a pensar sobre estas ideas: no pensamos que sea necesario pensar en ellas. Si nos damos cuenta de la necesidad, entonces quizá podamos. Pero los amortiguadores nada tienen que hacer con ello.
P. Pienso que la experiencia general es que un anticipado contacto con el sistema trae más destrucción que construcción.
R. Desde mi punto de vista, la idea de construcción y destrucción está equivocada. Nada se destruye, pero imaginamos que tenemos algo que no tenemos, entonces, cuando empezamos a trabajar, podemos ver que pensábamos que teníamos algo pero ahora descubrimos que no lo tenemos. Esto significa que es una ilusión y tenemos que sacrificarla. Podemos tener cosas reales o ilusiones. Nada perdemos de lo que realmente poseemos; solo perdemos la idea de que poseemos algo que no poseemos. A menudo sucede que las personas se contrarían en el trabajo porque, desde el comienzo mismo, empiezan a escoger y a tomar algunas cosas y otras no. De modo que, después de algún tiempo, no tienen el sistema sino su propia selección de él, y esto no funcionará. Otras personas quieren entender solo intelectualmente y no quieren hacer experimentos consigo mismas y observar, pero sin trabajo práctico es imposible moverse.
P. ¿Se nos dirá cuándo podremos empezar el trabajo práctico?
R. Han estado haciendo algún trabajo práctico desde el comienzo mismo. Si solo hubieran hecho trabajo teórico, eso significaría que no hicieron nada. Este trabajo es práctico desde el principio.
Como he dicho a menudo, la primera condición es que jamás debemos olvidar lo que queremos conseguir. La gente llega a esto desde diferentes lados. Algunos quieren saber. Se dan cuenta que hay cierto conocimiento y que, tal vez, haya en alguna parte personas que saben, y quieren conseguir este conocimiento. Otras personas se dan cuenta de sus debilidades y entienden que si pueden librarse de ellas, las cosas serán diferentes. De modo que las personas vienen con objetivos diferentes y jamás deben olvidar el comienzo. Puede hacérseles acordar, pero eso no ayudará mucho si ellas mismas no recuerdan.
P. Quisiera poder fortalecer mi objetivo. Sigo reaccionando del mismo modo que antes y me parece ser igualmente mecánico. Supongo que es necesario intentarlo más arduamente.
R. Intentarlo arduamente no ayudará por si solo; eso deberá basarse en el entendimiento. Es más una cuestión de valoración, de valoración de las ideas. En casi todo usted puede pensar de un modo nuevo: de un modo mejor que antes. Puede entender y conectar juntas muchas cosas que, antes de venir, no pudo juntar ni entender. Solo que, lamentablemente, usted quiere conservar todos los viejos modos de pensar y tener los nuevos al mismo tiempo, y así no hay sitio para los nuevos.
Además, si tiene algunos hábitos de emoción negativa, no podrá recordarse mientras los tenga; de modo que a fin de recordarse, a fin de trabajar, usted deberá tener un poco de tiempo libre. No se trata tanto de que no haya un objetivo como que usted no quiere sacrificar algo. Usted no puede conservar todo lo que posee y tener también cosas nuevas.
P. ¿La falta de unidad en el hombre es la que tanto dificulta encontrar la conexión práctica entre el objetivo del sistema y los objetivos de la vida corriente?
R. En la vida corriente no hay objetivos; es allí donde usted comete un error. En la vida corriente, un objetivo se cruza con otro y lo destruye o cambia la naturaleza de éste, de modo que, al final, no hay objetivos.
P. Usted dice que el hombre de la calle no tiene objetivo. Pero al envejecer no se revolotea tanto y uno se interesa en una sola cosa.
R. Eso es unilateral. Hay muchos otros lados del propio ser y del propio conocimiento que esta línea no toca en absoluto. Algunas personas pueden desarrollar cierta unidad incluso en la vida, pero éstas son excepciones. Si, como usted dice, uno se interesa en una sola cosa, solo un grupo de «yoes» desarrolla este interés; otros ignoran esto; solo una pequeña minoría se interesa. De modo que aquí hay dos cuestiones: la cuestión de la minoría y la mayoría y el hecho de que, si aparece una línea de interés, no toca muchas otras cosas y ocupa solo una pequeña parte del propio ser. El ser todo no participa de eso.
