La alusión a descarríos y a pértigas de descarrío del penúltimo capítulo requiere cierta explicación de las leyes y normas de la pesquería de la ballena, de las cuales el descarrío puede ser considerado el gran símbolo y enseña.
Frecuentemente ocurre que cuando varios barcos navegan en la mutua compañía, puede que una ballena sea arponeada por un navío, que luego escape, y que finalmente sea muerta y capturada por otro; y en esto se encuentran indirectamente comprendidas muchas contingencias menores, todas ellas partícipes de esta única gran característica. Por ejemplo… Tras el agotador y peligroso acoso y captura de una ballena, el cuerpo puede soltarse del barco a causa de una violenta tormenta; y yendo lejos a la deriva a barlovento, ser vuelto a capturar por un segundo ballenero, el cual, en una calma, cómodamente la remolca hasta el costado sin riesgo de vida o estacha. Así surgirían a menudo las más vejatorias y violentas disputas entre los pescadores si no existiera alguna ley indiscutible, universal, escrita o no, que fuera aplicable a todos los casos.
Quizá el único código oficial de la pesca de la ballena aprobado por promulgación legislativa fue el de Holanda. Lo dictó la Asamblea General en 1695 d.C. Pero aunque ninguna otra nación ha tenido nunca ley escrita alguna sobre la pesca de la ballena, los pescadores americanos, sin embargo, han sido en este asunto sus propios legisladores y abogados. Han aportado un sistema que por escueta completud supera las Pandecta de Justiniano y las Normas de la Sociedad China para la Supresión de la Intromisión en los Asuntos de Otras Personas. Sí; estas leyes pueden ser grabadas en una moneda de un cuarto de penique de la reina Ana, o en el gancho de un arpón, y llevadas alrededor del cuello, así son de reducidas.
I. Un pez preso pertenece a quien lo tiene preso.
II. Un pez suelto es presa libre para quien antes lo pueda atrapar.
Mas el truco de este magistral código es su admirable brevedad, pues exige un vasto volumen de comentarios para desarrollarlo.
Primero: ¿Qué es un pez preso? Vivo o muerto, un pez es técnicamente un pez preso cuando está conectado a un barco, o a una lancha ocupada, mediante algún medio de algún modo controlable por el ocupante u ocupantes… Un mástil, un remo, un cable de nueve pulgadas, un hilo telegráfico, o la hebra de una tela de araña, dan lo mismo. De igual modo, un pez es técnicamente preso cuando porta un descarrío, o cualquier otro símbolo reconocido de posesión, en tanto que la parte que le ha colocado el descarrío evidencie claramente su capacidad de llevarlo al costado en cualquier momento, lo mismo que su intención de hacerlo así.
Éstos son comentarios científicos; pero los comentarios de los propios balleneros a veces consisten en duras palabras y más duros golpes… el Coke sobre Littleton del puño. Cierto, entre los más rectos y honorables balleneros siempre se hacen concesiones en casos especiales, en los que habría sido una escandalosa injusticia moral que una parte reclamara la posesión de una ballena previamente cazada o muerta por otra de las partes. Pero otros no son en modo alguno tan escrupulosos.
Hace unos cincuenta años se dio un curioso caso de apropiación indebida de una ballena, litigado en Inglaterra, en el cual los demandantes expusieron que tras el difícil acoso a una ballena en los mares del norte, ellos (los demandantes) habían conseguido arponear el pez; pero finalmente, a causa del peligro para sus vidas, se vieron obligados a abandonar no sólo sus estachas, sino la propia lancha… Añádase: en última instancia los demandados (la tripulación de otro barco) se encontraron con la ballena; la alcanzaron, la mataron, la capturaron, y finalmente se apropiaron de ella ante los mismos ojos de los demandantes… Otrosí: y cuando se elevaron quejas ante estos demandados, su capitán les chasqueó los dedos en la cara, y les aseguró que como doxología a la hazaña que había realizado ahora retendría su estacha, sus arpones y su lancha, todos los cuales habían quedado unidos a la ballena en el momento de la captura. Por lo cual, los demandantes ahora entablaban una demanda para recuperar el valor de su ballena, su estacha, sus arpones y su lancha.
