Me agradaría que repasen en su memoria lo que dije la última vez, porque muchas cosas que dije no fueron desarrolladas plenamente. Solo di sugerencias, una idea general, de cosas que tenemos que estudiar; de modo que es necesario recordar el orden de las cosas y su importancia relativa. Porque algunas cosas que dije eran esenciales para la comprensión de otras ideas, mientras algunas las introduje meramente como explicación de otras cosas.
Pero primero me agradaría subrayar nuevamente un punto importante. Este sistema pertenece a la clase de sistemas que contemplan al hombre como un ser incompleto y lo estudian desde el punto de vista de su desarrollo posible. La psicología corriente dista muchísimo de la realidad. El hombre que aquella estudia es una cantidad imaginaria. El hombre no es lo que él supone ser. Nos atribuimos muchas cualidades que no poseemos. No estamos conscientes. Si no estamos conscientes, no podemos tener unidad, no podemos tener individualidad, no podemos tener un Ego o «Yo». Todas estas cosas las inventó el hombre para mantener la ilusión de la consciencia. El hombre puede ser consciente, pero actualmente no lo es. Debe reconocerse que el hombre vive debajo de su nivel legítimo. También hay otras cosas que el hombre puede alcanzar, pero ahora hablamos de lo que le pertenece por derecho, pero que no posee.
Este sistema trastrueca de arriba abajo todo lo que conocemos o hemos pensado. No puede conciliarse con las ideas psicológicas corrientes. Tenemos que decidir cómo hemos de ver al hombre: como un huevo o como un pájaro. Y si le vemos como un huevo, no debemos atribuirle las propiedades de un pájaro. Cuando le vemos como un huevo, toda la psicología se torna diferente: toda la vida humana se convierte en la vida de los embriones, de los seres incompletos. Y para algunos, el significado de la vida se convierte en la posibilidad de pasar a otro estado.
Es muy importante entender qué es un ser completo y qué es un ser incompleto, porque si esto no se entiende desde el comienzo, sería difícil seguir adelante. Tal vez un ejemplo ayude a ilustrar lo que quiero decir. Comparemos un carruaje, tirado por caballos, con un aeroplano. Un aeroplano tiene muchas posibilidades que un carruaje corriente no tiene, pero al mismo tiempo un aeroplano puede usarse como un carruaje corriente. Sería muy torpe e inconveniente, y muy costoso, pero se le puede uncir dos caballos y viajar en un aeroplano por la carretera. Supongan que el hombre que tiene este aeroplano no sabe que tiene un motor y puede desplazarse por sí, y supongan que aprende sobre el motor: entonces puede prescindir de los caballos y usarlo como un automotor. Pero eso sería aún demasiado torpe. Supongan que el hombre estudia esta máquina y descubre que puede volar. Con seguridad, aquella tendrá muchas ventajas que faltaban cuando el hombre usó el aeroplano como un carruaje. Esto es lo que estamos haciendo con nosotros; nos usamos como carruaje, cuando podríamos volar. Pero los ejemplos son una cosa, y los hechos, otra. No hay necesidad de alegorías ni analogías, pues podemos hablar de hechos concretos si empezamos a estudiar la consciencia en el sentido correcto.
Si volvemos por un momento a la analogía de un aeroplano, ¿cuál es la razón de porqué nuestro aeroplano no puede volar? Naturalmente, la primera razón es porque no conocemos la máquina, cómo accionarla ni cómo ponerla en movimiento. Y la segunda razón es que, como resultado de esta ignorancia, la máquina trabaja a muy baja velocidad. El resultado de esta baja velocidad es mucho mayor si comparamos un carruaje tirado por caballos con un aeroplano.
Para seguir plenamente las ideas y métodos del sistema, es necesario reconocer y convenir sobre dos puntos: el bajo nivel de la consciencia y la ausencia práctica de voluntad e individualidad en el hombre. Cuando se aceptan estos puntos, es muy útil y necesario aprender el uso correcto de dos ideas, dos palabras: «útil» y «dañino»; porque es más bien difícil aplicar estas palabras a un estado psicológico y hallar qué es útil en la estructura psicológica del hombre y qué es dañino en ella. Pero si contemplan al hombre desde el punto de vista de su desarrollo posible, se torna claro que lo que ayuda a su desarrollo es útil, y lo que lo impide es dañino. Es muy extraño que sea necesario explicar incluso esto, pero lamentablemente nuestro pensamiento corriente, particularmente cuando se encuentra con graves problemas, no usa esta idea; de alguna manera, perdemos la comprensión de lo que es útil y dañino. Nuestro pensamiento ha adquirido muchos malos hábitos, y uno de ellos es pensar sin propósito. Nuestro pensar se ha tornado automático; estamos absolutamente satisfechos si pensamos y desarrollamos posibles salidas laterales sin tener idea alguna de porqué estamos haciéndolo. Desde el punto de vista de este sistema, tal pensar es inútil. Todo estudio, todo pensar y toda investigación debe tener un objetivo, una finalidad en vista, y este objetivo debe ser alcanzar la consciencia. Es inútil estudiarse sin esta finalidad. Hay razones para estudiarse solo si uno ha comprendido ya, que no tiene consciencia y desea alcanzarla. De otro modo, eso se torna precisamente fútil. Alcanzar la consciencia se conecta con la liberación gradual respecto de la mecanicidad, pues el hombre, tal como es, está plena y completamente bajo leyes mecánicas. Cuanto más el hombre alcanza la consciencia, más abandona la mecanicidad, lo cual significa que se vuelve más libre de las accidentales leyes mecánicas.
El primer paso para la adquisición de la consciencia es la comprensión de que no estamos conscientes. Pero esta ilusión no puede cambiarse sola, pues hay muchas otras. Como dije antes, la peor de ellas es la ilusión de que podemos «hacer». Toda nuestra vida se basa en esta ilusión. Siempre pensamos que estamos haciendo, cuando en realidad, no estamos haciendo nada: todo sucede.
Otra ilusión es que estamos despiertos. Cuando comprendamos que estamos dormidos, veremos que toda la historia fue hecha por gente dormida. La gente dormida pelea, crea leyes; la gente dormida las obedece o desobedece. Las peores ilusiones nuestras son las ideas equivocadas entre las que vivimos y que gobiernan nuestras vidas. Si pudiéramos cambiar nuestra actitud respecto de estas ideas equivocadas y entender lo que son, esto en sí mismo sería un gran cambio e inmediatamente cambiaría otras cosas.
Ahora bien, sería bueno si empezáramos de este modo: han estado pensando durante la semana, de modo que traten de recordar lo que no estuvo claro en lo que oyeron, y formulen preguntas, y entonces desarrollaré esa línea de pensamiento.
P. Si no estamos conscientes, ¿podemos juzgar lo que es útil para nosotros y lo que es dañino?
R. Dije que la observación de sí no puede ser impersonal, pues nos interesamos personalmente por el funcionamiento correcto de nuestra máquina. El funcionamiento correcto del organismo nos es provechoso, el funcionamiento incorrecto es dañino. Uno debe tener una simple actitud comercial para con la propia vida y las propias funciones interiores, y debe saber qué es beneficio y qué es pérdida, de modo que uno no puede observarse muy imparcialmente como algunos acontecimientos históricos que sucedieron hace mil años. Cuando un hombre adopta esta actitud respecto de sí mismo, está listo para empezar el práctico estudio de sí, pues práctico estudio de sí significa el estudio de las cosas más mecánicas. Algunas funciones en nosotros pueden volverse conscientes, otras jamás pueden volverse conscientes. Las funciones instintivas, por ejemplo, no tienen necesidad de volverse conscientes, pero hay muchas otras (nuestra vida está llena de ellas) que es muy importante volver conscientes o, si no pueden volverse conscientes, detener o eliminar, pues son realmente dañinas. No son meramente mecánicas en el sentido de que son automáticas; se deben al funcionamiento incorrecto de la máquina, que ha seguido durante largo tiempo. De modo que han causado ya un daño definido; las cosas se rompieron, retorcieron o violentaron.
P. Al tratar de estudiarme no puedo hallar nada real, nada tangible.
R. Estudie lo que haya, sea real o irreal. No puede estudiar solo lo que es real; tiene que estudiar lo que hay allí. No es un obstáculo para el estudio de sí si no halla nada real; debe estudiar lo que halle. En realidad, usted tiene absoluta razón de que no hay nada real, pero uno debe estudiarse y estudiar los obstáculos.
El principal obstáculo para el logro de la consciencia de sí es que pensamos que la tenemos. Uno jamás obtendrá la consciencia de sí mientras crea que la tiene. Hay muchas cosas que pensamos que tenemos, y debido a esto no podemos tenerlas. Hay individualidad o unidad; pensamos que somos uno solo indivisible. Pensamos que tenemos voluntad, o que si no la tenemos siempre, podemos tenerla, y otras cosas. En esto hay muchos aspectos, pues si no tenemos una cosa, no podemos tener otra. Pensamos que tenemos estas cosas, y esto sucede porque no conocemos el significado de las palabras que usamos.
Hay un claro obstáculo, una razón clara de porqué no podemos tener la consciencia como somos. Este principal obstáculo en el camino del desarrollo es la mentira. Ya mencioné la mentira, pero debemos hablar más de ella, pues no sabemos lo que significa mentir porque jamás estudiamos esta cuestión seriamente. Empero, la psicología de la mentira es realmente la parte más importante del estudio del ser humano. Si el hombre pudiese describirse como un tipo zoológico, se lo describiría como un animal mentiroso.