Pienso que lo que se dijo antes sobre esta cuestión de los valores en el trabajo y en la vida corriente deberá entenderse mejor. En la vida corriente hay tantos valores imaginarios que es útil aclarar un poco. En la vida, las mejores cosas no tienen significado; las personas ven lo que es pequeño pero pierden lo que es grande. En el trabajo usted tiene que hacer primero muchas cosas diferentes a fin de sentir que está despertando. Luego vienen otras cosas; todo viene, pues esto es solo el principio.
El objetivo es necesario en el trabajo, pero no puede ser un objetivo arbitrario ni inventado. Puede haber un solo objetivo (despertar) y éste solo podrá llegar cuando usted se dé cuenta de que está dormido; de otro modo, no hay necesidad de eso. Todos los demás objetivos, de cualquier modo que se los formule, deberán estar en línea con eso. Luego, cuando uno quiere despertar, empieza a ver los obstáculos, ve qué lo mantiene dormido; descubre una cantidad de funciones mecánicas, charla, mentira, emociones negativas, etc., y se da cuenta de que toda la vida consiste en funciones mecánicas que no dejan tiempo para despertar. Uno entiende entonces la necesidad de suprimirlas, o por lo menos hacerlas menos fuertes; entonces, uno puede tener tiempo para despertar.
P. Mi problema es: ¿quiero realmente despertar?
R. ¿Qué puedo decir? Suponga que usted llega a una tienda y pregunta: «¿Quiero comprar algo aquí o no?». En este caso es lo mismo. De modo que ¿cómo puedo responder? Debe entender que, al principio, solo obtiene cosas desagradables. Quizá (solo digo tal vez) la posibilidad de obtener algo agradable dependa de la capacidad de aceptar algo muy desagradable: quizá sea ésta la única oportunidad. Y si está de acuerdo en tener algo muy desagradable, siempre obtiene más de lo que regateó. Si está de acuerdo con media libra de cosas desagradables, obtiene veinte libras. La gran cuestión es: ¿cuál es la moneda con la que tenemos que pagar? El esfuerzo no es realmente moneda todavía; el esfuerzo ha de cambiarse por algo más, y nuevamente por algo más, hasta que usted obtiene algo que puede ser moneda. Es complicadísimo. ¿Pero qué es lo que le asustó?
P. Sufrimiento es la palabra que tengo en la mente. No pienso que esté en mi enfrentar cosas desagradables.
R. Es cuestión de gusto. ¿Qué significa «desagradable»? Significa pagar. Convengo absolutamente en que es mejor conseguir las cosas por nada, pero tal método todavía no fue inventado. O uno entiende esto y dice: «Pagaré, solo que debo saber cómo»; o una duda y dice: «Me pareció mejor no pagar, o pagarme a mí mismo». Entonces, no sucede nada.
P. Al principio, yo estaba ansioso por el trabajo. Ahora, encuentro que hay mucho por hacer y siento que esto es sin esperanzas.
R. Aunque descrito eso parezca mucho, todo llega a lo mismo. Necesita tiempo, es un proceso orgánico. Se hizo andar mal las cosas durante muchos años, es necesario darles tiempo para que den la vuelta.
P. A veces siento mucho miedo de no saber lo que estoy haciendo o lo que quiero. Me permito negativizarme muchísimo.
R. Primero, no debe permitírselo; y segundo, cuando se halle en un estado de duda, deberá acordarse de tratar de educar otros «yoes» que tengan cierta valoración. Éste es el único modo de vencer las dudas.
P. Hay veces en que siento una gran reacción para con este trabajo y un anhelo de huir, porque en mí hay algo a lo que no quiero renunciar. ¿Cómo puedo luchar con eso?
R. Tiene que huir o continuar vacilando hasta asegurarse de una cosa u otra. Mientras vacile, no deberá hacer nada; es importantísimo recordar eso. Así como en el caso de entender, usted debe escoger solo las cosas que entienda mejor y pensar en ellas; de igual modo, en relación con hacer, usted debe escoger las cosas de las que esté seguro, y no arruinar su vida con cosas que no entienda. Si piensa correctamente, es decir, si reúne y conserva solo las cosas que entiende, y trata de hacer las cosas que entiende, su número aumentará. Pero si llena su mente con cosas que no entiende, jamás se moverá. Ésta es una parte muy clara del método del sistema.
