Quiero dar las gracias a:
Mi esposa, Kristine, que colaboró conmigo en la concepción de esta historia; y a Emily y Geoffrey Card, Erin y Phillip Absher, y Peter Johnson, cuyos comentarios en las primeras etapas me ayudaron a darle al primer borrador mejor forma y sustancia.
Clark y Kathy Kidd por su hospitalidad y mucho más cuando empecé el segundo borrador; y de nuevo a Kathy por leerlo con ojos nuevos.
Mark y Margaret Park, en cuya habitación de invitados escribí y envié por fax muchos capítulos.
Kathleen Bellamy, mi secretaria, que siempre espera a leer la última, para poder pillar los errores que todo el mundo pasó por alto.
Y (de nuevo y siempre) mi esposa, Kristine, y mis hijos, Geoff, Em, Charlie Ben, y Zina, que me han enseñado para lo que sirve una casa y lo que puede ser un hogar.