Desecharé toda mentira externa y tomaré solo la mentira del hombre para consigo mismo acerca de sí. Ésta es la razón de porqué nos hallamos en el estado en que ahora estamos, y porqué no llegamos a un estado de la consciencia mejor, superior, más poderoso y más efectivo. Según el sistema, estamos de estudiantes ahora que no podemos conocer la verdad, porque la verdad solo puede alcanzarse en la consciencia objetiva. De modo que no podemos definir qué es la verdad; pero si la encaramos como que la mentira es lo opuesto a la verdad, podemos definir la mentira.
La mentira más grave es cuando sabemos perfectamente bien que no conocemos ni podemos conocer la verdad acerca de las cosas y, sin embargo, jamás actuamos de conformidad. Pensamos y actuamos siempre como si conociéramos la verdad. Esto es mentir. Cuando sé que no conozco algo y al mismo tiempo digo que conozco y actúo como si lo conociese, eso es mentir. Por ejemplo, no sabemos nada sobre nosotros mismos, y realmente sabemos que no sabemos nada, y sin embargo jamás reconocemos o admitimos el hecho; nunca lo confesamos siquiera a nosotros mismos; actuamos, pensamos y hablamos como si supiéramos quiénes somos. Éste es el origen, el comienzo de la mentira.
Cuando entendemos esto y seguimos esta línea, y cuando tratamos de conectar esta idea con todo lo que pensamos, con todo lo que decimos, con todo lo que hacemos, empezamos a eliminar los obstáculos que yacen en el camino hacia la consciencia. Pero la psicología de la mentira es mucho más difícil de lo que pensamos, porque hay muchas clases diferentes de mentira y muchas formas sutilísimas, difíciles de descubrir en nosotros mismos. En los otros, las vemos comparativamente con facilidad. Pero no en nosotros mismos.
P. Si no sabemos qué es la verdad, ¿cómo sabemos cuándo mentimos?
R. Usted sabe que no puede saber la verdad, y si usted dice que la sabe o puede saberla, eso sería una mentira, porque nadie puede saber la verdad en el estado en que estamos. No piense filosóficamente, tome esto en relación con los hechos. Las personas hablan de todo como si lo conociesen. Si usted pregunta a un hombre si hay gente en la Luna, tendrá una opinión sobre eso. Y lo mismo ocurre con todo lo demás. Tenemos opiniones sobre todo, y todas estas opiniones son mentira, particularmente acerca de nosotros mismos. No conocemos los estados de la consciencia, ni las diferentes funciones, ni la velocidad de las funciones, ni su relación de una con otra. No sabemos cómo se dividen las funciones. No sabemos nada, y sin embargo pensamos que sabemos de nosotros mismos. Todo lo que tenemos son opiniones, y todas ellas son mentiras.
P. Si todas las opiniones son mentiras, ¿debemos evitar las opiniones?
R. Usted debe conocer el valor de ellas. La primera mentira que nos formulamos es cuando decimos: «yo». Es una mentira, porque al decir «yo», presumimos ciertas cosas: presumimos cierta unidad y cierto poder. Y si digo «yo» hoy y digo «yo» mañana, se supone que es el mismo «yo», cuando en realidad no hay conexión entre ellos. Nos hallamos en este estado actual debido a ciertos obstáculos o hechos en nosotros mismos, y el hecho más importante que no entendemos es que no tenemos derecho a decir «yo», pues eso será una mentira. Cuando usted empiece a observarse verá que es realmente así: hay en usted «yoes» que no se conocen uno al otro y jamás entran en contacto. Por ejemplo, empiece a estudiar sus gustos y rechazos, y verá que en un momento puede gustarle una cosa, y otra en otro momento, y las dos son tan opuestas una a la otra que comprenderá de inmediato que esos «yoes» jamás se encuentran. Si observa sus decisiones, verá que un «yo» decide y otro ha de llevar a cabo la decisión, y este otro es renuente a hacerlo o nunca le prestó oídos. Si usted descubre que una cosa que uno hace no implica una mentira sobre uno mismo, eso será muy excepcional. Al estar rodeados por estas mentiras, nacidos y educados en estas mentiras, no podemos ser nada diferentes de lo que somos; somos precisamente el resultado, el producto de este mentir.
P. Si trato de encontrar la verdad y lo hallo imposible, ¿no debo separarme del mundo cotidiano?
R. Entonces usted estudiaría a un ser artificial, no un ser real. Solo puede estudiarse en las condiciones en que usted está, porque usted es el resultado de estas condiciones. No puede estudiarse aparte de sus condiciones.
P. ¿No hay algo común a todos los «yoes»?
R. Solo una cosa: que son mecánicos. Ser mecánico significa depender de circunstancias externas.
P. Por lo que usted dijo, parece dificilísimo estudiarse sin mentirse.
R. No, la mentira debe detenerse. Usted debe recordar el principio: las mentiras solo pueden producir mentiras.
Solo cuando conozca los principales tipos de mentira, usted podrá… no digo luchar con ellas, sino observarlas. La lucha viene después. Muchas cosas son necesarias a fin de luchar con algo en nosotros; durante largo tiempo, solamente podemos estudiar. Cuando conozcamos la disposición y clasificación generales de las cosas en nosotros, solo entonces llega la posibilidad de luchar con algo. Tal como somos, no podemos cambiar nada, porque el hombre es una máquina muy bien equilibrada: equilibrada en el sentido de que una cosa condiciona a otra. Las cosas parecen desconectadas, pero en concreto, están conectadas, porque cada cosa está equilibrada por muchas otras cosas.
P. ¿Tendría la amabilidad de exponer sobre lo que quiere significar con máquina? Las máquinas no pueden tener potencialidades, no pueden tener una esperanza de obtener la consciencia.
R. Las analogías no pueden ser completas porque no pueden llevarse adelante indefinidamente. Ésta es también una limitación de nuestra mente o, si lo desea, una limitación de nuestra consciencia. De modo que la comparación con una máquina no puede llevarse adelante en todas direcciones. Pero el hombre es una máquina en un sentido enteramente real, enteramente definido; no puede producir acción alguna desde sí mismo, es solo una estación transmisora, nada más, y como tal es una máquina. Si un hombre pudiese tener una idea o pudiese hacer algo sin causas externas que actúen para él, entonces no sería una máquina, o no sería completamente una máquina. Tal como es, es una máquina completa, particularmente en el estado de la consciencia en que estamos. Y el hecho de que creamos que estamos en un estado absolutamente diferente nos torna más mecánicos todavía.
Nuestra máquina ni siquiera está trabajando correctamente, de modo que si un hombre quiere crear condiciones favorables para la posibilidad del crecimiento interior que está en él, primero debe convertirse en una máquina normal, porque tal como es, no es una máquina normal. Cuando oímos sobre la mecanicidad, a menudo pensamos que, aunque el hombre es una máquina, no todas sus funciones son igualmente mecánicas, ni todas las actividades humanas son igualmente mecánicas. Todos hallan algo que juzgan menos mecánico, según sus criterios o gustos. En realidad, todas las actividades humanas son igualmente mecánicas, no hay diferencia desde este punto de vista entre fregar pisos y escribir poesía.
Hablando en general, debe entenderse que es necesaria una completa revaluación de todos los valores desde el punto de vista de su utilidad; sin revaluación, no podemos jamás movernos del punto en que nos encontramos. Tenemos muchos valores equivocados; tenemos que ser valientes y empezar con esta revaluación.
P. Entiendo que hemos de crear un «yo» de la nada. ¿Qué crea al «yo»?
R. Primero, el conocimiento de sí. Hay una alegoría oriental muy buena que trata sobre la creación del «yo». Comparese al hombre con una casa llena de sirvientes, sin amo o mayordomo que los supervise. De modo que los sirvientes hacen lo que gustan; ninguno de ellos cumple con su trabajo. La casa se halla en un estado de completo caos, porque todos los sirvientes tratan de hacer el trabajo de algún otro, que no son competentes como para realizar. El cocinero trabaja en los establos, el cochero en la cocina, etc. La única posibilidad para que las cosas mejoren es si cierta cantidad de sirvientes deciden elegir uno de ellos como submayordomo y, de este modo, hacerle controlar a los demás sirvientes. Aquél solo puede hacer una cosa: pone a cada sirviente donde le corresponde y, de ese modo, empiezan a cumplir correctamente su trabajo. Una vez hecho esto, existe la posibilidad de que el mayordomo real llegue para reemplazar al submayordomo, y preparar la casa para el amo. No sabemos qué significa el mayordomo real o el amo, pero podemos colegir que la casa llena de sirvientes y la posibilidad de un submayordomo describe nuestra situación. Esta alegoría nos ayuda a entender el inicio de la posibilidad de crear un «yo» permanente.
Desde el punto de vista del estudio de sí y del trabajo para alcanzar un «yo», debemos entender el proceso por el cual podemos llegar desde esta pluralidad a la unidad. Es un proceso complicado y tiene diferentes etapas. Entre el estado actual de pluralidad de «yoes» y el único «yo» controlador que deseamos alcanzar, hay ciertas etapas de desarrollo que deben estudiarse. Pero primero debemos entender que hay en nosotros ciertas formaciones sin conocer, las cuales no podemos entender y cómo llegaremos eventualmente de nuestro estado actual al estado del «yo» único y si es posible para nosotros.
