Se ha pretendido en este libro aprisionar una partícula del espíritu de Castilla. Las formas y modalidades someras y aparatosas han sido descartadas; más valor y eficiencia concedemos, por ejemplo, a los ferrocarriles —obra capital en el mundo moderno— que a los hechos de la historia concebida en su sentido tradicional y ya en decadencia.

Una preocupación por el poder del tiempo compone el fondo espiritual de estos cuadros. La sensación de la corriente perdurable —e inexorable— de las cosas, cree el autor haberla experimentado al escribir algunas de las presentes páginas.