Capítulo X

Debemos volver a la parte interior del trabajo, al trabajo sobre uno mismo. Si piensan en eso, comprenderán que la parte central del propio trabajo es entender el hecho de que no podemos «hacer», porqué no podemos «hacer» y qué significa que no podemos «hacer». ¿Cómo pueden entender eso? Tratando de hacer lo que nunca hicieron antes o haciendo las cosas de otro modo. Entonces verán si pueden «hacer» o no. La mitad de las preguntas formuladas versan sobre el «hacer»: cómo cambiar esto, destruir aquello, evitar alguna cosa, etc. Pero es necesario un enorme esfuerzo para cambiar incluso una sola pequeñez. Hasta que lo intenten, nunca lo comprenderán. Vean, no piensan bastante, no observan bastante. No pueden cambiar nada, salvo a través del sistema. Esto, por lo general, se olvida. El sistema muestra cómo las cosas pueden cambiarse y realizarse de modo diferente, y desde dónde puede empezarse. Incluso con el sistema esto es tremendamente difícil, pero sin el sistema es imposible, absolutamente imposible. Cuando comprendan eso, empezarán a entender el valor del sistema, porque con el sistema hay una oportunidad, sin el sistema no hay ninguna oportunidad.

Esta idea de que no podemos «hacer» es importantísima y debemos volver a ella siempre. Si esta idea no está clara, o ciertos rasgos de ella no están claros, formulen preguntas sobre ella porque es necesario entenderla y recordarla. Todo «sucede». La gente no puede «hacer» nada. Desde el tiempo en que nacemos hasta el tiempo en que morimos suceden, suceden y suceden cosas, y pensamos que estamos haciendo. Éste es nuestro estado natural en la vida, y hasta la mínima posibilidad de hacer algo llega solamente a través del trabajo, y primero solamente en uno mismo, no externamente. Incluso en uno mismo, «hacer» comienza muy a menudo con no hacer. Antes que puedan hacer algo que no pueden hacer, deberán no hacer muchas cosas que hicieron antes. Por ejemplo, no podrán despertarse queriendo tan solo despertarse, pero podrán impedirse dormir demasiado y demasiado tiempo.

P. ¿A veces uno tiene elección entre dos acontecimientos posibles?

R. Solo en cosas pequeñísimas, e incluso entonces, cuando usted advierte que las cosas marchan en cierto sentido y decide cambiarlas, descubrirá cuán extremadamente incómodo es cambiar las cosas.

P. ¿Por qué es que no puedo renunciar a la idea de poder «hacer»? ¡Con tanta frecuencia me he probado que no puedo!

R. Esto es lo más difícil y necesario que ha de comprender con todo su ser, porque mientras pensemos que podemos «hacer», desecharemos siempre las cosas que realmente podemos hacer si trabajamos. Como dije, solo podemos «hacer» las cosas en relación con nosotros mismos: éstas son las cosas con las que hemos de empezar. Pero nunca empezaremos a estudiarnos, mientras pensemos que podemos «hacer». Ésta es una de nuestras máximas ilusiones.

P. Puedo ver que no tengo elección en las cosas mayores, pero me parece que puedo hacer cosas pequeñas.

R. Estas cosas pequeñas suceden de acuerdo con ciertas circunstancias definidas que las controlan. Piensa que usted las controla, pero en realidad ellas suceden. No podemos «hacer» porque estamos dormidos ¿Las personas dormidas cómo pueden «hacer»? Es necesario despertar; cuando uno está despierto, puede «hacer». «Hacer» es mágico.

Debe entender que nada sucede en el momento en que sucede; la necesidad de que eso suceda fue creada hace tiempo. Las cosas suceden por sí mismas; que usted haga o no haga algo puede haber sido decidido diez años antes. Tal vez sus acciones hayan tomado cierta dirección diez años antes y eso determine lo que usted hará mañana: usted no puede cambiar eso.

Pensamos que podemos tomar cierta decisión y actuar en consecuencia. En realidad, no estamos controlados por las decisiones internas sino por las influencias externas. Si la decisión interna corresponde a la influencia externa, lo haremos; de otro modo, no lo haremos. Pero podemos crear en nosotros los poderes para «hacer». La naturaleza nos hizo máquinas que actúan bajo influencias externas, pero con una posibilidad de desarrollar nuestro propio motor. Si no hay un motor interior, estaremos siempre girando en el mismo lugar.

P. Si un hombre se fija un ideal de cómo deberá conducirse, ¿esto no sería lo que se significa con «hacer»?

R. La cuestión es si puede hacerlo y si lo hace, porque hacer planes, tener ideales es una cosa, y hacerlo es otra. Pueden ser tan solo buenas intenciones. Uno de los rasgos principales de nuestro ser es que no podemos hacer lo que decidimos.

P. A veces he descubierto que, con un poco de esfuerzo extra, puede lograrse una gran diferencia con respecto a los demás en la vida corriente. ¿Eso no es hacer?

R. Eso es una ilusión, porque si una cosa debe suceder, usted hará este esfuerzo extra; si no ha de suceder, usted no hará este esfuerzo. Usted piensa que puede hacer o no hacer este esfuerzo, que puede «hacer» o «no hacer». Pero trate de pensar del modo correcto, que usted no puede «hacer» nada, que las cosas suceden mecánicamente. Una cosa viene después de otra y tan solo sucede o no sucede, y usted no puede remediarlo.

P. Pero ¿si usted ayuda a un pobre a hacer tolerable su vida?

R. Si ayuda a un pobre, eso sucede. Si alguien le quita a este pobre lo poco que le queda, esto también sucede. Una persona le dará un centavo, otra le quitará lo último que tiene. Primero es necesario entender el principio de que nadie puede «hacer» nada. Si piensa en la vida, no en la vida personal sino en la vida de la humanidad, en las guerras, en las revoluciones, verá esto claramente. Debe tratar de encontrar un caso correcto para la observación, porque si encuentra algo demasiado pequeño, no lo verá. Pero si encuentra el caso correcto, las condiciones correctas, las circunstancias correctas, muy pronto verá si puede hacer algo o no. Lo más simple es tratar de recordarse. ¿Puede hacerlo o no? Las personas piensan que pueden «hacer» porque a veces hacen ciertos planes y realmente consiguen lo que querían. Pero esto solo significa que se introdujeron en cierta corriente de acontecimientos y las cosas sucedieron de modo que coincidieron con su plan. Cuando las cosas suceden de esa manera pensamos que lo hicimos, que trazamos un plan e hicimos todo según este plan. En realidad eso no significa que eso lo hicimos adrede o a sabiendas, y eso no significa que uno pueda escoger una corriente de acontecimientos u otra corriente; es tan solo un accidente. En toda clase de trabajo, en los negocios, en los viajes, etc., a veces sucede que las cosas marchan prósperamente, pero esto solo significa que en un momento dado, en un lugar dado, las cosas marcharon mecánicamente en cierto sentido: nada más.

Nos es difícil comprender, por ejemplo, que cuando las personas construyen un puente eso no es «hacer»; es solo el resultado de todos los esfuerzos anteriores. Es accidental. Para entender esto, deberá pensar en el primer puente que Adán construyó y en toda la evolución del puente. Al principio, eso es accidental: un árbol cae a través de un río, luego el hombre construye algo por el estilo, etc. La gente no está «haciendo»; una cosa proviene de otra.

P. Pienso que es una pregunta casi infantil, pero no puedo ver cómo las cosas no pueden ser diferentes. Uno hace algo y no puede dejar de pensar que podría hacerlo de modo diferente…

R. Pero si usted se condujo de cierto modo, eso significa que no pudo conducirse de otro modo. Si pudiera, se habría conducido de manera diferente. Estamos tan acostumbrados a pensar que las cosas podrían ser diferentes que no tratamos de cambiar las cosas que podríamos cambiar. Podemos cambiar hoy, pero ayer terminó. Si cambiamos hoy, mañana las cosas pueden suceder de manera diferente. Esto parece una contradicción, pero es precisamente nuestra creencia de que las cosas pueden ser diferentes lo que nos impide hacer lo que podemos para tornarlas diferentes.

P. Cuando uno empiece realmente a entender que no puede «hacer», necesitará una gran cantidad de valor. ¿Eso provendrá de librarse de la falsa personalidad?

R. Uno no llega a este entendimiento tan solo de ese modo. Aquello llega luego de algún tiempo de trabajo sobre uno mismo, de modo que cuando uno llega a darse cuenta de esto, tiene además muchas otras captaciones; principalmente, que hay modos de cambiar si uno aplica el instrumento correcto en el lugar correcto y en el tiempo correcto. Uno deberá tener estos instrumentos, y asimismo, éstos solo los da el trabajo. Es importantísimo llegar a darse cuenta de esto. Sin ello, uno no podrá hacer las cosas correctamente; uno se excusará.

P. No entiendo por qué uno habrá de excusarse.

R. Uno no quiere renunciar a la idea de que puede «hacer», de modo que aunque comprenda que las cosas suceden, uno encuentra excusas, como: «Éste es un accidente, pero mañana será diferente». He aquí por qué no podemos comprender esta idea. Todas nuestras vidas vemos cómo suceden las cosas, pero aún las explicamos como accidentes, como excepciones a la regla de que podemos «hacer». Olvidamos, o no vemos, o no prestamos demasiada atención. Siempre pensamos que, a cada momento, podemos «hacer». Si ve en su vida un tiempo en el que trató de hacer algo y fracasó, ése será un ejemplo, porque descubrirá que explicó su fracaso como un accidente, como una excepción. Si la misma situación se repite, pensará que será capaz de «hacer», y si fracasa nuevamente, explicará otra vez su fracaso tan solo como un accidente. Es muy útil recorrer su vida desde este punto de vista. Usted se propuso una cosa y sucedió algo diferente. Si es realmente sincero, lo verá, pero si no lo es, se persuadirá de que lo sucedido ¡fue exactamente lo que usted quería! Cuando las cosas suceden de cierto modo, somos llevados por la corriente pero pensamos que nosotros llevamos a la corriente.