Observe que aunque muchísimos de nuestros «yoes» están desconectados y ni siquiera se conocen entre sí, están divididos en ciertos grupos. Esto no significa que estén divididos conscientemente; están divididos por circunstancias de la vida. Estos grupos de «yoes» se manifiestan como roles que el hombre representa en su vida. Todos tienen cierta cantidad de roles: uno corresponde a un conjunto de condiciones, otro a otro, etc. El hombre mismo advierte raras veces estas diferencias. Por ejemplo, tiene un rol para su trabajo, otro para su hogar, y otro entre los amigos, otro si le interesa el deporte, etc. Estos roles son más fáciles de observar en otras personas que en uno mismo. La gente es a menudo tan diferente en distintas condiciones que estos roles se tornan absolutamente evidentes y bien definidos: pero a veces están mejor ocultos o incluso representados solo interiormente, sin manifestación externa alguna. Todas las personas, lo sepan o no, lo deseen o no, tienen ciertos roles que representan. Esta representación es inconsciente. Si pudiera ser consciente, sería muy diferente, pero uno nunca advierte cómo pasa de un rol a otro. O si uno lo advierte, se persuade que lo está haciendo adrede, que es una acción consciente. En realidad, el cambio es siempre controlado por las circunstancias, no puede controlarlo el hombre mismo, porque éste no existe aún. A veces hay claras contradicciones entre uno y otro rol. En un rol uno dice una cosa, tiene ciertos criterios y convicciones claras; luego pasa a otro rol y tiene convicciones absolutamente diferentes y dice cosas absolutamente diferentes, sin advertirlo, o sin siquiera pensar que lo hace adrede.
Hay causas muy claras que impiden al hombre ver la diferencia entre un rol o máscara, y otro. Estas causas son ciertas formaciones artificiales llamadas amortiguadores. El amortiguador es un nombre muy bueno para estos instrumentos. Los amortiguadores entre los vagones ferroviarios impiden colisiones, atemperan el choque. Lo mismo ocurre con los amortiguadores entre diferentes roles y diferentes grupos de «yoes» o personalidades. Las personas pueden vivir con diferentes personalidades sin entrar en colisión, y si estas personalidades no tienen manifestación externa, existen internamente todas iguales.
Es muy útil tratar de descubrir qué son los amortiguadores. Trate de descubrir cómo uno se siente sin la ayuda de los amortiguadores. Suponga que uno dice: «Nunca discuto». Luego, si uno realmente está bien convencido de que nunca discute, podrá discutir todo lo que guste, sin notarlo jamás. Éste es el resultado de un amortiguador. Si uno tiene cierta cantidad de buenos amortiguadores, está absolutamente a salvo de constricciones desagradables. Los amortiguadores son totalmente mecánicos; un amortiguador es como una cosa de madera, no se adapta, pero desempeña su papel muy bien: le impide a uno que vea las contradicciones.
P. ¿Cómo se crean los roles?
R. Los roles no se crean; no son conscientes. Son adaptaciones a las circunstancias.
P. ¿Es difícil detener el desempeño de un rol?
R. No es cuestión de detener, es cuestión de no identificarnos.
P. ¿Los roles pueden ser buenos?
R. Solo hablamos de consciencia y mecanicidad. Si un rol es mecánico, debemos observarlo y no identificarnos con él. Lo más difícil es que usted actúe conscientemente. Empezamos conscientemente y luego, habitualmente, nos identificamos.
P. ¿Dijo usted que uno no podría cambiar ninguno de los propios «yoes», porque el hombre era una máquina tan bien equilibrada que turbar este equilibrio sería dañino?
R. Sí, pero me referí a alguien que trata de cambiar por sí mismo, sin conocimiento, sin plan o sistema. Pero si usted trabaja sobre un plan, como este sistema, es diferente. He ahí por qué se le advierte a usted que haga ciertas cosas que no pueden producir efecto dañino alguno. Este sistema es el resultado de la experiencia. Además, al principio es muy poco lo que puede hacerse en cuanto a la detención real de la expresión de las emociones desagradables, o la detención de la imaginación y de cosas de esa índole. Usted piensa que si decide hacer una cosa, puede realmente conseguirlo, pero no es así. Las cosas siguen automática, mecánicamente, y usted no lo advierte. Pero si empieza a oponérseles, empieza a advertirlas. De modo que esto es más en favor de la observación que de cualquier resultado. No es tan fácil obtener resultados.
P. Si usted va a detener la imaginación, ¿no debe tener algún punto sobre el cual fije su mente?
R. Siempre tenemos bastantes puntos sobre los cuales fijamos nuestra mente; la pregunta es: ¿podemos fijarla? Tenemos el poder de observación, pero no podemos mantener nuestra mente sobre lo que queremos. La situación se parece a esto: enseñamos este estudio de sí desde diferentes lados; si hacemos un poco en un punto, y un poco en otro punto, y un poco en un tercer punto, juntos producirán algún efecto y tornarán más fácil hacer algo en un cuarto punto. No podemos hacer primero una cosa y luego otra; hemos de empezar de todos lados.
En cuanto a la lucha con la imaginación, se la sugiere precisamente como una lucha; no significa que no podamos detenerla. Para detener la imaginación se necesita mucha más energía de la que poseemos; solo podemos intentar detenerla. No podemos hacer nada; solo podemos intentarlo. Solo podemos empezar algo, y si empezamos muchas cosas a la vez, obtendremos algunos resultados. Con este sistema es posible empezar desde muchos lados, y entonces aparecerán los resultados.
P. Cuando trato de recordarme, no puedo pensar ni hacer nada más.
R. Si, eso muestra cuán difícil es. Al principio, en los primeros intentos que usted efectúa para estar consciente de sí, ha de usar prácticamente todos sus poderes mentales, de modo que no quede nada. Pero eso no significa que eso será siempre de ese modo. Eso no es real recuerdo de sí; usted solo estudia cómo hacerlo. Después hallará que la consciencia puede existir sin el pensamiento; que la consciencia es algo diferente del pensamiento. Usted utiliza el pensamiento tan solo para dar un empujón, y luego empieza a moverse en esta dirección y se torna consciente sin pensamiento. Luego, usted puede pensar sobre algo que le guste. Pero al principio, con seguridad ha de usar esta energía mental, porque es la única energía controlable que tiene, excepto los movimientos. Pero usted no puede volverse consciente haciendo girar un volante o corriendo, de modo que, al principio, ha de usar la energía pensante. Eso no significa que usted tenga que hacer siempre esto: usted abre la puerta.
P. ¿Por qué este sistema no es vastamente conocido y popular?
R. No puede serlo debido a su carácter negativo. No estudiamos el modo de adquirir sino de perder. Si uno pudiese adquirir cosas de inmediato, el método sería popular. Pero no puede prometerse nada. Es difícil esperar que la gente guste de esto, pues a nadie le gusta perder las ilusiones. La gente quiere cosas positivas, sin comprender qué es posible. Quiere conocer directamente lo que puede alcanzar. Pero primero debe perder muchas cosas. Las ideas de este sistema nunca pueden ser populares mientras no se las deforme, porque la gente no convendrá en que está dormida, que son máquinas; la gente que se considera importante se opondrá siempre a esta idea.
El sistema no quiere ofrecerle a la gente ideas que aquélla no quiera. Si la gente ensayase otros métodos y comprendiese su futilidad, tal vez desease ensayar este sistema. Este sistema es solo para aquéllos que lo necesitan. Como dije, el hombre está en una prisión. Si comprende que está en prisión, tal vez desee escapar. Pero quizá tema que si escapa, se halle en peor situación que antes, y por eso se conforma con estar en prisión. Si decide fugarse, deberá entender que son necesarias dos condiciones: deberá ser uno en una cantidad de personas que desean escapar, pues tienen que cavar un túnel, y un hombre no puede hacerlo solo, y segundo, deberá tener ayuda de quienes escaparon antes que ellos. De modo que:
Ninguna cantidad de fe u oración puede cavar el túnel por él. Y no sabe qué hallará cuando salga de prisión. Hay muchas razones sobre por qué un solo hombre no puede escapar de la prisión. Pero veinte personas pueden. Cada una de ellas se beneficia con el trabajo del resto. Lo que una gana, lo ganan las veinte en total.
P. ¿Progresamos mediante el proceso de eliminación más bien que de construcción?
R. Hay dos procesos. Primero está el proceso de eliminación; deben eliminarse muchas funciones mecánicas inútiles. Luego está el proceso de construcción.
P. Usted dijo que el propio objetivo ha de ser adquirir la consciencia de sí. Pero este objetivo me parece demasiado grande, pues no sé qué es la consciencia de sí. ¿Cómo puedo entender mejor la idea de un objetivo correcto?
R. Usted ha de poder entender la cuestión del objetivo; no necesariamente poder dar una respuesta. El objetivo es uno, en general, sea grande o pequeño. Usted debería haber llegado ya a algunas comprensiones, a través de su intento de estudio de sí, y sobre la base de estas comprensiones puede formular su objetivo. Tomemos esto de esta forma: ¿podemos decir que nuestro objetivo es la libertad, que queremos ser libres? ¿Y podemos decir que ahora no somos libres? Esto es suficiente para una formulación general. Si empezamos con esta formulación, siempre podremos ver dónde estamos; podremos ver hasta dónde no somos libres, en qué nos estamos volviendo más libres. Esta idea de la ausencia de libertad debe estudiarla individualmente cada persona. En otras palabras, todos deben poder ver de qué modo no son libres. No es suficiente recordar las palabras «yo no soy libre»; es necesario conocer esto claramente. Uno debe comprender que, en cada momento de la propia vida, decide hacer una cosa y hace otra, desea ir a un lugar y en realidad está yendo a otro lugar, etc. Además, esto no debe tomarse literalmente, pero todos deben encontrar su propia forma de falta de libertad, que les es peculiar. Cuando todos lo comprendan, será fácil hablar de eso. Entonces, todos entenderán que el objetivo es la libertad; pero mientras esto sea teórico, no servirá para una finalidad útil. Esto servirá a nuestro propósito de entender lo que queremos, únicamente si comprendemos individualmente esta esclavitud, en nuestra propia vida, a través de nuestra propia experiencia práctica.