Conocemos muy bien muchas cosas pero continuamos engañándonos, principalmente respecto a las palabras. Es muy difícil entender el valor de las palabras. «Pobres de espíritu» son los que no creen en las palabras, y «ricos de espíritu» son los que creen en las palabras. A menudo, las personas dicen: «Sería hermoso si hago esto y aquello». No entienden que es imposible hacerlo exactamente como desean, que cada cosa será un poco diferente y que, al fin, todo será enteramente diferente. Luego, cuando ven que es diferente, dicen: «Sí, pero la idea original era buena». No era buena. Solo parecía hermosa como idea, pero al darse cuenta, a menudo se convierte en su contraria. Cambiará necesariamente debido a la fricción. Hay algunas ideas que pueden pasar a través de las tríadas y otras que no pueden, que solo pueden existir en forma de una sola fuerza, de la mitad de una fuerza, o de un cuarto.
P. Creo que el entendimiento que buscamos es solo alcanzable por algunos. ¿No es probable que muchos de nosotros lleguemos a una blanca pared eliminatoria y no más allá?
R. No puede garantizarse nada. Pero si uno quiere algo y trata de trabajar y no muestra algún rasgo particularmente desagradable, muy difícil de tratar, tiene una oportunidad. Eso es todo lo que puedo decir. Uno tiene exactamente la misma oportunidad que todo el mundo. Una persona puede tener rasgos buenos y bellos, y sin embargo, detrás de esto, tener un rasgo pequeño que hace muy difícil el trabajo, más difícil tal vez que para algún otro que no tiene tales rasgos brillantes.
P. ¿La conciencia es lo que más ayudaría a conocerse?
R. Sí, es un elemento necesario; hay que pasar a través de ella. Es la cosa más desagradable del mundo, porque en el estado corriente podemos ocultar las cosas respecto de nosotros mismos. Si no queremos ver algo, tan solo cerramos los ojos y no lo vemos. Pero en el estado de conciencia, nuestros ojos no se cerrarán.
P. ¿Cómo pueden introducirse las ideas del sistema en la vida diaria?
R. Estudiándose y estudiando el sistema. Todo el mundo tiene muchas cuestiones y problemas personales, pero actualmente el sistema está aparte. Poco a poco, aprenderá a conectarlo cada vez con más cosas y, después de algún tiempo, las ideas del sistema entrarán en todo.
P. ¿Entonces, charlar innecesariamente, reír y bromear cuando uno se siente así, es desperdiciar el tiempo?
R. En eso no hay nada malo por sí mismo. Lo malo es que aumenta la mecanicidad. Pasar el tiempo charlando y riendo es una de las cosas más mecánicas. Depende de lo que usted quiera. Si desea tener un descanso, puede ser realmente un descanso. Pero si no puede detenerlo, si se aferra a usted, entonces es malo.
P. Puedo observar qué gran cantidad de energía desperdicio en imaginaciones vagas, en quimeras y preocupaciones, pero soy impotente para impedir esto.
R. Todo el sistema es un modo de impedir esto. Pero primero deberá estudiar. Está tratando con una máquina complicadísima y debe conocerla. Estudiando, uno aprende qué debe permanecer, qué debe desaparecer, qué ayuda y qué estorba, qué debe eliminarse, qué debe estimularse. Las personas no se dan cuenta que pueden cambiar, o si se dan cuenta, lo toman demasiado a la ligera. Piensan que basta con darse cuenta, con decidirse, y que uno cambiará. Pero el darse cuenta, por sí solo, no producirá un cambio; tenemos demasiadas tendencias creadas en nosotros. Debemos saber cómo luchar con ellas.
P. Tropiezo constantemente con mi pasado. Las raíces están muy atrás.
R. Muy bien. Solo que no hay un método directo; tenemos que empezar hoy, no podemos cambiar ayer. Trate de cambiar hoy y esto puede producir cierto cambio mañana. Éste es el estado de todo el mundo, una condición en la que tenemos que empezar. Pero no es un obstáculo que no pueda ser vencido.
P. Últimamente, he sido muy negativo sobre las condiciones en que me encontré, y percibo que no puedo ver claramente qué actitud he de tomar.
R. Es enteramente verdad que en ciertas condiciones uno se identifica demasiado con algo y pierde la posibilidad de ver la diferencia de las cosas. A veces es imposible hacer nada, y a veces es posible luchar. Además, tenemos una tendencia a magnificar y exagerar. Las condiciones no pueden ser tan malas. Hay muchos puntos de vista, y solo usted puede decidir a qué se parece realmente el caso.
P. La dificultad es que no sé qué está bien y qué está mal en la vida corriente, y esto actúa como una pantalla o una lechada sobre mis acciones.