P. Si por un momento uno piensa que puede «hacer», digamos, llevar a cabo una tarea particular en el propio trabajo corriente, ¿cuál es la explicación de eso?

R. Si uno se preparó para hacer algo, aprende a seguir cierta dirección de los acontecimientos, o si gusta, a poner en marcha cierta dirección de los acontecimientos, y luego éstos se desarrollan, y uno corre detrás aunque piense que los conduce.

P. ¿Y si uno tiene una actitud correcta?

R. No, la actitud nada tiene que ver con esto. La actitud puede ser correcta y el entendimiento puede ser correcto, pero usted aún halla que las cosas suceden de cierto modo; cualesquier cosa corriente. Trate de recordar ejemplos en que usted trató de hacer algo de modo diferente y vea cómo siempre retorna a la misma cosa aunque efectúe una leve desviación: fuerzas enormes le conducen de vuelta a los viejos modos.

P. ¿Todas nuestras acciones están controladas por respuestas mecánicas a las influencias externas?

R. No, tenemos muchas cosas ya establecidas, como los hábitos, los modos usuales de pensar, las asociaciones, los amortiguadores y muchas otras cosas. De modo que no se trata de simples influencias hacia las que tengamos una respuesta natural. Muchas cosas son el resultado de influencias anteriores.

P. La idea de no poder «hacer» no puedo separarla del fatalismo. ¿Cuándo y cómo tenemos el poder de elección, y cómo diferimos de los animales?

R. En el estado actual, diferimos muy poco. Nuestro poder de elección solo empieza cuando comenzamos a comprender nuestra situación, nuestra mecanicidad, y cuando comenzamos a luchar por algo más. Para eso hay posibilidades. Pero éste es un modo formativo de pensar: o determinismo o libertad. Algunas cosas están determinadas, algunas, menos determinadas; algunas están en nuestro poder si sabemos cómo cambiarlas o cómo hacerlas girar. Solo que debemos saberlo. Todo es relativo.

P. Cuando usted dijo que no podemos remediar que las cosas sucedan, ¿quiso decir: hasta que nuestro ser haya cambiado?

R. No hablé sobre el trabajo. Dije que era necesario entender por nosotros mismos que no podemos «hacer». Cuando esto es entendido suficientemente, podemos pensar sobre lo que es posible «hacer»: qué condiciones, qué conocimiento y qué ayuda se necesitan. Pero primero es necesario comprender que, en la vida corriente, todo sucede. Solo cuando esto se entiende emocionalmente, es posible ir más allá.

P. No entiendo la distinción entre lo que uno puede y lo que no puede «hacer». ¿Por qué es que uno puede luchar con las emociones negativas, pero no puede hacerse despertar?

R. El sueño es la forma o el nivel de nuestro ser. Uno puede hacer algo con la ayuda del sistema, si se le muestra el modo, pero estar despierto indica el nivel del ser mismo. De modo que toda esta lucha con las emociones negativas, tratando de detener los pensamientos innecesarios, tratando de recordarse, todo esto le conduce al despertar, pero usted no podrá despertar antes de despertar.

R. Pero cuando la gente trata de volverse consciente, ¿éste es su hacer?

R. Sí, entonces uno ve que no puede. Al tratar de volverse consciente, todo el trabajo del hombre es suyo propio.

Solo en este sistema se le dijo claramente que usted no puede «hacer» nada. Todos los otros sistemas empiezan con «hacer» en un sentido u otro, pues dicen: haga esto o haga aquello. Este sistema es diferente.

Es enseñanza esotérica, pero en ella usted puede empezar en las condiciones de la vida corriente; no es necesario acudir a una escuela cerrada ni a un monasterio. Debido a eso, es particularmente necesario entender, primero que todo, que uno no puede «hacer» nada, y que lo único que uno puede empezar a «hacer» es tratar de recordarse: entender una cosa y practicar la otra.

P. Pienso que tal vez no debemos tomar demasiado literalmente esta idea de que no podemos «hacer».

R. No, literalmente del todo. Solo que esto se refiere a personas que no están conectadas con ninguna enseñanza. Cuando uno empieza a estudiar ciertas enseñanzas o ciertos sistemas que dan métodos de escuela, ha de tratar de hacer ciertas cosas. En el trabajo hemos de «hacer», pues si no tratamos de «hacer», no sucederá nada. Hemos de «hacer» desde el comienzo mismo: no muchas cosas, pero muy definidas. Si usted no puede identificarse, ya es el comienzo del «hacer». Si puede abstenerse de charlar cuando tiene una inclinación hacia la charla, eso es ya «hacer». El «hacer» empieza con ir contra la corriente: primero en usted, en las cosas personales. Puede tratar de recordarse; luego, cuando empiece a recordarse, podrá obtener ciertos resultados y verá que puede hacer más cosas, pero todo con respecto a usted mismo. Podrá hacer algo sobre las emociones negativas, por ejemplo, y pensar de un modo nuevo. Pero fuera de usted, las cosas continuarán sucediendo.

P. ¿Usted diría que un modo de empezar a «hacer» sería alterar las cosas en uno mismo, de modo que las cosas sucedan de manera diferente?

R. Una vez más es necesario dividir a las personas en categorías. Los hombres N.º 1, N.º 2 y N.º 3, no pueden «hacer» nada: en su caso, todo «sucede». Si hacen cosas buenas, eso significa que no pueden hacer cosas malas: si hacen cosas malas, eso significa que no pueden hacer cosas buenas. Una cosa no es mejor que otra en ese sentido, porque todo es mecánico. Pero cuando uno empieza a trabajar, cuando uno entra en una escuela de cualquier nivel, ya tiene que aprender a «hacer». Como dije, uno ha de empezar con uno mismo: a conocerse, a estudiarse, a tratar de eliminar ciertas cosas, a tratar de controlar las otras cosas, etc.

P. ¿Hemos conseguido observar cómo reaccionamos?

R. Observar es siempre útil, pero siempre reaccionamos del mismo modo. Solo tenemos cinco o seis modos de reaccionar: solo nos suceden ciertas cosas y siempre reaccionamos del mismo modo para con ellas. Pero si tratamos de hacer todo lo que se nos aconseja, y de no hacer todo lo que se nos aconseja que nos abstengamos de hacer, las cosas cambiarán en el sentido correcto y un día, muy inesperadamente, podremos hacer algo que antes no podríamos haber hecho.

P. ¿Podemos dirigir las cosas que nos suceden?

R. Si dirigimos las cosas en nosotros mismos. Si en nosotros no sucede nada innecesario, empezaremos a poder controlar las cosas que suceden fuera, pero primero debemos controlar las cosas en nosotros mismos.

Mientras se deje que las cosas «sucedan» en nosotros, no podremos controlar nada afuera. ¿Cómo puede ser de otro modo? Un «yo» decide controlar las cosas, pero en vez de eso toda su atención se ocupará de cosas que suceden en nosotros y fuera de nosotros.

P. Si el hombre no puede «hacer» nada, ¿de eso se desprende que todo lo que puede hacer es controlar su propia reacción mental hacia los acontecimientos fuera de su control?

R. Totalmente correcto. Ése es el comienzo. Si aprende a controlar sus reacciones, luego, después de algún tiempo, descubrirá que puede controlar cada vez más, y después sucederá que podrá controlar, nuevamente no todos, pues hay una grandísima graduación, pero sí ciertos acontecimientos externos. Pero ciertos otros acontecimientos externos no podrán ser controlados porque son de diferente tamaño.

P. Si deseo obtener un particular resultado y fracaso, y si luego hago la misma cosa de manera diferente, ¿el resultado será el mismo, a pesar de mi esfuerzo?

R. No debe engañarse. Si usted hace algo y el resultado corresponde a sus expectativas, es simplemente suerte, azar: eso es todo. Y en algunos casos, usted puede hacer algo enteramente diferente y, sin embargo, tener el mismo resultado.

P. ¡Parece que uno está atrapado en un círculo vicioso!

R. Ciertamente, uno está atrapado, y el sistema es la salida de este círculo vicioso, pues en las condiciones corrientes de la vida uno no puede salir.

P. ¿Usted hablaría un poco más sobre el esfuerzo para salir de ese círculo?

R. Si usted toma del modo correcto todo lo que se le da y trabaja con esfuerzo suficiente, la escuela o el sistema, llámelo como guste, le dará esta posibilidad de salir. No hay salida sin escuela ni conocimiento. Además, si usted obtiene el conocimiento y no hace esfuerzos, será igualmente inútil.

Cuando uno está en una escuela, se lo forma para «hacer», porque uno no puede hacerse a sí mismo, uno no puede crear fuerza suficiente. Pero si uno se pone en diferentes condiciones, producirá ciertos resultados. La escuela es necesaria porque es el conductor de la fuerza neutralizadora. De otro modo, uno puede tener deseo, puede hacer esfuerzos, pero no sabría cómo empezar. Parece simple, pero no es simple.

P. ¿Cuáles serían, en este caso, las fuerzas activa y pasiva?

R. La vida puede tomarse como fuerza activa, y la fuerza pasiva, yo diría que está en la inercia, en todo lo que «sucede».

