Estigio sintió cómo una solitaria lágrima escapaba de sus ojos cuando su tío terminó con él y «desmontó». Su último y retorcido juego consistía en atarlo boca abajo en una mesa con los brazos extendidos y los tobillos atados a las patas. Sin embargo, lo peor de todo era la brida falsa con la que Estes lo amordazaba. Una brida que utilizaban mientras lo «montaban».
Entre carcajadas y felicitaciones por sus habilidades, los amigos de su tío aplaudieron a Estes y le dieron un cáliz de vino. Estes dio un sorbo y cogió unas cuantas aceitunas antes de arrodillarse junto a la mesa para enfrentar la mirada humillada de Estigio.
Su tío chasqueó la lengua.
—Lo siento, pequeño Palas. No me había dado cuenta de que estabas lúcido. Y yo que te había prometido que eso no iba a pasar, ¿verdad?
—Le apartó el pelo de la cara.
Con un rugido de rabia y de dolor, Estigio intentó liberarse. Quería arrancarle la cabeza a su tío con tantas ganas que casi saboreaba su sangre.
Estes se echó a reír y se apartó.
Antes de poder evitarlo, Estigio recorrió la estancia con la mirada y se percató de que había más de seis hombres. Cerró los ojos con fuerza mientras lo consumía la humillación más absoluta. Era el entretenimiento principal de una fiesta de aristócratas de Dídimos…
«¡Maldito seas, Estes!», pensó. «¡Y maldito sea yo!».
Estes pegó la cabeza de Estigio a la mesa y le besó la frente.
—Tranquilo, precioso. Tranquilízate o te harás daño. —Abrió el cofrecillo que había junto a la cabeza de Estigio y buscó en su interior—. Esto hará que te tranquilices y que vuelvas a cooperar.
Estigio dio un respingo. Estaba harto de que lo drogaran, sobre todo en contra de su voluntad.
Estes se apartó de su campo de visión para poder introducirle la medicina de la forma más violenta posible mientras los demás pujaban por ser el siguiente en montarlo. Mientras su tío mantenía el supositorio en su interior para asegurarse de que hacía efecto, Xan se acercó para hablar con él.
—Tengo entendido que la princesa vuelve la semana que viene.
—Pues sí.
—¿Cuánto por una noche con ella?
Estes chasqueó la lengua.
—No puedo hacer eso. Tiene que llegar pura al tálamo nupcial. De lo contrario, mi hermano nos mataría a ambos.
—Una mujer tiene más de un agujero. Ponle un cinturón de castidad y dime tu precio. La quiero, Estes.
—Será tan valiosa y cara como mi dulce sobrino.
—Sabía que lo sería. ¿Lo harás?
—Lo haré.
Estigio intentó liberarse cuando esas palabras calaron en su mente, pero no podía hacer nada, ya que todo empezó a darle vueltas. Cerró los ojos, suspiró y dejó que la droga lo alejara de su crueldad.
Estigio se despertó cuando alguien cortaba las cuerdas que le sujetaban las manos. Gimió e hizo una mueca cuando le quitaron la brida de la boca sin miramientos. Vio a su tío delante de él.
Estes le soltó las piernas.
—Levántate.
Estigio lo intentó, pero tenía las piernas y los brazos entumecidos por llevar atado tanto tiempo. Sentía todo el cuerpo rígido y dolorido. No estaba seguro de cuántas horas o días habían pasado. Con Estes y sus hierbas, cualquier cosa era posible.
Su tío lo cubrió con una foremasta atlante.
—Tu hermana y tu madre han vuelto antes de tiempo. —Le dio un revés a Estigio—. Te necesito lúcido para que las recibas.
Estigio se lamió la sangre de la comisura de los labios mientras intentaba enfocar la vista.
Estes gruñó y lo agarró para arrastrarlo a la sala de baños. Lo tiró al suelo junto a la tina y después hundió la cabeza de Estigio en el agua a fin de reanimarlo.