Cada uno de nosotros debe descubrir en qué no es libre. Quiere conocer, pero no puede conocer; o no tiene tiempo, o tal vez no tiene conocimiento preparatorio. Quiere ser, quiere recordarse, quiere «hacer» en cierto sentido, pero las cosas suceden de modo diferente, no como quiere. Cuando comprenda esto, verá que el objetivo es la libertad; y para ser libre, uno debe estar consciente.
P. ¿Pero la libertad solo para unos pocos, no para el mundo?
R. Usted solo puede pensar sobre usted mismo. Usted no me puede dar libertad; de modo que ¿de qué sirve pensar en mí? Pero quizá usted pueda ayudar a otra persona a encontrar algo que la ayude a volverse libre; pero solo cuando usted obtenga algo para sí, solo cuando usted mismo se haya vuelto más libre.
P. ¿Cómo puede un hombre ser siempre libre? ¡El hombre es tan débil y hay tantas fuerzas contra él!
R. Puede ser más libre de lo que es ahora, más libre con relación a su estado actual. Observe esto desde el punto de vista personal, no filosóficamente; entonces verá que uno puede ser más libre o menos libre, porque hay diferentes momentos en su vida; en ciertos momentos usted es menos libre, en otros momentos es más libre. Cuando duerme por la noche, usted es menos libre que durante el día, y si estalla un incendio cuando usted duerme, morirá, porque no podrá salir. De modo que durante el día usted es más libre. Las cosas deben encararse simplemente, no filosóficamente. Ciertamente, si empezamos a pensar filosóficamente de que algo como la libertad no existe, entonces no queda nada sino morir.
P. ¿Es posible determinar las influencias en la vida que destruyen nuestra libertad más que otra cosa?
R. Las influencias que aumentan nuestra esclavitud son nuestras ilusiones, y particularmente la ilusión de que somos libres. Imaginamos que somos libres, y esto nos hace diez veces más esclavos. Ésta es la principal influencia con la que podemos luchar. Hay muchas otras influencias que han de combatirse, pero éste es el comienzo, esto es lo primero: nuestras ilusiones sobre nuestra posición, sobre nuestra libertad. De modo que, primero que todo, es necesario sacrificar esta ilusión de la libertad que pensamos que tenemos. Si tratamos de sacrificar esta ilusión, tal vez lleguemos a la posibilidad de ser realmente más libres.
P. ¿Qué significado tienen los valores corrientes como la valentía, el desinterés y la jovialidad, desde el punto de vista del sistema?
R. A veces tienen muy buen significado, a veces ningún significado en absoluto. Usted no puede esperar un significado permanente en tales valores, porque las opiniones corrientes asumen siempre palabras que tienen un significado permanente, mientras no pueden tener ninguno.
P. ¿Este sistema tiene algo que decir sobre la idea del pecado?
R. El pecado, en una definición general, es «todo lo que es innecesario»; pero debemos modificar esta definición. El pecado es siempre el resultado de la debilidad. Si tengo que ir a alguna parte y prometo que estaré allí a las 12.30, y sé que si camino ligero estaré allí a tiempo, pero en lugar de ello me detengo en el trayecto para mirar vidrieras, esto sería pecado contra mi promesa de estar allí a las 12.30. Todo debe encararse desde el punto de vista del objetivo o decisión, en relación con la cosa que usted se propuso hacer en un momento dado. Si usted tiene un objetivo en conexión con el trabajo, entonces, todo lo que usted haga contra su propio trabajo es pecado. No es pecado si usted no tiene objetivo. No es pecado pararse ante las vidrieras, pero si usted tiene que estar en algún lugar, a cierta hora, y detenerse lo demorará, entonces eso es pecado. Podemos entender el pecado y el delito cuando los entendemos en relación con el trabajo. Entonces, podemos tomar una visión levemente mayor y pensar en las personas que acaban de entrar a trabajar, y luego en las que tal vez salgan, etc. Es necesario enfocar este problema pensando en círculos concéntricos y empezar con las personas que están en el trabajo o que piensan que están en el trabajo. Entonces, todo lo que ellas hagan contra su propia comprensión del trabajo será ciertamente pecado, porque se engañan. Y lo que ellas hagan contra otras personas en el trabajo, mediante sugestión o ejemplo, es pecado, porque su objetivo es ayudar y no impedir. De modo que es posible entender el pecado solamente en relación con el trabajo, en primer lugar, y, más tarde, verlo fuera del trabajo.
P. ¿Qué quiso decir con que el pecado es el resultado de la debilidad?
R. Usted sabe que en el trabajo aumentan los requisitos; muchas cosas se tornan más difíciles gradualmente. Uno toma ciertas decisiones, y una de las primeras es realizar esfuerzos, ir contra la vida ordinaria que consiste siempre en evitar los esfuerzos y hacer las cosas tan fáciles como sea posible. Si uno trata de trabajar, toma la decisión de ir contra esta tendencia, de hacer cosas más difíciles. Además, si eso queda meramente en una decisión mental, si no conduce a ninguna acción, tratase de una necedad y es ciertamente pecado contra uno mismo.
P. ¿Puede pasar usted de la palabra «pecado» a la palabra «penitencia»? ¿Puedo considerar que el arrepentimiento es algo absolutamente diferente de su concepto habitual?
R. En el trabajo, las cosas malas anulan muchas cosas buenas, pero las cosas buenas no anulan las cosas malas. Las cosas malas solo pueden anularse mediante arrepentimiento. Eso no significa que el hombre hace algo, y luego se arrepiente, y se dice: «No lo haré otra vez», porque lo hará. Si uno hizo algo, su vestigio queda, de modo que es más fácil hacerlo por segunda vez, y esto crea el impulso. Uno puede vencer a veces este impulso mediante el arrepentimiento, que significa sufrimiento.
P. ¿Usted lo llama arrepentimiento en la medida en que venza al impulso?
R. El arrepentimiento puede ser bueno, pero no es lo bastante fuerte como para vencer al impulso. Pero, si lo vence, entonces es «arrepentimiento». El arrepentimiento sincero es una gran fuerza en el trabajo. Nuestras tendencias siempre nos hacen hacer cosas que están contra el trabajo. No asumen necesariamente la misma forma, lo cual la torna engañosa. Yo podría hacer algo de una forma y luego no continuarlo de la misma forma pero en el mismo sentido. Pero si me arrepiento correctamente y en el momento correcto, puedo detener esta tendencia.
P. ¿Entonces, el arrepentimiento real significa necesariamente el cambio del ser?
R. No lo llamaría cambio del ser, sino simplemente detención de una tendencia.
P. ¿No existe un modo con el que podamos ayudar a la humanidad?
R. Siempre comenzamos con la idea de que las cosas se tienen que arreglar. Pero suponga que un hombre adquiere poder y empieza a arreglar las cosas. Tal vez las empeore tanto que tenga que venir algún poder superior para arreglarlas de nuevo, y esto signifique la destrucción de la Tierra. Esto explica otra cosa: la dificultad de adquirir lo que podemos llamar poderes superiores. Es como si alguna definida mente consciente le impidiera a uno adquirir poderes superiores, porque de inmediato uno querría abusar de ellos. Parece como si usted pudiese obtener estos poderes solo cuando estas mentes superiores o seres conscientes están seguros de que usted no interferirá. Pero no hay observador consciente: hay leyes, y están en usted. Son una suerte de frenos automáticos en usted que le impedirán que interfiera.
P. ¿De qué sirve tener estos poderes si no se puede usarlos?
R. Evidentemente, en un momento dado las fuerzas del mundo tienen que combatir entre si, y los poderes superiores no quieren interferir, evidentemente por cierta razón definida. Si el lado positivo (el opuesto al caos) es suficientemente fuerte, triunfará. Si es débil, ha de ser destruido, y luego tal vez aparezca algo nuevo. En la Biblia hay muchas alusiones a esto, o quizá sean solo alegorías. Todo demuestra que las cosas no han de combatirse en un solo nivel, de modo que no pueda haber interferencia.
P. Usted dijo que el hombre no tiene voluntad. Entonces, ¿qué denominación le da cuando una persona realiza un esfuerzo muy real para vencer un hábito, o para no hacer lo que le gustaría hacer?
R. Eso es atracción hacia algo, o rechazo respecto a algo. O la persona tiene miedo de algo, o le disgusta algo, y eso crea el rechazo; o alguien le dijo que podría obtener algo y eso crea la atracción. Eso no está en él, está en las cosas. Las cosas le atraen o rechazan, pero a eso la persona lo llama su voluntad.
P. ¿Entonces, a eso usted lo considera absolutamente sin valor?
R. Eso es mecánico; no tiene valor. Puede tener un valor objetivo, en el sentido de que la persona puede obtener algo de eso en el sentido material. Pero ése no es el esfuerzo del que hablo. El esfuerzo comienza solo de una cosa: el esfuerzo de despertar.