P. ¿Cómo puede distinguirse entre un esfuerzo que es mecánico y un esfuerzo que no lo es?

R. No hay necesidad de distinguir. Haga esfuerzos, y aparecerá el resultado.

P. ¿Usted quiere decir que todo lo que realmente hice en la vida hasta ahora es cambiar una forma de sueño por otra?

R. Eso se cambió solo; usted ni siquiera hizo eso. En la vida uno no tiene control, pero en el trabajo uno puede adquirir control. En el trabajo puede haber un escape de este estado en el que no podemos hacer nada y las cosas «suceden». Sin el trabajo, no hay escape. La educación corriente provee, en la vida, cierta ilusión de control, pero si las circunstancias cambian, todo desaparece.

P. ¿Entonces, tendrá la amabilidad de decirme qué es lo principal que me impide escapar?

R. La mecanicidad. En usted, las cosas continúan «sucediendo»: las cosas sobre las cuales ha de tener control, pero no ha adquirido control. En nosotros hay cosas que pueden y deben ser mecánicas, como los procesos fisiológicos y cosas por el estilo, y hay otras cosas sobre las que debemos adquirir tanto control como podamos, porque nos impiden despertar. Usted no comprende hasta qué punto una cosa en nosotros está conectada con otra. Todo está conectado. No puede hacer, ni decir, ni siquiera pensar nada fuera de la línea general de cosas que suceden.

Nuestros cuatro centros, el intelectual, el emocional, el motor y el instintivo, están tan coordinados que, un movimiento, en un centro, produce inmediatamente un movimiento correspondiente en otro centro. Ciertos movimientos o ciertas posturas están conectadas con ciertos pensamientos; ciertos pensamientos están conectados con ciertos sentimientos, sensaciones, emociones: todo está conectado. Tal como somos, con toda la voluntad que podemos concentrar, podemos adquirir algún grado de control sobre un centro, pero solo uno, e incluso eso durante un breve lapso. Pero otros centros siguen por sí solos e inmediatamente corromperán al centro que queremos controlar y lo llevarán otra vez a la reacción mecánica. Suponga que sé todo lo que debo conocer, y suponga que decido pensar de un modo nuevo. Empiezo a pensar de un modo nuevo pero me siento en la postura corriente, o fumo un cigarrillo del modo habitual, y nuevamente me encuentro en los viejos pensamientos.

Lo mismo ocurre con las emociones; uno decide sentir de un modo nuevo sobre algo, y luego piensa del modo viejo y, de esa manera, las emociones negativas acuden como antes, sin control. Por tanto, a fin de cambiar, debemos cambiar las cosas en los cuatro centros en total al mismo tiempo, y esto es imposible, puesto que no tenemos voluntad para controlar a los cuatro centros. En la escuela hay métodos especiales para lograr este control, pero, sin una escuela, esto no puede hacerse. En su totalidad, nuestra máquina está muy hábilmente planeada. Desde un punto de vista tiene maravillosas posibilidades de desarrollo, pero, desde otro punto de vista, este desarrollo se torna muy difícil. Usted entenderá por qué está hecha de ese modo cuando finalmente comprenda qué significan la consciencia y la voluntad, y entonces entenderá que ni la consciencia ni la voluntad pueden desarrollarse mecánicamente. Cada pequeña cosa ha de desarrollarse mediante lucha; de otro modo, eso no sería consciencia ni voluntad. Tiene que ser difícil.

P. Pienso que, si yo tuviera que hacer algo en vez de confiar en los accidentes, no me ocurriría nada en absoluto, pues mi voluntad es demasiado débil.

R. No hacer es, en sí mismo, una especie de hacer. Pero al mismo tiempo, usted toca aquí una cuestión interesantísima. Cuando obtenga el control, sucederán cada vez menos cosas, e incluso tendrá que hacer pequeñas cosas porque éstas no le sucederán. Pero, probablemente, esto es muy remoto.

P. ¿Usted diría que el sentido de la responsabilidad de que uno debe hacer algo útil en el mundo es imaginación, puesto que usted dice que no podemos «hacer»?

R. Puede ser imaginación o imitación, o puede estar bien. Pero, en ese caso, debemos considerar qué y cómo, y cómo es más importante que qué. La mayoría de la gente piensa qué hacer pero no cómo. A menudo, las cosas que la gente decide hacer son imposibles, como detener las guerras y otras cosas por el estilo.

P. Si tratamos de estar conscientes y tratamos de ver cómo son realmente las cosas, ¿eso cambiaría nuestra situación de modo que las cosas no nos sucedan, pero que las hagamos como deseamos hacerlas?

R. Ciertamente, éste es el objetivo, pero un objetivo muy lejano. Vea, primero que todo, aquí hay un uso erróneo de la palabra «nosotros». Debe recordar que cuando se dijo que las cosas les suceden a todas las personas y que las personas no pueden «hacer» nada, eso se refería a las condiciones corrientes de nuestra vida corriente: lo que se llama vida normal. Pero en este trabajo estamos tratando de salir de esta vida «normal», de modo que ya debemos «hacer». Solo que primero debemos aprender qué podemos «hacer», porque, en nuestras condiciones actuales, muchas cosas continuarán sucediendo; pero, en ciertas cosas, ya hemos efectuado la elección, podemos mostrar nuestra preferencia, nuestra voluntad, en la medida en que podemos tener voluntad. De modo que «nosotros» no puede usarse del mismo modo que antes. Pero deberá entender que, al principio, la diferencia no es entre «hacer» y «no hacer», sino entre tratar de «hacer» y tratar de entender, y actualmente toda nuestra energía deberá concentrarse en tratar de entender. Lo que usted puede tratar de «hacer» ha sido explicado. Estamos tratando de encontrar cosas que podamos controlar en nosotros, y si trabajamos sobre ellas, adquiriremos el control. Éste es todo el «hacer» que es posible por el momento.

P. ¿Darse cuenta plenamente de que no podemos «hacer» nada es ya un largo paso en el camino hacia el «hacer»?

R. A veces el paso es demasiado largo, porque cada idea demasiado prolongada se convierte en su propio opuesto. Si usted se persuade demasiado seriamente que no puede hacer nada, descubrirá que realmente no puede hacer nada. Es una cuestión de relatividad. Como dije, no ser capaz de «hacer» se refiere a la gente sin posibilidad alguna de trabajo de escuela.

P. Pienso que necesito un maestro. Descubro que nada puedo hacer por mí mismo.

R. Un maestro no puede «hacer» nada por usted. A usted se le dan ciertas tareas y usted ha de hacerlas. Siempre es así. En vez de tratar de hacer, ¡trate de «no hacer»!, usted aprende a «hacer», aprendiendo primero a «no hacer». Está tratando de hacer cosas que considera deseables; trate de hacer todo lo contrario: no hacer cosas que sean indeseables.

Vea, esta evolución de sí no es obligatoria, no es mecánica, no hay garantía. Depende del esfuerzo. Las personas preguntan a menudo: «¿Cómo es que he estado trabajando tantos años y aún no he tenido experiencia de los centros superiores?». Y les pregunto: «¿Ha estado trabajando realmente tantos años?». Uno cuenta desde el tiempo en que oyó estas ideas, pero no trata de calcular cuánto trabajó realmente: cuántos días, cuántas horas o minutos cada día. Si uno efectúa este cálculo, verá que no hay razón para esperar todavía resultado alguno, aunque uno haya oído sobre eso hace mucho tiempo.

P. Si somos máquinas, ¿cómo podemos cambiar nuestro ser?

R. No podemos esperar hasta que cambiemos. Hay un principio importantísimo en el trabajo: jamás ha de trabajar de acuerdo con su fuerza, sino siempre más allá de su fuerza. Éste es un principio permanente. En el trabajo, siempre tiene que hacer más de lo que puede; solo entonces podrá cambiar. Si solo hace lo que es posible, permanecerá donde está. Uno ha de hacer lo imposible. No debe tomar la palabra «imposible» en una escala demasiado grande, pero incluso un poco significa mucho. Esto es diferente de la vida: en la vida, usted solo hace lo que es posible.

Es necesario poner más energía en las cosas: en el estudio de sí, en la observación de sí, en el recuerdo de sí y todo eso. Y a fin de poner más energía en su trabajo, es necesario descubrir dónde se gasta. Usted despierta cada mañana con cierta cantidad de energía. Esta puede gastarse de muchos modos diferentes. Cierta cantidad es necesaria para recordarse, para el estudio del sistema, etc. Pero si gasta esta energía en otras cosas, para eso no queda nada. Éste es realmente el punto principal. Trate de calcular, cada mañana, cuánta energía se propone poner en el trabajo en comparación con otras cosas. Verá que hasta en las cosas elementales, simplemente en relación con el tiempo, le da poquísima al trabajo, si es que le da, y todo el resto se lo da a cosas enteramente inútiles. Eso es bueno si se trata de cosas agradables, pero en la mayoría de los casos no son ni siquiera agradables. La falta de cálculo, la falta de estas estadísticas elementales es la razón de que no entendamos por qué, con todas nuestras mejores intenciones y decisiones, al final no hacemos nada. ¿Cómo podemos hacer algo si no le damos ninguna energía ni tiempo?

Si quiere aprender un idioma, deberá aprender cierta cantidad de palabras cada día y dar algún tiempo al estudio de la gramática, etc. Si quiere aprender ruso y empieza aprendiendo cinco palabras por día, le garantizo que no lo aprenderá nunca. Pero si aprende doscientas palabras por día, en pocos meses entenderá el ruso. Todo depende de estadísticas elementales. En cada clase de trabajo o estudio hay cierta norma. Si usted le da cierta cantidad de energía y tiempo, pero no lo bastante, no tendrá resultados. Solo dará vueltas y más vueltas y permanecerá aproximadamente en el mismo lugar.

