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FEDERACIÓN ANARQUISTA IBÉRICA. COMITÉ PENINSULAR
BARCELONA
Circular n.° 3
A TODOS LOS COMITÉS REGIONALES, FEDERACIONES LOCALES Y GRUPOS
Momentos de intervención
Por imperativo de las circunstancias en que nos colocó el levantamiento fascista y la lucha que hemos entablado para su aplastamiento, por no poder realizar nuestras aspiraciones ideales de forma rápida y completa, por tener que aceptar la colaboración con otros sectores a fin y efecto de ganar la guerra, por contribuir la duración de esta misma guerra al mantenimiento de la relación y colaboración de partidos políticos antagónicos, porque el estado anímico del pueblo sí lo reclamaba, hemos sido partidarios de la intervención en organismos de tipo oficial que previamente procuramos modificar, dándoles la tónica revolucionaria que nuestra incursión en ellos exigía.
En otras ocasiones citamos más al detalle y justificamos de forma más completa esta intervención; de momento la recordamos únicamente por ser más preciso el reconocimiento de esta necesidad, para comprender argumentos que a continuación expondremos.
DESPRENDIMIENTO DE LA FUNCIÓN POLÍTICA existente en el Sindicato
Los organismos populares que nos hemos visto precisados a propiciar se crearan, que hemos contribuido a constituir, y en los que intervenimos como parte integrante del bloque antifascista, han de absorber forzosamente funciones que nosotros siempre confiamos al Sindicato y aunque el aparato de éste tenga que conservarse, sea imprescindible conservar en virtud de la función benefactora, ya no tendrá la misión política que como representante de una tendencia se le tuvo encomendada.
En el campo las actividades múltiples que el desarrollo de la agricultura reclama, no podrán ser encomendadas a diversos organismos sindicales a la vez que, por separado, realicen la misma función, entorpeciendo unos a otros su realización; no podrá confiarse tampoco a un solo sector, que por no representar a todos, pueda realizar labor parcial, o cuando menos parecerlo, y despertar recelos perjudiciales. Tiene que encomendarse a un organismo único que concentre los intereses comunes, y que comúnmente los desarrolle y defienda. Puede entonces ser este organismo, o bien un Sindicato exclusivamente profesional, o bien el Municipio por medio de Comisiones especiales; lo importante es que no se produzca el fraccionamiento, antieconómico y suicida.
En la ciudad y centros industriales, por exigencia de la buena marcha de la economía, tendremos que confiar la ordenación de la industria a un solo sindicato que realice su función profesional al margen de toda tendencia, y atendiendo únicamente al buen funcionamiento de la industria o rama de la industria que representen. Todo esto, porque si introducimos la discordia en el campo de la economía y fraccionamos los esfuerzos que para su desenvolvimiento se lleven a cabo, produciremos una situación caótica.
Por todo ello, anticipándonos a los acontecimientos que pudieren sobrevenir, hemos de prevenir la desaparición del Sindicato tal como es en la actualidad en unas ocasiones; y la fusión de nuestro organismo de lucha, con organismos similares de otras tendencias, en otras.
Nuestra urgente y decisiva misión
Si no queremos que nuestros conceptos sobre ordenación de la sociedad queden anulados, si como corresponde, pretendemos pesar en la marcha de la colectividad, nos es preciso tener un organismo que represente aquellos pensamientos que condensan un magnífico cuerpo de doctrina, y que con tanto empeño hemos conservado y enriquecido para su aplicación.
Los sindicatos, convertidos en organismos híbridos desde el punto de vista político, por las circunstancias que antes señalábamos, no pueden imprimir a sus actividades más que aquella función profesional que se les asignó; y es obligado que exista entonces el motor productor de la cantidad de energía fabulosa que se precisa para moverles en aquella dirección que más interesa a las ansias renovadoras y emancipadoras de la Humanidad. Este motor a que hacemos referencia, no puede ser otro que la Organización Específica.
La F.A.I., organismo cuyo ambiente popular ha crecido en un volumen insospechado, tiene, es imperioso que tenga, la obligación de aglutinar la cantidad de afiliados proporcional a este ambiente y a esta favorable opinión, que el pueblo español le ha otorgado.
La multiplicación de los afiliados a nuestra organización, ha de ser inmediata. Nuestra actividad en la adaptación de adeptos ha de acrecentarse de forma tal, que esto sea logrado en un mínimo de tiempo. Como el aceleramiento de esta labor captadora puede producir serios inconvenientes, debido a la infiltración de elementos que no dio lugar a fiscalizar previamente, podemos emplear para su adopción el procedimiento que nos permita la selección, con posterioridad a tenerlos controlados. Dicho procedimiento puede consistir en aglutinarles de forma que hasta tener garantía de su pureza, no se les dé cuenta de las actividades todas de la organización.
HABREMOS DE RENOVAR LAS FORMAS ACTUALES DE NUESTRA ORGANIZACIÓN
Nuestra organización constituida por medio de grupos reducidos de afinidad, ha dado magníficos resultados en las épocas heroicas de la clandestinidad, y en aquellas que sin serlo, la incomprensión de las gentes no quería concederle el valor que en ella residía, reduciendo su influencia a la de sus organismos exclusivamente.
La presente época que abre una nueva era para nuestro movimiento, y en la que se verán multiplicadas considerablemente nuestras actividades, obligan a una extensa ampliación de base, y a la movilización de gran número de militantes que pongan en juego su capacidad organizadora para llevar a cabo la transformación que tanto tiempo hemos propiciado. Hemos de buscar a los compañeros ignorados, que con capacidad, viven en el anonimato, para que colaboren con los ya destacados en la obra sólo ligeramente señalada. La organización Sindical, nuestra querida C.N.T. puede ser cantera inagotable de militantes, donde tomemos los que nuestro movimiento anarquista requiere.
Activemos entusiastas y decididos, para recoger el fruto a que nos hemos hecho acreedores con nuestra actuación en el movimiento revolucionario.
Sin más de momento, quedamos vuestros y de Acracia.
Por el Comité peninsular,
El Secretario
Barcelona, 25 de octubre 1936