P. ¿El hombre puede desarrollar la consciencia mediante sus propios esfuerzos?
R. No, no puede hacerlo mediante sus propios esfuerzos solos. Primero que todo, debe tener cierto conocimiento, y cierta explicación de los métodos; y además hay muchas otras dificultades. El hombre es una máquina, una máquina que trabaja bajo influencias externas. Esta máquina del hombre N.º 1, N.º 2 y N.º 3 no se conoce, pero cuando el hombre empieza a conocerse, ya se convierte en una máquina diferente; he aquí cómo comienza el desarrollo. Pero el hombre no puede obtener por sí mismo el conocimiento necesario.
P. Cuando usted dice que la observación de sí es el camino hacia la consciencia de sí, ¿uno debe observar durante la experiencia exacta?
R. Tanto como pueda. Al principio puede ser difícil pero muy pronto lo hallará posible. Cuando usted comprenda que puede pensar con una parte de su mente y observar con otra parte, no habrá complicaciones ni confusión.
P. ¿El primer paso es tratar de comprender completamente que no sabemos nada?
R. Eso es utilísimo si usted puede, pero no podemos hacer eso, estamos tan seguros de tantas cosas…
P. ¿Es algo a lo cual hay que aspirar?
R. Podemos aspirar a ello tanto como gustemos, pero nunca podremos lograrlo en el sentido corriente. Si aprendemos cosas nuevas sobre nosotros mismos, cosas que antes no conocíamos, entonces podemos comparar lo que conocíamos antes y lo que aprendimos ahora. Sin comparación, no podemos lograr nada.
La última vez expliqué la división del hombre en siete categorías. Esta división, conectada con la idea de la posible evolución del hombre, da un método muy bueno para entender las diferencias o divisiones de muchas cosas. Por ejemplo, desde el comienzo tomamos diferentes manifestaciones del hombre en distintos campos de actividad, en religión, ciencia, arte, etc., y tratamos de contemplarlas desde el punto de vista de esta división en siete categorías. De inmediato verán que si hay siete categorías del hombre, debe haber, correspondientemente, siete categorías de todo lo que pertenece al hombre. No sabemos acerca del hombre N.º 5, N.º 6 y N.º 7, pero sabemos la diferencia entre el hombre N.º 1, N.º 2 y N.º 3, y de ese modo podemos entender fácilmente que la religión del hombre N.º 1, como quiera se llame, será una religión primitiva, simplificada en todo sentido. La religión del hombre N.º 2 será sentimental, emocional, llena de ilusiones e imaginación. Y la religión del hombre N.º 3 estará compuesta de teorías, palabras y definiciones para todo. Éstas son las únicas clases de religiones que conocemos, aunque si existen hombres de niveles superiores, deberá haber también una religión del hombre N.º 5, una religión del hombre N.º 6 y una religión del hombre N.º 7.
Lo mismo ocurre con el arte: existe el arte N.º 1, el arte N.º 2 y el arte N.º 3, y no conocemos ninguno más. Pero hay algunas obras de arte, que subsisten de tiempos antiquísimos, que pertenecen evidentemente a hombres de consciencia superior. Si encontramos tales obras de arte, veremos que no las entendemos, están más allá de nuestro nivel. Desde este punto de vista, todo el arte corriente, el arte del hombre N.º 1, N.º 2 y N.º 3, se llama arte subjetivo, pues se basa solamente en una comprensión subjetiva o un sentimiento subjetivo de las cosas.
En la ciencia es todavía más fácil entender la diferencia. Ciertamente, la ciencia N.º 1, N.º 2 y N.º 3 es toda la que conocemos. Utiliza el actual estado de la consciencia y las actuales funciones del hombre como instrumento para obtener ciertos resultados. La ciencia N.º 4 empezará con el mejoramiento de los instrumentos. Si usted tiene que trabajar en alguna rama particular de la ciencia, posee cierto instrumento para este trabajo y obtiene ciertos resultados. Pero suponga que puede tener un instrumento mejor; de inmediato obtendrá mejores resultados. De modo que la ciencia N.º 4 está conectada con el mejoramiento del instrumento cognoscitivo, con el mejoramiento de las funciones y del estado de la consciencia del hombre.
P. ¿Puede decirnos más sobre lo que significa el hombre N.º 1, N.º 2 y N.º 3?
R. Esto se refiere al centro de gravedad en los momentos de las grandes decisiones. El hombre N.º 3 actuaría partiendo de una teoría, el hombre N.º 2 sobre la base de gustos y rechazos emocionales, el hombre N.º 1 sobre la base de gustos y rechazos físicos.
P. Para comprender los ejemplos de arte consciente, ¿uno deberá tener el conocimiento que una persona del común no ha obtenido?
R. No solo el conocimiento, sino el conocimiento y el ser. Hay dos lados de nosotros que deberán desarrollarse.
Al hablar del conocimiento y del ser, es necesario empezar desde el comienzo. Trate de pensar cómo lo contempla usted mismo, cuál era su actitud para con esas dos ideas antes de encontrarse con el sistema. Todos estamos en la misma posición. Queremos el conocimiento, pero no nos damos cuenta que en nosotros hay obstáculos que nos impiden adquirir este conocimiento.
Empezaré conmigo mismo. Antes de encontrarme con el sistema, leí muchísimo y efectúe muchos experimentos. De estos experimentos obtuve resultados interesantes, entendí varias leyes, y naturalmente quise continuar con estos estados. Pero vi que para esto era necesario más conocimiento. Entonces, me encontré con el sistema. En el sistema se pone particular énfasis sobre el ser. Según este sistema no es posible más conocimiento hasta que se cambie el propio ser.
Poco después nos enteramos que, respecto del conocimiento y del ser, nuestros grupos se dividían en dos campos. El primer campo pensaba que toda la cuestión consistía en el cambio del ser, que con el cambio del ser obtendríamos más del conocimiento que ya tenemos. El segundo campo (al que creí pertenecer yo solo) decía que, incluso en nuestro actual estado del ser, podemos obtener más conocimiento del que tenemos, que no estamos tan saturados de conocimiento que no podamos absorber más.
Luego entendí que ambos son necesarios. Tómese un ejemplo de dos hombres: uno conoce las cuatro reglas aritméticas, el otro no. Naturalmente, el primero estará en mejor posición, aunque su nivel del ser es el mismo. Cuanto más conoce un hombre sobre matemática, es mejor su posición en cierta profesión. De modo que el conocimiento puede aumentar incluso con el mismo ser. Y puede conocer más no solo en matemática; puede conocer muchas otras cosas, tener más conocimiento psicológico.
Por el otro lado, adviértase que se le da conocimiento a dos personas (hablo de conocimiento psicológico), y uno lo obtiene, mientras el otro no puede. Evidentemente, su ser no está preparado. De manera que las personas no están en la misma posición en este respecto.
La relación del conocimiento y del ser es una cuestión muy vasta. Quiero que piense en eso y siga lo que acabo de decir. Trate de encontrar sus propios ejemplos. El conocimiento puede conducir muy lejos. La pregunta es: ¿uno puede tomarlo? ¿Uno puede absorberlo? Podemos obtener una clase de conocimiento, otra clase no podemos, de modo que no podemos hablar de esto en general. Por ejemplo, tomemos el conocimiento psicológico: tal como somos podemos aprender muchísimo, y ciertas cosas pueden tornarse mucho más claras. Pero a cada momento el conocimiento del hombre depende de su ser. Esto es lo que no entendemos. El hombre puede obtener solo tanto conocimiento como su ser lo permite; de lo contrario su conocimiento será tan solo palabras. Si el conocimiento se da a varias personas, una de ellas lo obtiene, otras no. ¿Por qué? Evidentemente, porque el ser de éstas últimas es diferente.
P. No entiendo claramente qué es el «ser».
R. Es usted, lo que usted es. Cuanto más se conoce, más conoce su ser. Si nunca aprendió que tiene ser, el ser de todas las personas será lo mismo para usted. Alguien que nunca oyó sobre el recuerdo de sí, si le pregunta, dirá que puede recordarse. Éste es un ser. Otro sabe que no se recuerda: éste es un ser diferente. Un tercero está empezando a recordarse: éste es un tercer ser. He aquí cómo debe encararse esto.
Entendemos la diferencia de los objetos, pero en el pensar corriente no entendemos la diferencia del ser. ¿Qué aprendemos en este sistema? Primero, que no somos uno, que tenemos muchos «yoes», que no hay un «yo» central que controle. Éste es el estado de nuestro ser. El resultado es la mecanicidad; somos máquinas. Si nos manejamos como para ser menos mecánicos, menos divididos en nosotros mismos, si nos manejamos para tener más control de nosotros mismos, eso significará que nuestro ser ha cambiado.
Cuando me encontré con este sistema, me demostró que el cambio del ser era necesario, porque no somos lo que juzgamos ser. Si fuéramos lo que juzgamos ser, si tuviéramos consciencia, voluntad, si pudiéramos «hacer», entonces solo el conocimiento sería necesario. Pero todos pensamos sobre nosotros mismos de manera diferente de lo que somos en realidad. Y es exactamente esta diferencia, entre lo que somos y lo que pensamos que somos, la que muestra lo que falta en nuestro ser. De modo que son necesarias dos cosas: el cambio del conocimiento y el cambio del ser.
P. ¡Pero estamos cambiando constantemente!
R. No, estamos en una habitación, corriendo de un rincón al otro, no cambiando. En un rincón pensamos que somos una cosa, en otro pensamos que somos diferentes. No podemos cambiar precisamente porque hemos ido de un rincón a otro. Lo que parece cambio es cambio a través de imitación, cambio de condiciones, gustos y rechazos.