P. Soy una de esas personas que solo aprenden cinco palabras por día, pero siempre me consolé pensando que, al final, eso está obligado a funcionar.

R. No, es necesario poner más urgencia en ello. Advierta que, hasta en las conversaciones, aquí son poquísimos los que hablan: los demás solo quieren escuchar, pues es más tranquilo, más cómodo. Entonces, no siguen los pensamientos. Yo doy muchísimos, pero la mayor parte de ellos no los tocan. Eso es pereza mental, pereza general. Esta pereza deberá ser vencida. Nada podrá obtenerse siendo perezoso, o haciendo una cosa y dejando todo lo demás. Tal como ocurre, doy una línea, que usted pierde. Doy otra línea, y la pierde también. De modo que, al final, solo hemos perdido líneas.

Como dije, toda clase de trabajo, toda clase de estado, necesita cierto mínimo definido de esfuerzo y mínimo de tiempo que se le brinde, y el trabajo que estamos tratando de realizar necesita más que muchas otras cosas si queremos obtener siquiera resultados perceptibles. ¿Qué significa trabajar prácticamente? Significa trabajar no solo sobre el intelecto sino también sobre las emociones y la voluntad. El trabajo sobre el intelecto significa pensar de un modo nuevo, crear nuevos puntos de vista, destruir ilusiones. El trabajo sobre las emociones significa no expresar las emociones negativas, no identificarse, no considerar y, después, trabajar también sobre las emociones mismas. ¿Pero qué significa trabajar sobre la voluntad? Significa trabajar sobre las propias acciones. Primero deberán preguntarse: ¿Qué es la voluntad en los hombres N.º 1, N.º 2 y N.º 3? Es la resultante de los deseos. La voluntad es la línea de los deseos combinados, y como nuestros deseos cambian constantemente, no tenemos una línea permanente. De modo, que la voluntad corriente depende de los deseos y podemos tener muchos deseos que marchan en direcciones diferentes. La línea construida a partir de todos estos ángulos es la resultante. Ésta es nuestra voluntad. Un día puede ir en una dirección, y otro día en otra dirección, y pensamos que es una recta. De modo que es realmente la resultante de nuestra ceguera.

Tenemos que preguntarnos sobre qué podría basarse la voluntad del hombre N.º 7. Deberá basarse sobre la consciencia plena, y esto implica conocimiento y entendimiento conectados con la consciencia objetiva y un «yo» permanente. De modo que tres cosas son necesarias: el conocimiento, la consciencia y un «yo» permanente. Solo aquellas personas que tengan estas tres cosas podrán tener una voluntad real; eso significa una voluntad que es independiente de los deseos y todo lo demás.

P. ¿Usted dijo que ninguna voluntad era posible para nosotros?

R. La voluntad es un término relativo: hay voluntades diferentes sobre niveles diferentes. Un hombre mecánico, que nunca piensa en el desarrollo, tiene solo una multitud de pequeñas voluntades que son absolutamente mecánicas. Tiene cierto deseo: un lado de él quiere hacer algo y otro lado tiene miedo de que se le castigará si lo hace. Entre las diferentes tendencias sobreviene una lucha y el resultado de ésta lo llamamos «voluntad».

P. ¿Entonces, a fin de desarrollar la voluntad, uno deberá ir contra los deseos?

R. Primero que todo, usted deberá volverse uno solo. Usted es muchos y tiene centenares de «yoes» y centenares de voluntades. Si quiere desarrollar una voluntad independiente, deberá volverse uno solo y consciente. La voluntad depende de la unidad y la consciencia.

P. Si estamos decididos a hacer algo que no nos gusta, y nos la arreglamos para hacerlo, ¿no estamos usando la voluntad?

R. Puede ser temor; tal vez usted tema no hacerlo, o espere alguna recompensa en esta vida o en la próxima: muchas cosas son posibles. Por lo general, tememos algo o esperamos de ello algún género de beneficio. Por regla general, el término «voluntad» se usa en un sentido relativo, pero cuando nosotros hablamos de voluntad, hablamos de cierto nivel. Antes que podamos hablar de la posibilidad de la voluntad, deberemos tener, por lo menos, un punto central que pueda controlar al resto. La voluntad significa la liberación respecto del estado mecánico.

P. ¿Podrá obtenerse una unidad útil mediante el enfrascamiento en algún trabajo rutinario que emplee a la mayoría de los «yoes»?

R. Eso no puede llamarse unidad plena, es solo unidad relativa, la unidad de los «yoes» empleados en este trabajo. Uno puede prepararse muchísimo mediante un trabajo de esta índole, pero no puede tocar la totalidad de usted. No hay trabajo que pueda tocar el todo, siempre será solo una pequeña parte de usted.

P. ¿Cómo podemos cambiar o despertar si no tenemos libre albedrío?

R. Si tuviéramos libre albedrío, no seríamos máquinas. ¿Una máquina cómo puede tener libre albedrío? ¿Y cómo podemos cambiar? Ya se explicó que hay una posibilidad de cambio, pero una posibilidad pequeñísima y, a fin de empezar, son necesarias muchas combinaciones diferentes de circunstancias favorables. Después, con cada paso, eso se vuelve cada vez más difícil y requiere cada vez más esfuerzo, y luego, tras algún tiempo, se torna más fácil. Pero primero es necesaria cierta combinación de circunstancias, y después, duro trabajo también, porque la escuela es necesaria. Sin una escuela, es imposible cambiarse. Las dificultades son tan grandes y el hombre es tan débil que, solo, no puede cambiar nada.

En la actualidad, nuestra voluntad pertenece a los «yoes» o grupos de «yoes» basados en una personalidad de muchos. Pero la voluntad real significa una sola voluntad, de modo que solo puede pertenecer a un solo «yo» o, si gusta, a la esencia. De manera que debemos ser uno solo, por lo menos en ciertos momentos, y, luego, tratar de trabajar para crear la voluntad. Uno no puede unificarse de repente. La voluntad está obligada a ir y venir; en un momento tendremos voluntad, en otro momento no tendremos ninguna. Llevará largo tiempo antes que podamos hablar de algo confiable en nosotros antes de encontrarnos con algo permanente.

P. ¿Cómo crecerá la voluntad?

R. No puede crecer sin esfuerzo. Ha de ahorrar energía para reunir bastante para la lucha con ciertas debilidades. Suponga que comprenda que algo es una debilidad y que deberá luchar con ésta, pero descubre que no tiene bastante energía; entonces, puede tratar de hacer alguna cosa más pequeña que no sea tan difícil y, de este modo, ahorrará energía. Hablando en general, perdemos la oportunidad de realizar esfuerzos pequeños. Los desatendemos, no los consideramos bastante importantes. Empero, podemos aumentar nuestra capacidad para realizar esfuerzos, haciendo solamente estos pequeños esfuerzos a los que no prestamos atención.

P. ¿La creación de la unidad es precedida esencialmente por un conflicto interior?

R. Por darse cuenta de un conflicto interior. Los conflictos interiores son constantes. Nadie vive sin conflictos interiores, son normales y están siempre allí. Pero cuando empezamos a trabajar, el conflicto aumenta. Cuando no trabajamos, escapamos, no luchamos. ¿Qué significa «trabajo»? Significa lucha con cosas conflictivas. Tenemos cierto objetivo, pero muchos «yoes» nuestros no quieren seguir ese camino, de modo que, naturalmente, el conflicto aumenta. Pero la creación de la unidad no es el resultado del conflicto: aquélla es el resultado de la lucha con el conflicto. Somos muchos y queremos ser uno solo: ésta es una formulación de nuestro objetivo. Comprendemos que es inconveniente, incómodo y peligroso ser tantos. Decidimos estar, por lo menos, menos divididos, en vez de quinientos llegar a ser cinco. Pienso que debo hacer algo y no lo quiero: éste es el conflicto, y al repetirse constantemente, estructura la resistencia y produce la unificación.

P. ¿La resistencia no impide a la mayoría de la gente lograr algo?

R. La resistencia puede ser de naturaleza muy diferente, porque tenemos muchos hábitos, físicos y mentales, que a veces no podemos vencer. Los hábitos pueden ser tan fuertes que no hay lugar para nada nuevo. Allí llegamos otra vez a la cuestión de las escuelas, porque, por uno mismo, aunque uno conozca, no podrá vencer a la resistencia interna ni externa.

P. Si todo marcha suavemente y uno no es consciente de ningún conflicto de «sí» o «no», ¿es bueno tratar de inducirlo?

R. No hay necesidad. En el momento que uno empieza a trabajar, a tratar de recordarse, a tratar de no identificarse, a recordar el sistema, de inmediato empieza la fricción. La fricción crea energía. Si las cosas son fáciles, no hay fricción. Pero si Usted pone rayos en la rueda de la mecanicidad, esto crea fricción, la cual crea energía.

P. ¿Qué significaría la unidad? ¿Es la unidad entre los centros?

R. La unidad no es entre los centros, porque los centros son diferentes, sino entre las personalidades o grupos de «yoes». Cada centro tiene su propio trabajo y nuestros centros están demasiado coordinados, pues el trabajo de un centro produce mecánicamente el trabajo de otro centro. Esto no es para nada deseable, y, en parte, se debe a esta mala coordinación que las personalidades no estén suficientemente conectadas: muchas de ellas son absolutamente independientes y contradictorias.

P. ¿El deseo de desarrollarse, puede llamarse voluntad?

R. Llámelo deseo; esto es enteramente suficiente. No es voluntad. La voluntad pertenece al todo y es otro lado de la consciencia.