R. No podemos decir que no sabemos. Sabemos, o en cualquier caso, debemos saber. Nadie puede vivir sin ciertas ideas de lo que está bien y lo que está mal. Pero cuando usted llega al sistema y entiende la base de éste, ve que lo que está bien se conecta con la consciencia y lo que está mal con la mecanicidad. Si las personas son un poco conscientes, poco como pueden serlo, como si dijéramos aproximadamente conscientes, tienen una dirección mejor. Incluso estar en el mismo lugar, pero vuelto en un sentido u otro, constituye una diferencia.
P. ¿Está mal formular preguntas para satisfacer la curiosidad?
R. La curiosidad es una cosa normal, si es lo bastante fuerte como para hacerle estudiar y si es una clase buena de curiosidad, porque hay diferentes clases. La curiosidad buena es una emoción intelectual importantísima.
P. ¿De dónde proviene nuestra curiosidad por la verdad? ¿Y por qué somos del todo curiosos?
R. La curiosidad es una emoción especial que existe en cada centro.
En el centro intelectual está conectada con el deseo de conocer. ¿Pero cómo la conecta con la idea de la verdad? Es simplemente un proceso intelectual. Intelectualmente, distinguimos lo que es verdadero y lo que es falso, y naturalmente somos curiosos sobre lo que es verdadero y no sobre lo que es falso, nuevamente solo en nuestra mente. Aunque no sepamos qué es la verdad, podemos saber qué no es definidamente verdadero. Nuestra mente está hecha de tal modo que no podemos saber qué es falso, aunque en muchos casos no podemos decir qué es verdadero.
P. ¿Cuál es la diferencia entre el deseo de conocer y la curiosidad corriente?
R. Lo que constituye la diferencia es sobre a qué se dirige aquélla. Si usted quiere conocer el negocio de su vecino que no le concierne, o si quiere conocer acerca de las tríadas, estos dos deseos están en diferentes partes de los centros. La curiosidad corriente es tan solo debilidad, necedad.
P. Supongo que me falta la clase buena de curiosidad, porque encuentro dificultad en formular preguntas. O soy demasiado perezoso o pienso que me las puedo responder.
R. Si realmente quiere formular ciertas preguntas, las formulará aunque piense que ya sabe la respuesta. Si trata de pensar, tendrá preguntas; está obligado a tener ahora muchas preguntas, solo que no las formula. Es imposible no tener preguntas, pues hay centenares de cosas que le gustaría saber. De modo que debe pensar sobre estas cosas y tratar de formularlas.
P. ¿Qué significa realmente tener unidad? Pensé que era lo mismo que el «yo» permanente, pero ahora no estoy seguro.
R. Puede ser lo mismo; depende de dónde empiece en su entender. Puede tomar una decisión, y dos o tres días después actuar contra ella y justificarse. O puede querer luchar, tratar de no hacer algo que habitualmente hace, y cuando se descubre haciéndolo otra vez, se da cuenta que no tiene unidad. Hasta en nuestro estado podemos pugnar por alcanzar la unidad, esto es, reunirnos, o podemos estar dispersos y no hacer nada respecto a ello.
P. Cuando uno lucha para realizar una tarea del trabajo, que a uno le desagrada, ¿qué puede hacerse para hacerlo bien, aparte de no identificarse?
R. Al principio, cuando está tratando de realizar una tarea del trabajo, no podrá atrapar el punto correcto desde el cual puede hacerlo, porque el trabajo de una u otra clase puede hacerse solamente desde un punto en usted mismo y a veces es muy difícil encontrar este punto. Por ejemplo, a menudo sucede algo similar cuando usted quiere escribir una carta, pero, una vez que empieza, puede escribir más de lo que pensó que podría. Toda la cuestión es encontrar el punto correcto del centro correcto. Para todo lo que hacemos hay cierta parte de cierto centro que puede hacerlo, o, en cualquier caso, hacerlo mucho mejor que cualquier otra parte del mismo centro o de otros centros.
P. ¿Hacer una cosa bien implica alguna medida de sujeción a la falsa personalidad?
R. Hasta cierto punto puede entenderse de ese modo. Significa que, si uno puede hacer bien algo, es capaz de tener cierta norma por la que podrá medir cómo los demás hacen las cosas y cómo las hace uno mismo, y ver cuándo uno hace algo de manera equivocada. Si uno no tiene nada parecido a eso, si uno no puede hacer bien nada, no tiene norma.
P. Tengo cierta actitud crítica hacia las personas que veo mucho y traté de detenerla, pero volvió otra vez muy malamente.