Este estado de consciencia en el que ahora nos hallamos, nos mueve siempre hacia arriba y hacia abajo. «Abajo» significa que estamos más próximos al sueño; «arriba» significa que estamos más próximos a la posibilidad de despertar. Jamás nos hallamos exactamente en el mismo estado, pero estos pequeños cambios solo significan practicar la marcha en el mismo sitio.
De modo que usted ve que la evolución del hombre es absolutamente posible, pero es posible solo cambiando el conocimiento y cambiando el ser; y cambiar el ser significa adquirir la consciencia. Eso no puede sobrevenir por sí mismo, no puede «ocurrir».
P. ¿Se adquiere el conocimiento de uno mismo a través de la observación de sí?
R. La observación de sí está conectada con ciertas prácticas definidas. Si usted se limita a observar cómo suceden las cosas, perderá muchas cosas; pero si trata de luchar contra alguna de las cosas que ve, por ejemplo contra los malos hábitos, de inmediato empezará a ver muchas cosas que ordinariamente no advierte. Todos tienen muchos pequeños hábitos; hábitos de caminar, de mover sus manos, de estar sentado, de pie, hablando de cierta manera. Esta lucha no es respecto a algún resultado en particular sino meramente a la observación de sí. Quizá después usted descubra que tiene que librarse de ciertos hábitos, pero por ahora esta lucha deberá ser meramente para el estudio de sí.
Al mismo tiempo, si queremos desarrollar la consciencia y mejorar nuestras funciones, casi desde el comienzo mismo de la observación de sí se nos advierte que ensayemos y detengamos algunas de nuestras funciones que son no solo inútiles sino definidamente dañinas. Por ejemplo, al observarse, particularmente al observar la función emocional, trate de detener lo más que pueda toda expresión de las emociones negativas. Las vidas de muchas personas consisten prácticamente en eso; expresan las emociones negativas en todo momento posible, en alguna ocasión, sea apropiada o inapropiada; siempre pueden encontrar algo errado en todo. La principal tendencia del hombre N.º 1, N.º 2 y N.º 3 es expresar inmediatamente todas sus emociones negativas. Si efectúa un esfuerzo para detener su expresión, esto le da material para la observación, y se ve desde un ángulo absolutamente diferente. Si realiza serios esfuerzos en esta dirección, muy pronto se convencerá que no tiene voluntad, porque es algo dificilísimo detener esta expresión de las emociones negativas. Al mismo tiempo, es necesario.
Otra función inútil es la charla; charlamos demasiado. Charlamos y charlamos y charlamos, y en realidad nunca lo advertimos. Por lo general, pensamos que charlamos muy poco, demasiado poco, pero particularmente aquellas personas que charlan más, piensan que nunca hablan. Ésta es una materia muy útil para observar. Verá cómo pasa su día, cuántas cosas mecánicas dice en ciertas condiciones, cuántas otras cosas mecánicas en otras condiciones. O advertirá que usted precisamente charla y charla porque le da placer, o llena su tiempo. Es necesario observar esto y detener por lo menos algo de esta charla innecesaria. La charla, la imaginación, la mentira y la expresión de las emociones negativas son, de hecho, nuestras principales funciones.
Ahora, si quiere usted preguntarme algo, trataré de explicarle. Debemos tratar no solo de estudiar estas ideas en la forma en que las recibimos, sino también aplicarlas en conexión con diferentes problemas. Aquéllas dan buenas claves para la solución de muchos de éstos.
P. Cuando usted habla de la mentira, ¿se refiere a lo que decimos o también a nuestros pensamientos?
R. Por ahora hay de sobra con que tomemos solo lo que decimos. Después tendremos que estudiar también nuestros pensamientos: eso sería mentirnos. Es la misma cosa, pero tenemos que empezar con las cosas concretas que decimos, y al principio requerirá cierto esfuerzo verificar la mentira. Ésta es hablar siempre de cosas que no conocemos. No la llamamos mentira: ése es nuestro escape, le damos algún otro nombre, y luego lo aceptamos.
P. Me agradaría saber más exactamente qué significa el ser. Entendí que es algo más permanente, como opuesto a una suerte de movediza colección de «yoes».
R. No complique eso demasiado. Todo usted es su ser. El conocimiento es separado. Usted puede visualizar todo lo que conoce, pero todo lo que usted es, aparte de lo que usted conoce, es su ser. En esta división, usted consiste en dos cosas: lo que usted conoce y lo que usted es. Desde el punto de vista del desarrollo, la idea es que el trabajo sobre el conocimiento sin el trabajo sobre el ser no es suficiente. El conocimiento es limitado por el ser. En el estado en que usted está, si obtiene más conocimiento, no podrá usarlo, entenderlo, conectarlo. El desarrollo del conocimiento no es suficiente, pues en cierto momento tiene que detenerse, y en vez de conducirle hacia adelante, le conducirá hacia atrás, porque si su adquisición del conocimiento no es seguida por el cambio del ser, todo su conocimiento se deformará en usted. Entonces, cuanto más conocimiento adquiera, peor será para usted.
P. ¿Qué papel desempeña el ser en el logro del conocimiento?
R. El ser es su estado. En un estado usted puede adquirir cierto conocimiento, pero si desarrolla otro estado, usted puede adquirir más conocimiento. Si usted está dividido en diferentes «yoes» que, en su totalidad, se contradicen uno a otro, es dificilísimo adquirir el conocimiento porque cada parte lo adquirirá por sí y lo entenderá por sí, de modo que usted no tendrá mucho entendimiento. Si usted se convierte en uno, entonces, con seguridad, sería más fácil adquirir conocimiento, recordarlo y entenderlo. El ser significa estado, condiciones interiores, todo junto, no separado.
P. ¿Nuestro ser no crece con el conocimiento?
R. No, el ser no puede crecer por sí mismo. El conocimiento, incluso el conocimiento muy bueno, no puede hacer que el ser crezca. Usted tiene que trabajar sobre el conocimiento y el ser separadamente; de lo contrario usted cesará de entender el conocimiento que adquiera. El trabajo sobre el ser es un trabajo diferente; es necesario un esfuerzo diferente.
Hablando en general, sabemos más sobre nuestro conocimiento que lo que sabemos sobre nuestro ser. Sabemos cuán poco sabemos sobre nosotros mismos; sabemos cómo, a cada momento, cometemos errores en todo; sabemos cómo no podemos prever las cosas, cómo no podemos entender a las personas, cómo no podemos entender las cosas. Sabemos todo eso y comprendemos que todo esto es el resultado de nuestro conocimiento insuficiente. Pero no entendemos la diferencia entre el ser de las personas. Es útil tomar una hoja de papel y escribir lo que constituye nuestro ser. Entonces verá que éste no puede crecer por sí mismo. Por ejemplo, un rasgo de nuestro ser es que somos máquinas; otro, que vivimos en una sola pequeña, parte de nuestra máquina; un tercero, esta pluralidad de la que se habló en la primera plática. Decimos «yo», pero este «yo» es diferente a cada momento. Tenemos muchos «yoes», todos en el mismo nivel, y no hay un «yo» central que controle. Si escribe todos estos rasgos, verá qué constituiría un cambio del ser, y qué puede ser cambiado. En cada rasgo particular, hay algo que puede cambiar; y un pequeño cambio en un rasgo, significa también un cambio en otro.
Cuanto más se conoce, más conoce su ser. Si usted no se conoce, no conoce su ser. Y si permanece en el mismo nivel del ser, usted no puede obtener más conocimiento.
P. En orden al trabajo sobre el ser, ¿es necesario para nosotros que ocupemos todo nuestro tiempo durante el día, no tener ningún tiempo sobrante?
R. Usted empieza con lo imposible. Empiece con lo posible; empiece con un paso. Trate de hacer un poco, y los resultados aparecerán ante usted. Siempre hay un límite, usted no puede hacer más de lo que puede. Si trata de hacer demasiado, no hará nada. Pero, poco a poco, verá que son necesarios el recto pensar, las rectas actitudes. Eso necesita tiempo, porque durante tan largo tiempo la gente ha estado en poder de las emociones negativas, de la imaginación negativa, de la mentira, de la identificación, y de cosas por el estilo. Pero poco a poco éstas desaparecerán. Usted no puede cambiarlo todo de inmediato.
Usted debe pensar siempre sobre el paso siguiente: solo un paso. Podemos entender el paso siguiente como si fuese un poco más controlado que ahora. Una vez que entendimos eso, podemos pensar en eso como si fuese más controlado, pero no completamente, no finalmente.
P. ¿Podremos juzgar el cambio de nuestro ser sin engañarnos?
R. Sí, pero antes que usted pueda juzgar el cambio, debe conocer su ser como es ahora. Cuando conozca la mayoría de los rasgos de su ser, podrá ver los cambios. Podemos juzgar el nivel de nuestro ser por la inestabilidad de nuestro «yo» (lo que llamamos «yo»), porque en un momento una parte de nosotros dice «yo», y en otro momento, otra parte. Si usted observa bien, hallará cuán diferente es, incluso en el curso de un solo día. En un momento, usted decide hacer una cosa, en otro momento, otra cosa. Este cambio constante, incluso en el curso de veinticuatro horas, es el que realmente demuestra el nivel de nuestro ser.
P. ¿De qué depende la diferencia de nivel entre la gente dormida corriente?
R. En la confiabilidad. Hay personas más confiables y personas menos confiables. Esto es también cierto en el trabajo. La gente inconfiable no puede obtener mucho.