P. En nuestro estado de consciencia, ¿podemos conocer la diferencia entre el deseo y la voluntad?

R. Ciertamente. El deseo es cuando usted hace lo que quiere; la voluntad es cuando usted hace lo que no quiere.

P. ¿Cómo podemos hacer uso correcto del conflicto interior?

R. Es muy simple. Una parte de nosotros (el centro magnético o una personalidad) quiere despertar. Pero la parte mayor de nosotros quiere dormir. Debemos decidir de qué lado estamos, y entonces ayudar a ese lado.

A fin de estudiar cómo empezar a trabajar sobre la voluntad, cómo transformar la voluntad, uno ha de renunciar a la propia voluntad. Ésta es una expresión peligrosísima si se la entiende mal. Es importante entender correctamente qué significa «renunciar a la propia voluntad». No tenemos voluntad, de modo que ¿cómo hemos de renunciar a lo que no tenemos? Primero deberá comprender que usted nunca está de acuerdo con que no tiene voluntad; solo está de acuerdo en las palabras. Segundo, deberá entender que no tenemos voluntad siempre, sino solo en ocasiones. La voluntad, en nuestro estado, significa un fuerte deseo. Si no hay un fuerte deseo, no hay voluntad y, por tanto, no hay nada a que renunciar. En otro momento, tenemos un fuerte deseo que está contra el trabajo, y si lo detenemos, significa que renunciamos a la voluntad. No es en todo momento que podemos renunciar a la voluntad, sino en momentos especiales. ¿Y qué significa «contra el trabajo»? Significa contra las reglas y principios del trabajo o contra algo que personalmente se le dijo que hiciera o no hiciera. Hay ciertas reglas y principios generales, y puede haber condiciones personales para gente diferente.

P. ¿Uno ha de pedir más directivas personales?

R. Sí, pero si uno pide, deberá obedecer. Uno no está obligado a hacer nada, aparte de seguir las reglas y principios generales si no lo pide, de modo que, antes de pedir, uno deberá pensar dos veces.

P. Si uno está preparado para obedecer, ¿usted dará las directivas?

R. Si se presenta la oportunidad. Deberá ser en un momento en que usted tenga voluntad. Deberá haber un deseo definido de hacer algo que afecte al trabajo o a otras personas. Habitualmente, tenemos mala voluntad: muy raramente tenemos buena voluntad. Si usted tiene buena voluntad, no hablo de eso; simplemente digo: «Siga, continúe, aprenda».

No saben cómo pensar sobre la voluntad. En un momento comprenden que son máquinas, pero en el momento siguiente quieren actuar según su propia opinión. En ese momento deben ser capaces de detenerse, de no hacer lo que quieren. Esto no se aplica a los momentos en que no tienen la intención de hacer algo, pero deben ser capaces de detenerse si su deseo va contra las reglas o principios, o contra lo que se les dijo. A menudo sucede que las personas siguen estudiando y pierden estos momentos. Piensan que trabajan cuando no sucede nada. No podemos trabajar siempre de igual manera; en un momento es suficiente el estudio pasivo; en otro momento es necesario ir contra uno mismo, detenerse.

P. ¿Qué causa estos momentos?

R. El deseo. Como dije, nuestra voluntad es una resultante de los deseos. Ésta no es una expresión del sistema, es una vieja definición psicológica, pero una definición buena. Los deseos pueden ser muy diferentes: pueden ser deseos intelectuales, como el deseo de saber, la curiosidad, o los deseos emocionales, instintivos o móviles. Si un deseo fuerte vence, da dirección a los deseos. Ahora hablo de deseos que pueden tener una conexión con el trabajo.

P. Se nos dijo que observáramos las reglas. Esto presupone que podemos observarlas, lo cual sería «hacer». Me parece incompatible con la idea de que no podemos «hacer».

R. Todo es relativo. Podemos «hacer» algunas acciones interiores, pues tenemos cierto control. Por ejemplo, tenemos cierto control de nuestros pensamientos: podemos pensar sobre una cosa u otra. Éste es el comienzo de la posibilidad. Si seguimos manteniendo nuestros intereses dirigidos en cierta línea, nuestro proceso pensante adquiere cierto poder y, después de algún tiempo, puede crear, al menos, momentos de consciencia de sí que, cuando esto sobreviene más a menudo y permanece más tiempo, puede empezar a cambiar las otras cosas. Pero si uno está en las condiciones de la vida corriente, sin saber que todo sucede, uno no podrá hacer nada. La posibilidad real de cambiar estas condiciones empieza con el control de los pensamientos y con el control, hasta donde sea posible, de la consciencia, esto es, con el trabajo interior sobre nosotros mismos. Haciendo este trabajo interior, tratando de adquirir control de uno mismo, uno aprende cómo «hacer». Esto no significa que uno pueda «hacer», pues uno no puede; pero si uno empieza, entonces, poco a poco, uno aprende cómo «hacer».

P. ¿La disciplina autoimpuesta es buena, o deberá ser una disciplina de escuela?

R. La disciplina es buena si es disciplina. Pero si es tan solo una invención arbitraria, entonces no dará resultado. El aspecto más importante de la disciplina es no expresar las emociones negativas y no complacerse en las emociones negativas. Las tareas mecánicas no pueden dar resultado alguno, pero si usted se atrapa en un momento de emoción negativa y la detiene, esto es disciplina.

Si queremos estar en el trabajo, debemos verificar todos nuestros pensamientos, palabras y acciones desde el punto de vista del trabajo. De modo que si quiere trabajar, no es libre más: debe perder la ilusión de la libertad. La cuestión es: ¿Usted tiene libertad? ¿Tiene algo que perder?

He aquí por qué es necesario recordarse. Recordarse es no solo consciencia de sí, significa también cierta capacidad para actuar de cierto modo, para hacer lo que quiere. Vea, en nuestro pensamiento lógico, en el conocimiento lógico, dividimos a la consciencia respecto de la voluntad. La consciencia significa voluntad. En ruso, por ejemplo, la misma palabra se usa para voluntad y para libertad. Consciencia significa voluntad, y voluntad significa libertad.

P. ¿Atención es sinónimo de voluntad?

R. No, de otro modo no habría sido necesario usar dos palabras. Pero la atención controladora es el comienzo de la voluntad.

P. Usted habló de poner las cosas bajo control. ¿En nosotros, qué es lo que controla?

R. Eso depende de lo que usted quiera. En toda línea particular de acción, el objetivo es el factor controlador. En el trabajo o el estudio sobre usted, usted tiene cierto objetivo. Este objetivo controlará sus acciones.

Pero usted no significó eso: usted preguntó qué hay en nosotros que puede controlar. Para responder esto, debo volver otra vez a los grupos de «yoes», en este caso, al centro magnético. En la actualidad, en relación con nuestro trabajo personal, nuestro objetivo está bajo el control del centro magnético y no de los «yoes» extraviados, uno de ellos interesado en una cosa, y otro en otra cosa. Si cada uno de ellos quiere controlarnos, eso significa que, al final, nadie controla; pero si estamos controlados por el centro magnético, eso ya significa cierto control.

La determinación y definición del objetivo es un momento importantísimo en el trabajo. Habitualmente, sucede que uno define su propio objetivo muy correctamente, en muy correcta dirección, solo que uno toma un objetivo que está muy distante. Entonces, con este objetivo en vista, uno empieza a aprender y acumular material. La vez siguiente, uno trata de definir el objetivo, lo define de manera un poco diferente, hallando un objetivo que está un poco más cerca; la vez siguiente, nuevamente un poco más cerca, y así sucesivamente, hasta que uno halla un objetivo que está muy próximo: mañana o pasado mañana. Éste es realmente el modo correcto en relación con los objetivos, si hablamos de ellos sin más precisión. Podemos encontrar muchos objetivos que ya han sido mencionados claramente. «Ser uno». Correctísimo, un objetivo muy bueno. «Ser libre». ¿Cómo? Solo cuando uno adquiere control de la máquina. Una persona puede decir: «Quiero ser consciente»; otra puede decir: «Quiero estar despierta», o «Quiero tener voluntad». Todos estos casos son objetivos sobre la misma línea, solo que a diferentes distancias.

P. He llegado a la conclusión de que la mayoría de mis objetivos son demasiado remotos y quiero trabajar más sobre el lado práctico.

R. Si, porque antes que pueda alcanzar objetivos remotos, hay muchas cosas que puede hacer aquí y ahora, y es aquí donde este sistema difiere de casi todos los otros sistemas. Casi todos los otros sistemas empiezan con objetivos que están, por lo menos, a diez mil millas delante, y que no tienen un significado práctico; pero este sistema empieza en esta habitación. Ésa es la diferencia y eso es lo que deberá entenderse primero que todo.

Una y otra vez debemos volver a esta cuestión de lo que queremos de este trabajo. No use la terminología del sistema, sino encuentre lo que usted mismo quiere. Si dice que quiere estar consciente, todo esto está muy bien; ¿por qué? ¿Qué quiere obtener estando consciente? No debe pensar que no podrá responder esta pregunta inmediatamente. Es muy difícil. Pero deberá persistir volviendo a ella. Y deberá entender que antes que llegue el tiempo en que pueda conseguir lo que quiere, deberá saber qué es. Ésta es una condición clarísima. No podrá conseguir nada hasta que pueda decir: «Quiero esto». Entonces quizá pueda conseguirlo o quizá no; pero nunca podrá conseguirlo, a no ser que sepa lo que es. Puede formularlo a su modo, y deberá ser sincero con usted mismo. Entonces, puede preguntarse: «¿El sistema podrá ayudarme a conseguirlo?». Si recordamos nuestro objetivo, si pensamos en él, si encontramos cada vez más razones de por qué debemos trabajar, nuestra voluntad se moverá en una sola dirección y se fortalecerá. Si olvidamos nuestro objetivo, aflojaremos.