R. Sí, a veces puede ser una cosa muy opresiva y más difícil de detener de lo que la gente piensa. Hay solo una cosa: tan solo mirarla desde el punto de vista del provecho personal. ¿Esta actitud crítica le da algo o no? Verá que no le da nada. A menudo, olvidamos esta cuestión del provecho personal; sin embargo, no solo es legítima, es el único criterio. A veces, gastamos enormes esfuerzos, tiempo y emoción en cosas de las que no podremos obtener beneficio. Tal vez esto le ayude a no criticar. Precisamente, es lo mismo que criticar al tiempo.
P. A menudo pienso que las cosas están malamente ordenadas.
R. ¿Y usted puede ordenarlas mejor? Podrá luchar con este modo de pensar, no en el tiempo en que sienta emocionalmente sino después, cuando pueda ver mejor, solo si lo hace desde el punto de vista de que tenemos que considerarlo todo como es. Usted no podrá cambiar eso, solo podrá cambiarse. Ésta es la única actitud correcta, y si piensa con suficiente frecuencia sobre esto, este elemento emocional desaparecerá y usted verá las cosas en la escala correcta, en sus relaciones correctas.
P. ¿Hay un modo de impedir expresar la molestia? ¡Pierdo tanta energía en eso!
R. Y expresándola, puede crear la causa de otra molestia. Trate de atraparse en eso. Cuando exprese molestia, trate de ver que no lo hace porque se dé cuenta de que no puede remediarlo sino porque se engaña pensando que lo hace adrede; desea cambiar las cosas, la gente no debe hacer esto y a usted le molesta, etc. Pero después de expresarla, puede ser peor, aquélla puede molestarle aún más. Es enteramente inútil producir malos resultados. Si usted piensa sobre este mal resultado, tal vez encuentre la energía para no expresar su molestia, y entonces puede desaparecer la causa, porque lo que le molestó antes, le haría reír. A menudo pensamos que expresamos las emociones negativas no porque no podamos impedirlo sino porque debemos expresarlas. En esto hay siempre algo deliberado.
P. ¿Pero no se puede estar correctamente enojado si algo está mal?
R. Las emociones negativas más peligrosas provienen del sentimiento de injusticia, de indignación. Le hacen perder más energía, y son peores si usted tiene razón.
P. ¿Por qué peor si se tiene razón?
R. Porque usted lo justifica. Si está equivocado, puede ver que es absurdo estar enojado. Pero ésta no es una explicación completa. Empiece mirando esto desde este punto de vista: recuerde que hay cosas muy grandes que están equivocadas. Habitualmente, nos identificamos con cosas pequeñas y olvidamos las grandes. Si empezamos a pensar sobre las cosas grandes nos damos cuenta de que no sirve identificarse con una cosa pequeña que está mal. Y una identificación pequeña conduce a otra identificación pequeña. Pero nuevamente, ésta no es una explicación completa.
P. ¿Pueden las personas tener una influencia permanente sobre los demás?
R. Sí. hasta cierto punto pueden, tanto como usted se los permite. Si usted se deja ir en esta dirección y admite que influyan sobre usted, tendrán una influencia. Pero si se dice: «No quiero que influyan sobre mi», no tendrán influencia. Recuerde: son máquinas; ¿una máquina puede influir sobre usted? Sí. si se lo permite. Suponga que ve un coche maravilloso y que daría su vida por tenerlo: esto significa que usted está influenciado por este coche. Lo mismo ocurre con la gente. Usted está abierto a la influencia de los demás, en la medida en que se identifica y considera.
P. En relación con el trabajo, ¿uno puede dañar a las personas, al influir sobre ellas de un modo incorrecto?
R. Sí, puede… con algunas personas, no con todo el mundo. Algunas personas son influidas muy fácilmente, de modo que si les da ideas equivocadas sobre el trabajo, puede dañárselas. He aquí por qué, al hablar con las personas, siempre es necesario ser cuidadoso para no ser mal entendido, para no dar una impresión equivocada.
P. ¿Querría usted explicar por qué el sueño profundo ha de seguir a un momento de interés y urgencia por experimentar, y por qué durante el sueño se va todo el deseo de repetir el experimento?