P. ¿Todos nosotros empezamos en el mismo nivel?
R. Más o menos, pero hay variaciones. Lo principal es la confiabilidad.
P. ¿Cómo desarrolla uno su propio ser?
R. Todo lo que usted aprendió, todo lo que oyó sobre la posibilidad de desarrollo, todo se refiere al ser. Primero que todo, el desarrollo del ser significa despertar, puesto que el rasgo principal de nuestro ser es que estamos dormidos. Mediante el intento de despertar, cambiamos nuestro ser; éste es el primer punto. Luego, hay muchas otras cosas: crear la unidad, no expresar las emociones negativas, la observación, el estudio de las emociones negativas, tratar de no identificarse, tratar de evitar la charla inútil… todo esto es trabajo sobre el ser. Es verdad que de este modo usted adquiere cierto conocimiento, pero si es simplemente conocimiento intelectual, se lo pone por separado. El ser es poder, poder «hacer»; y el poder «hacer» es poder ser diferente.
P. No entiendo esta distinción del conocimiento y del ser trabajando juntos. Parece que en el estudio de sí están tan mezclados que es difícil ver cuál es cuál.
R. Sí, pero al mismo tiempo es posible. Sabemos lo que significa el conocimiento. Sabemos que el conocimiento es relativo y depende de nuestras capacidades. En concreto, podemos adquirir una suficiente cantidad de conocimiento para empezar con nuestro estado actual; pero muy pronto comprendemos que, a fin de adquirir más conocimiento, un conocimiento más profundo y más grande, de las cosas que queremos realmente entender, debemos cambiar nuestro ser, pues nuestras capacidades actuales para adquirir conocimiento son muy limitadas. De modo que, hasta desde el punto de vista de la adquisición del conocimiento, arribamos a la necesidad de cambiar el ser; de otro modo, solo tendremos palabras y no sabremos qué significan.
P. ¿Las ideas del sistema tienen algún valor desde el punto de vista de cambio del ser?
R. Las ideas por sí mismas no pueden producir el cambio del ser; su esfuerzo debe ir en la dirección correcta, y una cosa debe corresponder con otra. Usted efectúa un esfuerzo en una línea y puede efectuar un esfuerzo en la otra línea. Usted no puede cambiar nada sin un sistema; incluso es difícil con un sistema.
P. ¿Qué quiere decir «trabajo»?
R. «Trabajo», en el sentido en que usamos esta palabra en el sistema, significa el trabajo para la adquisición del conocimiento y para el estudio del cambio del ser. Usted ha de tener algún objetivo claro y trabajar para él, de modo que «trabajo» incluye la adquisición del conocimiento y el control de sí a fin de alcanzar su objetivo.
P. ¿Por qué la naturaleza hizo incompleto al hombre, lo dejó a mitad de camino?
R. Es una buena pregunta solo en la medida en que usted no entiende qué puede adquirir un hombre. Cuando lo entienda, comprenderá que aquellas cosas solo pueden adquirirse mediante los propios esfuerzos del hombre. Lo que puede desarrollarse en el hombre es la consciencia y la voluntad, y solo pueden ser desarrolladas si el hombre comprende que no las posee. Cuando comprenda eso, verá que solo pueden obtenerse, no darse. El hombre es creado del único modo que puede ser creado. Todo lo que puede darse, se da; no puede darse más. De lo contrario, eso sería lo mismo que tomar un hombre de la calle y convertirlo en general; no sabría qué hacer. Éste es un tema para discutir; no pueden dársenos aquellas cualidades, debemos ganarlas o comprarlas. Éste es el único modo de adquirirlas.
El conocimiento real, el conocimiento objetivo es el conocimiento que proviene de la mente superior. Tal conocimiento nos enseña cómo estudiar al hombre, cómo estudiar el universo, y también cómo estudiar a uno en relación con el otro. Con el conocimiento objetivo es posible conocer el mundo real mediante el uso de los principios de la relatividad y la escala, y mediante el conocimiento de las dos leyes fundamentales del universo: la Ley de los Tres y la Ley de los Siete.
La aproximación al conocimiento objetivo es a través del estudio del lenguaje objetivo. Recuerde que dije que el estudio de este sistema empieza con el estudio de un lenguaje nuevo, y le di varios ejemplos: los centros, la división del hombre N.º 1, N.º 2, N.º 3, N.º 4, N.º 5, etc., la identificación, la consideración, el recuerdo de sí. Todas éstas son expresiones de este lenguaje.
El paso siguiente es el estudio de uno mismo, el estudio de la máquina humana, y la comprensión del lugar del hombre en el universo. Este conocimiento de uno mismo es a la vez un objetivo y un medio.
Pero como dije, si un hombre quiere desarrollarse, el conocimiento solo no es suficiente; debe trabajar también para cambiar su ser. Solo que el cambio del ser es tan difícil que sería casi imposible si el conocimiento no estuviera allí para ayudarlo. De modo que el conocimiento y el ser deben crecer juntos, aunque uno está muy separado del otro. Ni el conocimiento ni el ser pueden dar por separado una comprensión correcta, porque la comprensión es la resultante de un crecimiento simultáneo del conocimiento y del ser.
El crecimiento del conocimiento significa una transición desde lo particular a lo general, desde los pormenores a la totalidad, desde lo ilusorio a lo real. El conocimiento corriente es siempre un conocimiento de los pormenores sin el conocimiento de la totalidad, un conocimiento de las hojas, o de los nervios y las nervaduras de las hojas, sin conocer el árbol. El conocimiento real no solo muestra un pormenor dado sino también el lugar, la función y el significado de este pormenor en relación con la totalidad.
P. Si el conocimiento existe en diferentes niveles, ¿entonces, solo podemos tener el conocimiento perteneciente a nuestro nivel?
R. Correctísimo, pero si tuviéramos todo el conocimiento que pudiéramos obtener en nuestro nivel, nuestro nivel cambiaría. La cuestión es: no tenemos todo el conocimiento posible para nosotros en nuestro nivel, tenemos muy poco.
P. ¿El conocimiento solo es dado en conexión directa con el trabajo?
R. Desde el comienzo mismo, usted recibió ciertas ideas y se le dijeron ciertas cosas acerca de la máquina humana; por ejemplo, sobre las cuatro funciones, sobre los diferentes estados de la consciencia, sobre el hecho de que vivimos en un estado que sube y baja, a veces más cerca de la consciencia de sí, a veces más cerca del sueño. Cuando oyeron esto, también se les dijo que lo comprobaran por ustedes mismos. Si solo oyen sobre estas cosas, o leen sobre ellas, siguen siendo meramente palabras. Pero cuando empiezan a verificarlas por ustedes mismos, cuando entienden cada función en ustedes mismos y averiguan sus propios sentimientos y sensaciones conectados con cada uno de ellos, entonces eso se convierte en conocimiento.
El ser es algo enteramente separado. Pueden hacer todos los esfuerzos posibles en su estado actual, pero sentirán que hay más por obtener del conocimiento de ustedes, pero su ser de ustedes no es adecuado. De modo que es necesario trabajar sobre el ser, tornarlo más fuerte, más definido. Entonces, de las mismas palabras podrán extraer más conocimiento.
P. Si la comprensión es la resultante del conocimiento y del ser, no puedo ver cómo se combinan.
R. En cualquier momento usted entiende algo, su entendimiento es una combinación de su conocimiento y su ser. El entendimiento es el resultado de la experiencia; cierta experiencia en el ser y cierta experiencia en el conocimiento.
P. Aún no está claro para mí qué quiere usted decir con el ser y el estado del ser.
R. En vez de buscar definiciones, trate de hallar ilustraciones. El ser del hombre es todo lo que él es. En el ser entran muchas cosas. Usted puede estar más consciente o más dormido, más dividido o más total, más interesado en algunas cosas o menos interesado en otras; puede mentir más o mentir menos, disgustarle la mentira o mentir sin ninguna turbación, ser más coherente o menos coherente, tener una sensación de mecanicidad o no; puede no tener grandes conflictos en usted mismo o consistir de conflictos, tener comparativamente pocas emociones negativas o estar inmerso en emociones negativas. En general, el estado del ser significa una consecutividad mayor o menor de las acciones. Cuando una cosa contradice demasiado a otra, eso significa ser débil. No comprendemos que si un hombre es muy incoherente, torna inconfiable su conocimiento. El desarrollo de una sola línea únicamente, del conocimiento o del ser, da muy malos resultados.
El ser incluye todos sus poderes para «hacer». El conocimiento es solo auxiliar; puede ayudar. Pero a fin de cambiar nuestro ser (y aquí es donde entra el conocimiento) debemos primero darnos cuenta y entender nuestro estado actual. Cuando empezamos a entender el estado de nuestro ser, empezamos a aprender qué hacer con nosotros mismos.
P. ¿Qué significó cuando dijo que el desarrollo del conocimiento o del ser solos da malos resultados?
R. Tal vez ayude si le digo cómo oí acerca de ello por primera vez. Si el conocimiento se desarrolla más allá del ser, el resultado será un «Yogui débil», un hombre que lo sabe todo y no puede hacer nada. Si el ser se desarrolla más allá del conocimiento, el resultado es un «santo estúpido», un hombre que puede hacerlo todo y no sabe qué hacer.