He hablado sobre la cuestión del objetivo porque le aconsejo estudiar sobre él, rever lo que ya pensó sobre el objetivo y pensar cómo definiría ahora su objetivo, después de un estudio de estas ideas.

Yo diría que lo que un hombre puede conseguir, lo que puede prometérsele con la condición de que trabaje, es que, después de algún tiempo de trabajo, se verá a sí mismo. Puede conseguir otras cosas, como la consciencia, la unidad, la conexión con los centros superiores, todas vienen después de esto, y no sabemos en qué orden vienen. Pero debemos recordar una cosa; hasta que consigamos esto —hasta que nos veamos— no podremos conseguir nada más. Hasta que empecemos a trabajar con este objetivo en vista, no podremos decir que hemos empezado a trabajar. De modo que, luego de algún tiempo, deberemos ser capaces de formular nuestro objetivo inmediato, como poder verse uno mismo. Ni siquiera conocerse uno mismo (esto viene después) sino verse uno mismo. El hombre teme verse. Pero puede decidir tomar valor y ver qué es.

P. ¿La voluntad es parte del ser?

R. Sí, lo mismo que la consciencia y el entendimiento. Solo que si usted trabaja demasiado en el entendimiento y el conocimiento y descuida la voluntad, entonces en vez de crecer más fuerte, usted se volverá más débil, o seguirá siendo lo mismo que era. Si la voluntad queda sin desarrollar, el desarrollo del entendimiento no podrá ayudar mucho. Uno puede entender mucho y no ser capaz de hacer nada acerca de ello. De modo que, desde el principio mismo, uno deberá empezar a hacer serios esfuerzos para desarrollar la voluntad. Como dije, con nuestra voluntad (la voluntad de los hombres N.º 1, N.º 2 y N.º 3) solo podemos controlar un centro, usando toda la concentración que nos es posible. Empero, los centros dependen uno del otro. El control de más de un centro solo puede obtenerse si usted se pone bajo alguna otra voluntad, porque su propia voluntad es insuficiente, y he aquí por qué son necesarios los ejercicios de la disciplina y la escuela.

No tenemos una voluntad real; solo tenemos obstinación y tozudez. Si uno entiende eso, deberá tener el valor de renunciar a la propia voluntad. En una escuela se crean posibilidades especiales de renunciar a la propia voluntad, de modo que si usted renuncia a ella, después puede tener su propia voluntad. Pero, hasta sin esas posibilidades especiales, si las personas se vigilan y son cuidadosas, pueden atrapar momentos en los que está presente un fuerte deseo y preguntarse qué han de hacer a la luz del sistema. Cada uno deberá descubrir cuál es su propia situación.

P. ¿Qué es la obstinación? Y ¿cuál es la diferencia entre obstinación y tozudez?

R. No hay una particular diferencia. Ambas son manifestaciones de la misma cosa: generalmente, manifestaciones de resistencia. La oposición crea y controla a la voluntad. Esta voluntad que tenemos, pero que no proviene de nosotros, proviene del obstáculo. Obstinación es, por ejemplo, cuando alguien ve que un hombre no sabe cómo hacer una cosa y se ofrece para explicarle, pero el hombre le dice: «No, lo haré por mí mismo», «Lo decidiré por mí mismo», «No quiero escuchar a nadie», etc. La tozudez es, en gran medida, lo mismo, solo que más genérico: es una especie de hábito. La voluntad mecánica se basa generalmente en presunciones erróneas sobre uno y la propia experiencia. La obstinación es arrogancia. Si compara la obstinación con una acción normal, en eso siempre hay alguna oposición: usted quiere hacer algo que no debería hacer. Esto es muy característico en el trabajo. Al estudiar el trabajo, usted sabe que deberá evitar ciertas cosas, pero quiere exactamente esas cosas. Si empieza con esto al pensar sobre la obstinación, encontrará sus propios ejemplos.

P. ¿Cómo podemos trabajar contra la obstinación? ¿Y nos es posible, tal como somos, reconocer los momentos en que tenemos voluntad real?

R. No voluntad real; la voluntad real está muy lejos. Como dije, todo lo que tenemos es obstinación y tozudez, o pequeñas voluntades que cambian todo el tiempo. En cuanto a cómo podemos trabajar contra la obstinación: usted puede estudiar el sistema. En el sistema hay ciertas exigencias: cosas que no debe hacer o que debe hacer. ¿Qué puede oponerse a la obstinación? Hay solo dos cosas opuestas entre sí: el trabajo y la obstinación. La obstinación quiere hablar, por ejemplo, y usted no debe hablar sobre ciertas cosas, porque si lo hace, solo dirá mentiras: hay una regla de que usted no puede hablar sobre las ideas del sistema a personas de afuera, antes que conozca y entienda aquéllas. Sobreviene una lucha, y el resultado es según cuál de los dos vence. De este modo, desde el principio mismo, usted se encuentra con ideas del trabajo opuestas a la obstinación. Si usted se olvida del trabajo, no está trabajando contra la obstinación. El único modo de luchar contra la obstinación es recordar el trabajo. Puede ser que en un momento el trabajo no entre para nada, pero en otro momento entra, y en ese momento usted podrá entender qué significa renunciar a la obstinación. Pregúntese: ¿Es correcto o no desde el punto de vista del trabajo? Ésta es una lucha contra la obstinación.

En un hombre corriente, la voluntad sigue una línea zigzagueante o va en círculo, he aquí por qué es necesario subyugar a la voluntad. Esta subyugación la ejercita de tal modo que después puede seguir una línea definida. Cuando se fortalece bastante, no es necesario limitarla más. De manera que la voluntad no puede dejarse como está ahora, pues ahora corre en todas direcciones. Ha de ejercitársela, y a fin de ejercitar a la voluntad, uno ha de hacer muchas cosas desagradables.

P. ¿Las oportunidades de ejercitar a la voluntad están siempre presentes si se las puede hallar?

R. Si, como dije, donde hay fricción. Pero eso depende de lo que usted quiere: depende de si quiere fricción, de su decisión, de su estado y de su posición. En el trabajo, uno ha de vencer a cada momento a la pereza, a la inercia, al querer detenerse. Si uno no trabaja, no hay nada que vencer, pero si uno trabaja en algo, siempre ha de vencer su propio deseo de parar de trabajar.

P. Si me obligo a hacer algo que no quiero hacer, ¿eso es fricción?

R. Todo es fricción, si usted lo hace. Pero no basta pensar meramente en eso. Solo mediante la fricción puede usted crear la energía y desarrollar la voluntad.

P. ¿Vastas cantidades de fricción e incomodidad internas son siempre requisitos necesarios para un nuevo desarrollo?

R. Eso depende de las personas. Para algunas puede ser más necesario, para otras menos. Asimismo, eso depende de lo que usted quiera. Si quiere tan solo estudiar, basta con ver, pero si quiere cambiar algo, no basta con mirarlo. Mirar una cosa, no la cambiará. El trabajo significa fricción, conflicto entre «si» y «no», entre la parte que desea trabajar y la parte que no desea trabajar. Hay muchas partes de nosotros que no desean trabajar, por lo que, en el momento en que usted empiece a trabajar, comienza la fricción. Si decido hacer algo y una parte de mí no desea hacerlo, debo insistir, tanto como pueda, en llevar a cabo mi decisión. Pero tan pronto el trabajo se detiene, se detiene la fricción.

P. ¿Cómo puede uno crear una fricción útil?

R. Deberá empezar con alguna idea concreta. Si usted no produce resistencia, todo sucede. Pero si tiene ciertas ideas, puede ya resistir la identificación y luchar con la imaginación, las emociones negativas y cosas por el estilo. Trate de descubrir lo que realmente le impide ser activo en el trabajo. Es necesario ser activo en el trabajo; siendo pasivo, uno no puede conseguir nada. Olvidamos el comienzo, dónde y por qué empezamos, y la mayor parte del tiempo nunca pensamos en el objetivo sino solo en pequeños pormenores. Ningún pormenor es de utilidad alguna sin el objetivo. Recordarse no es de utilidad, sin recordar los objetivos del trabajo y su original objetivo fundamental. Si estos objetivos no se recuerdan emocionalmente, pueden pasar años y uno permanecerá en el mismo estado. No basta con educar la mente; es necesario educar la voluntad.

Nunca somos los mismos durante dos días sucesivos. En algunos días seremos más afortunados; en otros, menos. Todo lo que podemos hacer es controlar lo que podemos. Nunca podremos controlar las cosas más difíciles si no controlamos las cosas fáciles. Cada día y cada hora hay cosas que podríamos controlar y no controlamos; de modo que no podemos tener nuevas cosas para controlar. Estamos rodeados de cosas descuidadas. Principalmente, no controlamos nuestro pensar. Pensamos de un modo vago sobre lo que queremos, pero si no formulamos lo que queremos, nada sucederá. Ésta es la primera condición pero hay muchos obstáculos.