El señor Erskine fue asesor de los demandados; Lord Ellenborough fue el juez. En el curso de la defensa, el astuto Erskine ilustró su posición mediante la alusión a un reciente caso de infidelidad conyugal, en el cual un caballero, tras tratar en vano de poner freno al libertinaje de su mujer, la había finalmente abandonado en los mares de la vida; aunque transcurridos los años, arrepintiéndose de ese paso, planteó una instancia para recuperar su posesión. Procedió entonces a decir que, aunque el caballero había originalmente arponeado a la dama, y en una ocasión la había tenido presa, y sólo por razón del gran desasosiego de su desaforado libertinaje la había finalmente abandonado; no obstante, de hecho la había abandonado, con lo que ella se había convertido en un pez suelto[109]; y por lo tanto, cuando un posterior caballero la volvió a arponear, la dama entonces pasó a ser propiedad de ese posterior caballero, junto con cualquier arpón que pudiera haberse encontrado clavado en ella.
Ahora bien, en el caso presente, Erskine sostenía que los ejemplos de la ballena y la dama eran recíprocamente ilustrativos el uno del otro.
Escuchados debidamente estos alegatos, y las réplicas, el muy docto juez se pronunció en los siguientes irrebatibles términos, a saber: que en lo referente a la lancha, la otorgaba a los demandantes, pues solamente la habían abandonado para salvar sus vidas; pero que en cuanto a la controvertida ballena, arpones y estacha, pertenecían a los demandados; la ballena porque era un pez suelto en el momento de su captura final; y los arpones y la estacha, porque cuando el pez había huido con ellos, éste (el pez) adquiría la propiedad sobre esos artículos; y, por tanto, cualquiera que posteriormente atrapara el pez, tenía derecho a ellos. Ahora, los demandados habían atrapado el pez posteriormente, ergo los artículos previamente mencionados eran suyos.
Un hombre común que observara esta decisión del muy docto juez podría, quizá, protestarla. Pero excavados hasta la roca primigenia del asunto los dos grandes principios establecidos en las leyes balleneras gemelas previamente citadas, y aplicadas y elucidadas por Lord Ellenborough en el caso relatado anteriormente, estas dos leyes referentes a los peces presos y los peces sueltos, digo, tras reflexión, se encontrará que son el fundamento de toda jurisprudencia humana; pues a pesar de su complicada tracería de talla, el templo de la ley, como el templo de los filisteos, sólo tiene dos soportes en los que sostenerse.
¿No es un dicho en boca de todos que la posesión es la mitad de la ley; es decir, sin tener en cuenta cómo la cosa llegó a ser poseída? Aunque frecuentemente la posesión es la totalidad de la ley. ¿Qué son los tendones y las almas de los siervos rusos y de los esclavos republicanos, sino peces presos, cuya posesión es la totalidad de la ley? ¿Qué, para el avaricioso arrendador, es la última moneda de la viuda, sino un pez preso? ¿Qué es aquella mansión de mármol del encubierto villano, con una placa como descarrío; qué es, sino un pez preso? ¿Qué es esa ruinosa reducción anticipada a cambio de intereses que Mordecai, el prestamista, le hace al pobre Woebegone[110], el arruinado, en un préstamo para evitar que la familia de Woebegone muera de hambre; qué es esa ruinosa reducción, sino un pez preso? ¿Qué son las cien mil libras esterlinas de ingresos del arzobispo de Savesoul, confiscadas del pan y el queso de cientos de miles de trabajadores con la espalda partida (todos con el Cielo asegurado sin ayuda de Savesoul), qué son esas redondas cien mil libras, sino un pez preso? ¿Qué son los pueblos y aldeas heredados por el duque de Dunder, sino peces presos? ¿Qué para el famoso arponero, John Bull, es la pobre Irlanda, sino un pez preso? ¿Qué para el apostólico lancero, hermano Jonathan, es Texas, sino un pez preso? Y, en lo referente a todos ellos, ¿no es la posesión la totalidad de la ley?
Mas si la doctrina de los peces presos es aplicable con mucha generalidad, la doctrina análoga de los peces sueltos todavía lo es más ampliamente. Ésa es internacional y universalmente aplicable.
¿Qué era América en 1492, sino un pez suelto en el que Colón clavó el estandarte español como modo de marcarlo con un descarrío para su regia señora y ama? ¿Qué era Polonia para el zar? ¿Qué, Grecia para el turco? ¿Qué, India para Inglaterra? ¿Qué, finalmente será México para los Estados Unidos? Todos peces sueltos.
¿Qué son los derechos del hombre y las libertades del mundo, sino peces sueltos? ¿Qué, todas las mentes y opiniones de los hombres, sino peces sueltos? ¿Qué es el principio de la creencia religiosa que hay en ellos, sino un pez suelto? ¿Qué son las ideas de los pensadores para los ostentosos traficantes verbalistas, sino peces sueltos? ¿Y qué eres tú, lector, sino un pez suelto, y también un pez preso?