Si compara este sistema con otros, descubrirá que es precisamente en la importancia que da a esta idea del ser que difiere de los otros sistemas filosóficos y demás. Los otros sistemas se preocupan por el conocimiento o la conducta. Presumen que, tal como somos, podemos saber más o conducirnos de modo diferente. En los sistemas religiosos, la «fe» y la «conducta» son consideradas generalmente como si fuesen voluntarias. Uno puede ser bueno o malo: esto es arbitrario. Pero este sistema tiene la idea de los diferentes niveles del ser. En nuestro nivel actual del ser hay un conocimiento, una conducta, una fe, todos determinados por el ser. Pero primero viene el conocimiento, que poco conocemos. Ustedes empiezan a estudiarse: comprenden que son máquinas pero que pueden tornarse conscientes. La máquina empieza en cierto nivel del ser. Todo lo que puede o no puede hacer depende de este nivel. Traten de entender lo que significo con el ser, los niveles del ser, el cambio del ser. Este sistema dice que todo (las fuerzas, las energías, las diferentes clases de actividad, todas ellas) dependen del nivel del ser. No podemos conocer más debido a nuestro nivel del ser. Al mismo tiempo la mínima diferencia en el nivel del ser abre nuevas posibilidades para el conocimiento y para «hacer». Todos nuestros poderes están determinados por nuestro nivel del ser.
P. ¿Entendí que todos estábamos en el mismo nivel?
R. Si, en comparación con el hombre N.º 4. Pero hay personas que están más lejos del nivel del hombre N.º 4, y otras que están más cerca de ese nivel. Como en todo lo demás, hay grados. Hay una gran distancia entre los dos niveles, pero hay estados intermedios. Lo mismo ocurre en nosotros: cada uno de nosotros puede ser diferente en distintos momentos.
Hay una leve diferencia entre las personas, pero no basta para medir al ser. Todas las personas normales nacen en el mismo nivel y tienen las mismas posibilidades. Nadie puede nacer más alto que el nivel ordinario. No podemos alcanzar nada sin instrucción especial. Las leves diferencias entre las personas son diferencias en funciones, pero la real diferencia del ser es la del estado de consciencia. La diferencia en las funciones es una diferencia unilateral.
P. ¿Podría explicar más acerca de los grados que existen entre nosotros y el hombre N.º 4? Quiero entender.
R. Ésta es una pregunta correcta; y usted puede entenderla observando a otras personas y observándose. Hay hombres N.º 1, N.º 2 y N.º 3 que no se interesan para nada por la posibilidad de desarrollo ni por la adquisición del conocimiento, ni por nada por el estilo. Luego, están los que tienen la posibilidad de cierto entendimiento, pero éste se desplaza de una cosa a otra: no es un interés directo. Luego, puede existir el interés directo, el comienzo del centro magnético, el encuentro con la influencia C, etc. De modo que el hombre N.º 1, N.º 2 y N.º 3 puede ser muy diferente: puede estar más cerca de las posibilidades de desarrollo, más allá de estas posibilidades, o incluso sin posibilidad alguna.
P. ¿Cómo podrá entenderse el conocimiento de las otras personas a no ser que uno esté en el mismo nivel?
R. ¿Usted quiere decir quién puede enseñar, en quién se puede confiar, etc.? En el nivel en que estamos, podemos juzgar el conocimiento de las personas, pero no el ser de éstas. Podemos ver sin error quién sabe más. Pero los errores acerca del ser son fácilmente posibles. Suponga que se encuentra con alguien que sabe más que usted pero usted sospecha que el ser de aquél es más bajo. Usted estará equivocado, porque a usted no le corresponde juzgar el ser de él. Deseche el ser de esa persona, y trate de aprender de ella. No somos capaces de ver los niveles del ser que están más altos que el nuestro; solo podemos juzgar acerca del nivel del ser en el mismo nivel que el nuestro o más bajo. Es importante recordar este principio.
P. ¿Este sistema es un sistema del conocimiento?
R. Este sistema no es tanto un sistema del conocimiento como un sistema del pensar. Enseña cómo pensar de modo diferente, qué significa pensar de modo diferente, por qué es mejor pensar de modo diferente. Pensar de modo diferente significa pensar en diferentes categorías. En nuestro método hay una cosa: no sabemos qué significa «saber». Debemos tratar de entender lo que significa saber; esto nos ayudará a entender qué significa pensar en nuevas categorías.
P. ¿Cuál es el origen de este sistema?
R. No hablaré de los pormenores sino del principio: de lo que debe ser su origen en el principio. Para que sirva a una finalidad útil, para que tenga algún peso, una enseñanza debe provenir de hombres de mente superior a la nuestra; de lo contrario, no ayudará y permaneceremos en el mismo nivel. Si una enseñanza proviene de un nivel superior, podemos esperar algo. Si proviene del mismo nivel que el nuestro, no podemos esperar nada. Tenemos bastante material para evaluar. Podemos preguntarnos: ¿fue inventado en el mismo nivel que el nuestro o en un nivel diferente? Si la cantidad de material que tenemos no nos capacita para juzgar, debemos esperar. Pero solo nosotros mismos debemos juzgar. Si digo algo acerca de ello, usted no puede verificarlo. Es útil pensar acerca de esto; solo ustedes deben hallar las respuestas por sí mismos.
P. ¿Fue transmitido a través de los siglos?
R. ¿Cómo puede usted verificarlo?
P. En cuanto a esto, aceptaré su palabra.
R. Usted no debe creer en nada.
P. ¿Puede decirnos dónde buscar su origen y huellas?
R. En usted mismo. ¿Le fue dado algo que no tuvo antes?
P. ¿Con seguridad, es imposible entender el sistema hasta que uno alcance el nivel en que éste se originó?
R. El entendimiento es relativo. Podemos entender muchas cosas en nuestro nivel; solo entonces podemos avanzar. No podemos saltar. Con seguridad, con la ayuda de este sistema podemos entender mejor acerca de nosotros mismos y acerca de la vida que con cualquier otro sistema que conozco. Si podemos decir que de él obtuvimos lo que no podríamos obtener de ningún otro modo, entonces debemos continuar estudiándolo. Debemos tener una valoración. Después de breve tiempo uno puede decirlo. Personalmente, aprendí muchísimo de este sistema en breve tiempo y, con su ayuda, incluso empecé a entender cosas con que me había encontrado en otros sistemas, sin haberlas entendido. Por ejemplo, tómese el «sueño» en el Nuevo Testamento. La gente no lo advierte, pero allí se habla del sueño constantemente, se dice constantemente que la gente está dormida, pero puede despertar, aunque no despertará sin esfuerzos. El sistema no solo da una explicación de sí sino también lo que es verdad en los otros sistemas. Explica que si las personas quieren entenderse entre sí, el entendimiento es posible solamente entre las personas que están despiertas. En la vida corriente, todo es una maraña imposible; la gente no tiende a entenderse entre si en la vida corriente. Si tendiera a ello, la gente sería creada de modo diferente. El hombre debe completarse mediante sus propios esfuerzos. Podemos comprender esto si comprendemos la naturaleza de la voluntad y la consciencia. La capacidad de entender está conectada con esto. Si la gente empieza a trabajar con el designio de ganar la consciencia y la voluntad, empezará a entenderse entre sí. En la vida, con las mejores intenciones, hay solo yerros. Las personas son máquinas: no están hechas para entenderse entre sí.
P. ¿Es posible entender la razón de este enredo? ¿Cuál es la finalidad de estar hechos así?
R. Ver el peligro y tratar de empezar a entender nuestra situación. La gente nunca se entendió entre sí, pero en nuestra época la situación de la vida se torna cada vez más complicada y peligrosa. Al mismo tiempo, tal como somos, la gente sirve a las finalidades de la Luna y la Tierra. Pero de esto hablaremos más tarde.
Es un error pensar en nuestros tiempos como si fuesen como cualquier otro. Ahora hay dificultades excepcionales y excepcionales facilidades.
P. ¿Es probable que las dificultades se incrementen con el tiempo?
R. Sí, pero no más allá de cierto límite; más allá de este límite, eso se convierte en una imposibilidad. Es importante comprender, no en teoría sino viendo los hechos, que la gente no se entiende entre sí y que la situación se torna cada vez más complicada. Si la gente tiene ametralladoras es más peligroso. Y tiene ametralladoras en muchos sentidos. De modo que cada malentendido se torna más profundo y más complicado.
P. ¿Cuál es el fin?
R. No podemos decirlo; eso sería adivinación. Ciertamente, no podemos esperar nada bueno de eso.
Vea, todas nuestras opiniones corrientes sobre las cosas no son buenas, no llevan a parte alguna. Es necesario pensar de modo diferente, y esto significa ver las cosas que no vemos ahora, y no ver las cosas que vemos ahora. Y esto último es tal vez lo más difícil, porque estamos acostumbrados a ver ciertas cosas: es un gran sacrificio no ver las cosas que estamos acostumbrados a ver. Estamos acostumbrados a pensar que vivimos en un mundo más o menos cómodo. Ciertamente, hay cosas desagradables, como las guerras y las revoluciones, pero en el conjunto es un mundo cómodo y bienintencionado. Es dificilísimo librarse de esta idea de un mundo bienintencionado. Y luego debemos entender que no vemos para nada las cosas mismas. Vemos, como en la alegoría de la caverna de Platón, solo los reflejos de las cosas, de modo que lo que vemos ha perdido toda realidad. Debemos comprender cuán a menudo somos gobernados y controlados no por las cosas mismas sino por nuestras ideas de las cosas, nuestras opiniones de las cosas, nuestro cuadro de las cosas. Esto es lo más interesante. Trate de pensar en ello.