El esfuerzo es nuestro dinero. Si queremos algo, debemos pagar con esfuerzo. Obtenemos resultados según la fuerza del esfuerzo y el tiempo del esfuerzo en el sentido de si es el tiempo correcto para el esfuerzo o no. El esfuerzo necesita conocimiento, conocimiento de los momentos en que el esfuerzo es útil. Es necesario aprender mediante larga práctica cómo producir y aplicar el esfuerzo. Los esfuerzos que podemos hacer son esfuerzos de observación de sí y recuerdo de sí. Cuando las personas preguntan sobre el esfuerzo, piensan en un esfuerzo de «hacer». Eso sería un esfuerzo perdido o un esfuerzo equivocado, pero el esfuerzo de la observación de sí y del recuerdo de sí es el esfuerzo correcto porque puede dar resultados correctos. El recuerdo de sí tiene un elemento de la voluntad en él. Si fuera tan solo soñar, «Yo soy, yo soy, yo soy», no sería nada. Pueden inventar muchos modos diferentes de recordarse, pues recordarse no es una cosa intelectual ni abstracta; se trata de momentos de la voluntad. No es pensamiento; es acción. Significa tener un control acrecentado; ¿de otro modo, de qué serviría? Solo pueden controlarse en los momentos del recuerdo de sí. El control mecánico que se adquiere mediante ejercitación y educación (cuando a uno se le enseña cómo conducirse en ciertas circunstancias) no es un control real.

P. ¿Renunciar a la obstinación implica renunciar al propio juicio?

R. Eso depende de qué. Por lo general, significa renunciar a la infantilidad, a la ineficiencia y a la mentira. Se confunden las ideas sobre lo que significará renunciar. Primero, se piensa que es una acción final: que se renuncia a la voluntad y no se tendrá más voluntad. Ésta es una ilusión porque no tenemos tal voluntad a la que renunciar. Nuestra voluntad dura unos tres minutos. La voluntad se mide con el tiempo. Si en una ocasión renunciamos a tres minutos de voluntad, mañana crecerán otros tres minutos.

Renunciar a la voluntad no es una sola acción, es un proceso continuo. Una sola acción no significa nada. El segundo error es no recordar ciertos principios ante los que se renuncia a la voluntad. Hay muchos principios para seguir a los cuales hay que renunciar a la voluntad. Lo tercero es evitar pensar en los extremos; imaginar los casos más difíciles. Empiece con casos simples, corrientes. Renunciar a la voluntad significa solamente recordar acerca del trabajo. De este modo, usted aprende a crear la voluntad; éste es el método de desarrollarla.

P. ¿Renunciar a la propia voluntad significa no actuar sin entender?

R. Vea, éste es otro de sus errores. Piensa que renunciar a la voluntad significa hacer algo. Esto sucede muy raras veces. En la mayoría de los casos se le dice que no haga algo. En esto hay una gran diferencia. Por ejemplo, usted quiere decirle a alguien lo que piensa de él, pero no debe hacerlo. Es una cuestión de ejercitación. La voluntad puede formarse si un hombre trabaja sobre sí y hace que su voluntad obedezca a los principios del trabajo. Las cosas que no conciernen al trabajo, no pueden conectarse con éste, pero cuanto más entre usted en el trabajo, más cosas entran en contacto con éste. Sin embargo, esto necesita tiempo.

Cuando les llega la oportunidad y se les dice a las personas que hagan algo, o que no hagan nada, con frecuencia van contra eso por lo que les parece la mejor de las razones. Así pierden su oportunidad. Pasa el tiempo y después pueden ver que perdieron su oportunidad, pero ésta no podrá reemplazarse más por nada. Ése es el castigo de la obstinación.

P. Me parece que si se renuncia a la obstinación, se obtiene realmente lo que se desea, pues renunciando al propio deseo, uno obtiene el resultado deseado.

R. La obstinación no incluye nada que usted quiera. Si tiene hambre y quiere comer, eso no es obstinación. Obstinación significa preferir actuar por usted mismo y, en nuestro caso, no tomar en consideración el trabajo y los principios del trabajo. Si mi obstinación es echar maldiciones, por ejemplo, y renuncio a ello porque va contra los principios del trabajo, ¿dónde está el resultado deseado del que habla?

Algunos deseos nuestros pueden estar bien ocultos. Por ejemplo, un hombre puede querer criticar a alguien y a eso lo llama sinceridad. Pero el deseo de criticar puede ser tan fuerte que tendría que hacer un esfuerzo realmente grande para detener eso, y un hombre no puede hacer por sí mismo esfuerzos realmente grandes.

Debo repetirlo: a fin de crear la voluntad, el hombre deberá coordinar todas sus acciones con las ideas del trabajo; deberá preguntarse en cada acción: ¿Cómo se verá desde el punto de vista del trabajo? ¿Es útil o dañina para mí, o para el trabajo? Si no lo sabe, puede preguntar. Si un hombre ha estado largo tiempo en el trabajo, prácticamente no hay una sola acción que no esté conectada con el trabajo; no hay acciones independientes en el sentido de que uno no podrá actuar más alocadamente y sin discriminación. Antes de actuar, uno debe pensar. Éste es el único método por el que puede crearse la voluntad, y para este método es necesaria la organización de la escuela.

Como dije antes, la obstinación está siempre conectada con el engreimiento: un hombre siempre piensa que sabe. Luego llega a la escuela y se da cuenta que no sabe nada. He aquí por qué es necesaria la preparación para la escuela. Habitualmente, uno está lleno de engreimiento y de obstinación. Un hombre que llega a una escuela debe estar listo para aceptar la enseñanza y la disciplina de la escuela, o de lo contrario no conseguirá nada. No podrá adquirir voluntad a menos que renuncie a la obstinación, así como no podrá adquirir conocimiento a menos que renuncie al engreimiento.

P. ¿Uno deberá interrumpir la obstinación, o haberla interrumpido?

R. Uno deberá interrumpirla, y uno deberá haberla interrumpido suficientemente estando en una escuela. Uno deberá estar suficientemente libre de ella para aceptar las cosas sin lucha. Uno no puede guardar todos los viejos criterios y opiniones y adquirir nuevos. Un hombre deberá estar suficientemente libre para renunciar a lo viejo, por lo menos por un tiempo. Deberá ser capaz de entender la necesidad de la disciplina, pues la voluntad no podrá crearse hasta que uno acepta cierta disciplina.

Sin escuela, uno no podrá hacer nada. Uno puede tratar y tratar y nada sobrevendrá de eso. Cuando uno está ya conectado con alguna clase de escuela, lo principal es empezar con el trabajo sobre renunciar a la obstinación. Cuando la obstinación es suficientemente vencida, entonces es posible hablar sobre diferentes métodos de trabajo.

P. ¿Cómo puedo aprender a actuar de manera diferente en la vida como para evitar las mismas emociones limitadas y recurrentes que ahora siento?

R. Nuestro objetivo en la vida es actuar de manera diferente. He aquí por qué se organiza el trabajo, por qué tenemos que estudiar diferentes teorías, recordar diferentes reglas, etc. De lo que usted habla es del objetivo lejano. Primero, tenemos que trabajar en el sistema. Aprendiendo cómo actuar en conexión con el sistema y la organización, aprendemos cómo actuar en la vida; pero no podremos aprender cómo actuar en la vida, sin atravesar primero el sistema.

P. Quiero tomar una decisión para trabajar, de la que no pueda retroceder.

R. Ésta es una de nuestras máximas ilusiones: que podemos tomar decisiones. Es necesario estar en orden para tomar decisiones porque, tal como somos, un pequeño «yo» toma decisiones, y otro «yo», que no está enterado de ello, se espera que las lleve a cabo. Ésta es una de las primeras cuestiones que tenemos que comprender: que, tal como somos, ni siquiera podemos tomar decisiones en las cosas pequeñas: las cosas tan solo suceden. Pero cuando entienda esto correctamente, cuando empiece a buscar las causas, y cuando encuentre estas causas, será capaz de trabajar y tal vez de tomar decisiones, aunque durante largo tiempo solo en relación con el trabajo, con nada más.

Lo primero que tiene que decidir es hacer su propio trabajo y hacerlo regularmente, acordarse de él, no dejarlo que se escape. Olvidamos demasiado fácilmente las cosas. Decidimos hacer esfuerzos (cierta clase de esfuerzos y cierta clase de observación) y luego, tan solo las cosas corrientes, las octavas corrientes, lo interrumpen todo y olvidamos. Otra vez recordamos y otra vez olvidamos, y así esto continúa. Es necesario olvidar menos y recordar más; es necesario conservar siempre con usted ciertas comprensiones, ciertas cosas que usted ya vio y entendió. Deberá tratar de no olvidarlas.

La principal dificultad es Qué hacer y Cómo obligarse a hacerlo. Obligarse a pensar regularmente, a trabajar regularmente; ésta es la cosa. Solo entonces usted empezará a verse, esto es, a ver qué es más importante y qué es menos importante, dónde poner su atención, etc. ¿De lo contrario, qué sucede? Usted decide trabajar, hacer algo, cambiar las cosas, y luego se queda donde estaba.

Es difícil pensar, difícil ver dónde empezar a pensar: una vez que se dé cuenta de esto, empezará a pensar del modo correcto. Si encuentra su modo de pensar correctamente sobre una cosa, eso le ayudará inmediatamente a pensar correctamente sobre otras cosas. La dificultad radica en que las personas no piensan correctamente en nada.

P. Lo que hallo más alarmante es la facilidad con que caigo en un estado en el que ningún esfuerzo es posible.

R. Sí, pero si usted se dispone a realizar esfuerzos regulares, eso le ayudará a continuar. Ésta es una de las decisiones realizables que usted puede tomar. En el trabajo, usted deberá tomar solo decisiones posibles, y decisiones que han de recordarse.

P. Unas pocas veces por año, una línea de acción se vuelve particularmente clara para mí. He estado sujeto a estos momentos toda mi vida y he llegado a juzgar inútil emprender cualquier acción seria sin lo que corrientemente se llamaría inspiración.

