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El Telón de Acero se agitó como una hoja de árbol sacudida por un terremoto.

Los líderes del pueblo se encontraron frente a una oposición a la que no podían purgar, ni siquiera intimidar. Y no podían echar las culpas de la presencia de los marcianos a los capitalistas explotadores, porque pronto descubrieron que los marcianos eran peores que los capitalistas explotadores.

No sólo no eran marxistas, sino que se burlaban por igual de cualquier filosofía política. Se reían de todos los gobiernos terrestres y de todas las formas de gobierno, incluso de las más teóricas. Sí, ellos poseían la forma perfecta de gobierno, pero rehusaban decir en que consistía… Era algo que no le importaba a nadie.

Ni eran misioneros ni tenían ningún deseo de ayudarnos. Todo lo que querían era enterarse de lo que pasaba y mostrarse tan molestos e irritantes como fuese posible.

Tras el tembloroso telón tuvieron un tremendo éxito.

¿Cómo podía nadie decir la Gran Mentira, ni siquiera una pequeña, con trescientos millones de marcianos dispuestos a desmentirla? Adoraban la propaganda.

Y no cesaban de llevar partes. Nadie puede adivinar cuántas personas fueron sumariamente juzgadas y ejecutadas en los países comunistas durante el primer mes de la llegada de los marcianos. Campesinos, superintendentes de fábricas, generales, miembros del Politburó. Ya no era seguro hacer o decir nada con los marcianos por allí. Y siempre parecía haber marcianos por todas partes. No obstante, después de un tiempo aquella fase se normalizó. No podía ser de otro modo. No se puede fusilar a todo el mundo, ni siquiera a todo el mundo fuera de las murallas del Kremlin, sin no por otra razón porque entonces los capitalistas podrían avanzar sin resistencia y apoderarse de todo. No se puede enviar a todo el mundo a Siberia; Siberia podría contenerlos, pero no alimentarlos.

Era necesario hacer concesiones; tenían que permitir pequeñas diferencias de opinión. Ciertas disensiones de la línea del Partido debían ser ignoradas o toleradas.

Pero lo peor era que la propaganda, aun la propaganda interna se hizo imposible. Cifras y hechos, en discursos y en la prensa, debían ser veraces. Los marcianos disfrutaban buscando el más pequeño error o exageración para contárselo a todo el mundo.

¿Cómo se puede gobernar así?