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N

igel leyó el memorando reproducido sobre la pantalla:

Emplazamiento 7 (proximidades Mare Marginis).

8 de octubre de 2018

A: John Nichols, Base Alphonsus.

BOLETÍN DE OPERACIONES

Asignación de turnos rotativos para trabajos de interferencia con red de ordenadores extraterrestres.

Equipo número uno: Misión principal: Compilación de inventario mediante lectura directa.

J. Thomson —análisis.

V. Sanges —técnico electrónico.

Equipo número dos: Misión principal: Traducción. Búsqueda de analogías con formas lingüísticas terrestres (tales como sujeto-predicado, contexto de repetición silábica, etcétera) en secuencias «idiomáticas» visibles.

A. Lewis —lingüista.

D. Steiner —técnico electrónico.

Equipo número tres: Programa de investigación exploratoria general. Comunicar resultados a equipos número uno y número dos.

N. Walmsley —especialista en sistemas de ordenadores y lenguaje.

N. Amajhi —técnica electrónica.

Las operaciones se realizarán en un programa continuo de veinticuatro horas, siete días por semana. Los resultados importantes serán comunicados directamente a Alphonsus mediante rayo láser reflejado sobre el satélite sincrónico C, colocado el 23 de septiembre (tipo multicanal). Entendemos que Alphonsus reservará un canal para el contacto directo con el Grupo de Estudio de Operaciones de Kardensky, en Cambridge, que suministrará apoyo técnico y bibliográfico con los sistemas de información necesarios.

Este comunicado responde a las instrucciones de la Comisión Especial del Congreso tal como fueron formuladas el 8 de septiembre de 2018.

(firmado)

José Valiera

Coordinador

Nigel frunció los labios. Había algunos detalles interesantes mezclados con la jerga. El esquema básico del grupo era el de un núcleo intensivo con un sistema de respaldo de base amplia, es decir, el modelo preferido de los teóricos de la investigación. Esos tres equipos eran el núcleo intensivo. Él preveía jornadas agotadoras: desde la Tierra ejercerían una fuerte presión.

Lo más importante era que él y Nikka Amajhi estarían juntos en el mismo equipo.

Nigel asintió para sus adentros y le volvió la espalda a la pantalla. El corredor estaba vacío. En verdad, toda la sección principal del Emplazamiento Siete le había parecido casi desierta desde el momento de su llegada hacía cuatro horas. La mayor parte del personal se hallaba excavando más túneles. Nigel recorrió el pasillo tubular y consultó el diagrama de la base. Sí, esa era el área de trabajo. No tardó en encontrar la puerta que buscaba y entró.

Una mujer delgada estaba sentada en un rincón, ajetreándose con unos dispositivos electrónicos. El recinto tenía una iluminación débil para facilitar la máxima visibilidad en las dos enormes consolas de comunicación que miraban hacia la pared del fondo. Ese era el nexo del trabajo que deberían realizar. La mujer levantó la vista distraídamente.

—¿Extraviado?

—Posiblemente.

—El plano más próximo está… Oh. Un momento. ¿Tú eres…?

—Nigel Walmsley.

—¡Oh! Yo soy Nikka Amajhi.

—Oh —absurdamente, se sintió incómodo.

—Creo que vamos a trabajar juntos.

Ella se puso en pie y tendió la mano. Su apretón fue franco, enérgico. En sus facciones él vislumbró un aire de parcial reticencia, como si en el fondo bulleran más emociones de las que aparecían en la superficie.

—Tú eres la que trabaja en el interior de la nave.

—¿Lo deduces de mi complexión física? —Nikka hizo una bella reverencia, levantándose a medias sobre las puntas de los pies en la escasa gravedad y balanceándose sobre uno de estos. Su uniforme se adhería al cuerpo y hubo algo en su ademán, en la intersección de su cintura de avispa con las opulentas caderas, en su gracia refinada, que le sacudió con un impacto casi físico. Nigel se pasó la lengua por los labios y los encontró secos.

—Oh, sí. A nadie le gustaría que una mole como yo arrastrara los huesos por esos túneles.

—No podrías. Eres demasiado corpulento.

—Y viejo.

—No lo pareces.

Nigel murmuró unas palabras amables y desvió el tema hacia un accesorio electrónico que le llamó la atención. Sabía cuál era el problema. Conocer a otra persona por su reputación, por algo que ha hecho, tiene sus riesgos. La obra o la hazaña ejecutada se convierte en una especie de halo que impide captar una imagen nítida. A veces la aureola de reputación tenía ventajas: podía emplearla en las fiestas para alejar a la gente, o era la llave especial que le abría las puertas de lugares en los que en otras condiciones no habría podido entrar. Pero la aureola era falsa. Era el Astronauta Famoso o el Hombre Intrépido. Sin embargo, no era lo uno ni lo otro, así como tampoco era exclusivamente lo que parecía indicar cualquiera de los otros varios aspectos de su vida. Lo mismo se aplicaba a Nikka. La conocía como una mujer despierta, ya célebre en los medios de comunicación. Y probablemente era muy distinta de como él la veía en razón de sus ideas preconcebidas. Bueno, no había más remedio: a falta de medios sutiles él tendría que forzar las cosas.

—Te comportaste de forma muy valerosa —dijo Nigel bruscamente.

—¿Cómo? —preguntó ella, desconcertada.

—Cuando te derribaron.

—Oh. ¿Eso? —Lo miró de frente, fastidiada—. Me limité a preservar mi vida. Hice lo que cualquiera habría hecho. No fue un acto de valor.

Nigel asintió.

—Ahora puedes preguntarme lo que sentí al hablar con el Snark.

Una expresión de perplejidad cruzó por el rostro de Nikka. Frunció las cejas. Después lanzó una carcajada y le palmeó el brazo.

—¡Entiendo! ¡Debemos practicar una limpieza ritual de telarañas! Por supuesto. —Rio jovialmente y Nigel sintió que le quitaban un peso de encima—. Muy bien. Voy a… ¿cómo decís vosotros? ¿Picar?

—Correcto. El inglés no es tu…

—¿Mi lengua nativa? No, soy japonesa.

—Eso me pareció. —Sin embargo, pensó, no era tan tímida como había previsto. Pero eso también formaba parte de la aureola indeseada.

—¿Y tu amigo el Snark?

—Dijo que probablemente nuestras calculadoras de mesa nos sobrevivirán.

—Eso me han contado. Pero siempre hace falta un Lewis Carroll para inventar un Snark.

—Sí —respondió Nigel, percibiendo detrás de su mirada divertida una intención más seria—. Sí, ¿no es cierto?