R. Hay períodos, en condiciones corrientes, en los que nada sucede, y luego vienen las encrucijadas. Toda la vida consiste en calles y encrucijadas. Girar en las encrucijadas puede incluso volverse más sistemático si uno tiene un centro de gravedad. Entonces, una cosa continuará siendo más importante y uno girará siempre en la misma dirección. Pero la inspiración nada tiene que ver con esto. Es simplemente darse cuenta de un momento en el que usted puede hacer algo.

P. A veces, cuando estoy tratando de decidir si hago algo o no, encuentro aparentes buenas razones desde el punto de vista del sistema, para hacerlo y no hacerlo.

R. Es imposible decir nada sobre esto en general; depende de las circunstancias. A veces, usted puede decidir desde el punto de vista del sistema, y a veces hay cosas en la vida que usted puede decidir sin relación con aquél, porque no podrá hallar siempre para estas ideas un uso práctico, antes de conocerlas todas.

En el sistema hay una expresión: «Crear la luna en uno mismo». Charlemos sobre lo que esto puede significar. Es una expresión simbólica, y los símbolos en forma de diagramas o las expresiones simbólicas se usan con fines muy definidos. Un símbolo expresa muchas ideas a la vez. Si significase una sola idea, la respuesta sería simple; pero un símbolo se usa para evitar largas descripciones y para poner muchas ideas en una sola frase.

¿Cómo descifrar un diagrama o una expresión simbólica? A fin de descifrar un símbolo, es necesario conocer el orden de las ideas incluidas en él.

Ahora bien, si preguntamos qué puede significar crear la luna en uno mismo, primero deberemos preguntarnos: ¿Cuál es la función de la Luna en relación con la vida orgánica? La Luna equilibra la vida orgánica: todos los movimientos externos son equilibrados por la Luna. ¿Qué sucederá si desaparece esta función de la Luna? ¿Será beneficiosa para un hombre individual, o lo contrario?

Debemos comprender que todo esto se refiere al ser. ¿Cuáles son los rasgos de nuestro ser? El rasgo principal de nuestro ser es que somos muchos. Si queremos trabajar sobre nuestro ser, hacerlo corresponder más con nuestro objetivo, debemos tratar de volvernos uno solo. Pero éste es un objetivo muy distante. ¿Qué significa volverse uno solo? El primer paso, que es aún muy distante, es crear un centro permanente de gravedad. Esto es lo que significa crear la Luna en uno mismo. La Luna es un centro permanente de gravedad que equilibra nuestro cuerpo físico, pero en nosotros mismos no tenemos tal equilibrio, por lo que, cuando creamos este equilibrio o centro de gravedad en nosotros, no necesitamos a la Luna.

Pero primero deberemos decidir qué significa la ausencia del «yo» permanente. Se nos ha hablado sobre muchos rasgos de éste, pero deberán establecerse claramente mediante la observación, y a fin de aproximarnos más a la idea de crear la luna en uno mismo, deberemos distinguir qué es importante y qué no es importante. Entonces, deberemos empezar a luchar contra los rasgos que nos impiden volvernos uno solo. Deberemos luchar con la imaginación, con las emociones negativas y con la obstinación. Antes que esta lucha pueda ser afortunada, deberemos comprender que la peor clase posible de imaginación, desde el punto de vista de obtener un centro de gravedad, es la creencia de que uno puede hacer algo por sí mismo. Después de eso, deberemos encontrar las emociones negativas que nos impiden hacer lo que se sugiere en conexión con el sistema. Pues es necesario comprender que la obstinación solo puede, interrumpirse haciendo lo que a uno le dicen. No puede interrumpirse con lo que uno mismo decide, pues entonces será todavía obstinación.

Permítaseme repetirlo. El trabajo sobre el ser es siempre una lucha: contra lo que a uno le gusta hacer o no le gusta hacer. Digamos que a usted le gusta patinar y le dicen que se recuerde. Entonces, deberá luchar contra su deseo de ir a patinar. ¿Hay algo más inocente que patinar? Pero usted deberá luchar contra eso mismo. Cada día y cada hora hay cosas que no podemos hacer, pero también hay cosas que podemos hacer. De modo que un día deberemos mirar y ver qué podemos hacer pero no hacemos.

No puede haber una regla de «Debe recordarse». Si se le dice que haga o no haga algo, y no lo intenta, eso significa que usted no quiere nada, no quiere trabajar.

Tiene suficiente conocimiento. Ahora es necesario impulsar el trabajo sobre el ser. Siempre tratamos de escapar de hacer lo que se sugiere.

P. ¿Cuál es la finalidad de luchar contra la obstinación?

R. Usted recuerda cómo empezamos. El objetivo era crear un centro de gravedad, crear una luna en nosotros mismos. No podremos hacerlo a través de la obstinación.

Crear la luna en nosotros mismos está conectado con la idea de sacrificar el sufrimiento. Cuando empezamos a sacrificar el sufrimiento, empezamos a crear la luna en nosotros mismos. Siempre queremos guardar nuestro sufrimiento, sin embargo, la luna solo podrá crearse a partir de nuestro sufrimiento. Solo deberemos recordar que renunciar al sufrimiento es una acción, y crear la luna es el resultado de una serie continua de acciones.

P. ¿Cómo es posible descubrir los «yoes» que impiden hacer las cosas que usted dijo que hagamos?

R. La primera vez que descubra que no hizo algo que se le sugirió, encuentre la causa. La segunda vez, encuentre otra causa, y así sucesivamente. Luego, como dije, encuentre las emociones negativas que le impiden oír lo que se dice y seguirlo. Ese día yo le desagrado, o le desagrada algún otro o el tiempo; entonces, se siente justificado al no hacer nada.

P. La realización del esfuerzo es lo que usted llama lucha. ¿Pero qué nombre le da si uno hace algo sin estar consciente de una lucha?

R. Eso significa que eso sucedió. Pueden sucedernos cuatro clases de cosas: por accidente, causa y efecto, destino y voluntad. La lucha deberá ser por voluntad, por intención. Y deberá estar consciente de su atención. No podrá realizar el esfuerzo y no estar consciente de éste. Lo que es importante es la acción volitiva.

P. ¿En esas cuatro categorías, la voluntad no es usada frecuentemente?

R. La voluntad ha de usarse. Nunca estamos listos para el trabajo, pero debemos trabajar lo mismo. Si estamos listos, entonces se nos da otro trabajo para el que no estamos listos. En el trabajo, uno debe tratar de usar la voluntad: en la medida en que uno la tenga. Si uno tiene una pulgada de voluntad y la usa, ésta crecerá y una voluntad tendrá dos pulgadas, luego tres pulgadas, y así sucesivamente. En el trabajo, debemos aprender a hacer superesfuerzos.

P. ¿Qué es un superesfuerzo?

R. Un superesfuerzo puede tener muchas características, pero generalmente es no hacer lo que se piensa que es lo mejor, sino lo que se aconsejó que uno haga. Partiendo de nuestras propias intenciones, estamos dispuestos para hacer muchas cosas, pero no estamos dispuestos para hacer o no hacer lo que se nos dice.

P. ¿De qué modo el superesfuerzo difiere de un esfuerzo corriente?

R. Difiere en grado, pero no solo en grado. El superesfuerzo es el esfuerzo hecho conscientemente, tanto como podemos, con una finalidad definida que no es requerida por ninguna circunstancia externa. Nunca realizamos realmente esfuerzos serios; todo es jactancia, pues no sabemos qué significa realizar esfuerzos. En condiciones excepcionales, cuando estamos obligados a hacer esfuerzos, los hacemos, pero no superesfuerzos. Además, los esfuerzos corrientes, que uno hace en la vida, son necesarios, útiles. Un superesfuerzo puede parecer inútil para su finalidad.

P. Pienso que estoy entrando en un círculo vicioso. Cuantos más esfuerzos hago, más veo que no puedo «hacer».

R. Entonces, haga más esfuerzos y compréndalo constantemente; hágalo más permanente. Verá que no está siempre en el mismo estado. En la vida corriente, las personas no pueden «hacer», pero para usted es diferente: todo el tiempo deberá tratar de hacer. Está siempre identificado y no debe identificarse, debe vigilar su charla, es constantemente negativo y debe luchar contra las emociones negativas, debe recordarse. Todo esto es hacer. Debe observar estas cosas y tratar de cambiarlas.

P. ¿Es posible transferir la energía dónde hace falta? Yo no puedo hacerlo.

R. Esto está conectado generalmente con el control. Si quiere adquirir control, deberá empezar desde donde es posible. De modo que deberá estudiarse siempre y encontrar los puntos débiles donde puede producir el control. Desde otro punto de vista, pueden llamarse «puntos fuertes», pues son débiles desde el punto de vista de la mecanicidad. No podrá escoger hacer una cosa antes de otra, por preferencia; una persona puede empezar en un sentido, otra en otro sentido, pero todas deberán hacer esfuerzos en alguna dirección y averiguar qué es posible y qué es imposible. Pero para una persona es más provechoso hacer esfuerzos en una dirección, para otra persona, en otra dirección.

P. ¿Qué crea el estímulo para el trabajo?

R. La comprensión del propio estado actual. Cuando uno se da cuenta que se engaña, que está dormido y que su propia casa se incendia, que se incendia siempre, permanentemente, y que es solo por accidente que el fuego no llegó en este momento a la habitación de uno, cuando uno se da cuenta de esto, uno querrá hacer esfuerzos para despertar y no esperará recompensa especial alguna. ¿Qué puede hacer uno durante el sueño? Solo podrá tener sueños diferentes: sueños malos, sueños buenos, pero en el mismo lecho. Los sueños pueden ser diferentes, pero el lecho es el mismo.