R. Toda función, todo esfuerzo, necesita energía, y el despertar necesita una energía especial. Si, en el momento de despertar, sucede algo malo, si hay algún género de identificación, o algo parecido, produce un enorme desperdicio de energía, y luego de ello uno puede estar dormido durante largo tiempo sin recordar la posibilidad de despertar. Pero solo si sucede algo malo en el momento de despertar. Y en nuestro estado actual, puede suceder algo malo en cualquier momento, porque no sabemos qué está sucediendo. Por ejemplo, puede ingresar alguna emoción negativa y producir tal desperdicio de energía que no quedará ninguna durante largo tiempo. De modo que los momentos más importantes para tratar de recordarse son los momentos en que uno está habitualmente muy identificado, pues si uno puede recordarse en estos momentos difíciles, los demás momentos serán más fáciles. Pero si uno escoge solamente los momentos más fáciles, entonces, en los momentos difíciles uno jamás será capaz de hacerlo. Es necesario intentar ambas cosas.
P. En su opinión, si un hombre pudiera vivir toda su vida en un estado de consciencia, ¿no podría obrar mal?
R. No podemos tomar casos tan extremos ni hablar de «siempre». Pero si un hombre se volviese siquiera un poco consciente, si fuese capaz de controlarse ocasionalmente durante media hora o siquiera unos pocos minutos, constituiría tan enorme diferencia que todo lo que sabemos sobre el hombre corriente le sería inaplicable. Respecto a obrar mal, ésa es una cuestión diferente. Si un hombre puede recordarse siquiera hasta este punto, puede decirse definidamente que no hará nada más o menos serio sin saber lo que está haciendo, y, en los momentos en que esté haciendo algo particularmente importante, se volverá consciente.
P. ¿Podría decirme la diferencia entre dos hombres en su lecho de muerte, uno de los cuales aprendió el arte de recordarse, y el otro nunca oyó hablar de eso?
R. No, para describir esto se necesita un escritor imaginativo. Hay muchas posibilidades diferentes: los hombres pueden ser muy diferentes y puede haber circunstancias diferentes.
Pienso que es mejor que le cuente una historia. Es un viejo relato, narrado entre los grupos de Moscú, en 1916, sobre el origen del sistema y el trabajo, y sobre el recuerdo de sí. Sucedió en un ignoto país, en fecha desconocida, que un hombre astuto paseaba frente a un café cuando se encontró con un demonio. Éste estaba muy maltrecho, famélico y sediento, por lo que el hombre astuto le introdujo en el local, pidió un café y le interrogó sobre cuál era su problema. El demonio le dijo que no había trabajo. En los viejos tiempos acostumbraba vender almas y quemarlas al carbón, porque, cuando la gente moría, tenía almas gordísimas que él podía llevar al infierno, y todos los demonios estaban contentos. Pero ahora todas las fogatas del infierno estaban apagadas, porque no había almas cuando la gente moría.
Entonces el hombre astuto le sugirió que, juntos, podrían celebrar algunos negocios.
—Enséñame —le dijo— cómo fabricar almas, y te daré una señal que te muestre cuáles son las personas que yo fabriqué.
El hombre astuto pidió más café. Y el demonio le explicó que debía enseñar a la gente a recordarse, a no identificarse, etc., y que luego, después de algún tiempo, aquélla desarrollaría almas.
El hombre astuto se puso a trabajar, organizó grupos y enseñó a la gente a recordarse. Algunos empezaron a trabajar seriamente y trataron de poner en práctica lo que se les enseñara. Luego murieron, y cuando llegaron a los portales del cielo, allí estaba San Pedro con sus llaves de un lado y el diablo del otro. Cuando San Pedro se aprestaba a abrir las puertas, el demonio le dijo:
—¿Puedo formularte tan solo una pregunta? ¿Te recordaste?
—Sí, ciertamente —replicó el hombre.
Entonces, el demonio expresó: Discúlpame, esta alma es mía.
Esto siguió así durante largo tiempo hasta que, de algún modo, se ingeniaron para comunicar a la Tierra lo que estaba sucediendo en los portales del cielo. Al oír esto, las personas a las cuales enseñaba, acudieron al hombre astuto y le manifestaron: ¿Por qué nos enseñas a recordarnos si, cuando decimos que nos hemos recordado, el demonio nos lleva?
El hombre astuto interrogó: ¿Yo les enseñé a decir que se recuerdan? Yo les enseñé a no hablar.
Las personas le dijeron: ¡Pero se trataba de San Pedro y el demonio!
Y el hombre astuto les expresó: ¿Pero han visto en grupos a San Pedro y al demonio? Por tanto, no hablen. Algunas personas no hablaron y consiguieron llegar al cielo. Yo no solo hice un convenio con el demonio; también hice un plan para engañar con él al demonio.