Prefacio a la edición española

PREFACIO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

Me alegro mucho de que mi estudio de la represión franquista en Madrid al término de la Guerra Civil aparezca ahora en español. Cuando inicié mi investigación sobre el tema a finales de los años noventa del pasado siglo, el nivel de información existente fuera de España acerca de las consecuencias de la victoria incondicional de Franco en marzo de 1939 era ciertamente pobre. En demasiados de los libros y artículos publicados en lengua inglesa al respecto se lamentaba que los españoles no hubieran conseguido aún afrontar su pasado y se aseguraba que era imposible investigar el primer franquismo porque los archivos estaban cerrados o habían sido destruidos. Como consecuencia de ello, allende las fronteras españolas, la represión de la posguerra estaba envuelta en el mito: algunos historiadores anglosajones continuaban afirmando que hasta 200 000 personas habían sido fusiladas por el régimen de Franco tras la conclusión del conflicto. Tengo que confesar que, en mis años de estudiante de doctorado inexperto, yo también compartí inicialmente algunas de esas concepciones equivocadas. Por fortuna, no tardé en salir de mi error tras conocer a un extraordinario grupo de jóvenes investigadores de la Universidad de Alcalá de Henares. Se lo debí (y sigo debiéndoselo) especialmente a Pedro Barruso, quien me enseñó la ruta para desenvolverme entre los laberínticos catálogos del Archivo General de la Administración, ubicado en esa misma ciudad. Allí pasé horas y horas leyendo cantidades ingentes de material que, poco tiempo atrás, me habían dicho que ya no existía.

El resultado de esa investigación fue Franco’s Justice, editado por Oxford University Press en 2005. Por aquel tiempo, yo ya era desde luego consciente del creciente número de libros y artículos sobre la represión que se habían publicado en nombre de la llamada «recuperación de la memoria histórica». Transcurridos aproximadamente seis años desde entonces, aquel reguero de publicaciones se ha convertido en un auténtico torrente. Buena parte de este material nuevo es de un valor considerable: hoy sabemos mucho más acerca de la fase más mortífera de la represión rebelde/franquista en 1936. Yo me he resistido, no obstante, a la tentación de revisar exhaustivamente el libro para esta edición en español. Eso no significa que, si tuviera que empezarlo ahora de cero, volviera a escribirlo idéntico a como lo hice entonces (aunque, curiosamente, las secciones que más desfasadas parecen son las relacionadas con la represión republicana). Pero, en cualquier caso, creo que los resultados centrales de la obra han resistido bien la prueba del tiempo. En concreto, no he leído nada desde entonces que cuestione seriamente mi conclusión de que, pese a su cruda severidad, la justicia militar franquista no tuvo un carácter de exterminio. La tesis de que el régimen de Franco llevó a cabo un «genocidio» no tiene nada de nuevo; de hecho, cuando yo estaba inmerso en mi investigación, era la visión dominante en la historiografía sobre la represión. Sin embargo, ya a finales de los años noventa, de entre la plétora de estudios locales que se estaban publicando en España, empezó a surgir un enfoque más matizado. Los historiadores comenzaban a reconocer el carácter multifacético y dinámico de la persecución franquista, y se alejaban cada vez más de las explicaciones estáticas que alegaban la aplicación de un supuesto exterminio planificado basándose en los sangrientos primeros meses de la Guerra Civil. Este libro formó parte de aquella tendencia. Aunque en él se hablaba largo y tendido de las ejecuciones, también se analizaba por qué la matanza decreció a partir de 1941. Había también capítulos dedicados a la represión económica y a la persecución de la masonería.

El resurgimiento de los relatos sobre el «genocidio» franquista ha hecho que ciertos aspectos significativos de la represión permanezcan insuficientemente investigados. Mucho se ha publicado, por ejemplo, acerca de por qué se fusiló a determinados «rojos»; poco hay al respecto de por qué otros fueron absueltos por los tribunales castrenses. Se cita a menudo la Ley sobre Represión de la Masonería y del Comunismo de marzo de 1940, pero sigue sin haber sido adecuadamente estudiada. Así pues, mucho trabajo queda aún por hacer. El lector decidirá si este libro es un paso en la dirección correcta.

J. R.,

Edimburgo, 2011