Estigio escupió y tosió mientras su cabeza por fin se iba aclarando lo suficiente para pensar.
—Tu madre y tu hermana acaban de llegar al puerto. Vienen de camino a casa. Lávate y vístete, y luego reúnete conmigo abajo. Date prisa. —Estes le hundió la cabeza en el agua una vez más antes de levantarse y marcharse.
Jadeando, Estigio tosió para expulsar el agua de sus pulmones y después se metió en la tina para quitarse de encima el hedor de Estes y de los demás. Mientras lo hacía, recordó la proposición de Xan para conseguir a Ryssa.
Y que Estes había aceptado.
Por todos los dioses, iban a hacerle lo mismo a Ryssa. La idea le aclaró la mente al punto. Si bien Ryssa lo odiaba con todas sus fuerzas, no podía permitir que violaran a su hermana. La vergüenza la mataría. No era lo bastante fuerte para sobrevivir a algo tan espantoso.
O peor, se lo contaría a su padre y él la echaría de casa por hacerlo. Una princesa violada carecería de valor para el rey, y ella era lo bastante tonta como para creer que su padre le haría eso.
Salió de la tina y se vistió a toda prisa. Cuando cogió la cuchilla, se quedó helado al ver su reflejo. Tenía los ojos hundidos y los párpados hinchados. Enrojecidos por las drogas. Apenas se reconocía. Había perdido peso y estaba muy pálido. Tenía las muñecas desolladas y magulladas por haber intentado liberarse, y la brida le había hecho cortes alrededor de la boca. Incluso tenía los labios partidos y le sangraban.
Cogió la cuchilla y se afeitó a toda prisa para que ni su madre ni Ryssa lo despreciaran por no haberlas recibido con el debido respeto. En cuanto pudo, bajó y descubrió que tanto Estes como el resto del personal esperaban a la comitiva real.
Estes sonrió al verlo.
—Se me olvida lo guapo que estás bien limpio y aseado.
Estigio lo agarró y lo estampó contra la pared.
—Cabrón, como toques a mi hermana, me revolcaré en tus entrañas.
Su tío se echó a reír.
—Ryssa no me interesa en absoluto. Nunca lo ha hecho. Solo deseo a hombres guapos.
—Como la prostituyas…
Estes lo agarró del cuello de tal forma que lo inmovilizó al punto.
—Trágate tus patéticas amenazas. No soy uno de tus sirvientes para asustarme con un ceño real, muchacho. He combatido en más batallas de las que tú verás jamás. Y me he merendado a hombres más fuertes y más grandes que tú. Así que no creas que puedes venir a intimidarme. Como vuelvas a amenazarme, suplicarás por revivir los días en los que me preocupaba por ti. ¿Entendido? —Le apretó el cuello hasta que Estigio casi perdió la conciencia. Después lo apartó de un empujón al tiempo que lo soltaba.
Estigio jadeó cuando la sangre regresó a su cabeza, provocándole un dolor tan atroz que se le nubló la vista. Fulminó a ese cabrón con la mirada.
«Tengo que parar esto», pensó. Ya era bastante malo que Estes abusara de Aquerón y de él.
Las palabras de su padre resonaron en su cabeza: «Es tu hermana, muchacho. La protegerás pase lo que pase».
Era lo único en lo que nunca había fracasado. Y era lo único que su padre consideraría imperdonable.
Los músicos comenzaron a tocar en el exterior. Estes hizo un gesto con la cabeza para que abrieran la puerta y salió para recibirlas. Con la garganta dolorida por el ataque de Estes, lo siguió y descendió los escalones a fin de ayudar a su madre y a su hermana a bajar del carro.
En cuanto lo vio, su madre torció el gesto.
—Tienes un aspecto lamentable. No sé de qué puta te has separado por mi llegada, pero al menos podrías haberte lavado antes de acercarte a tu madre.
Se negó a aceptar su mano. En cambio, pasó junto a él y les dejó bien claro a todos que la reina no quería a su hijo para nada.
Claro que ya estaba acostumbrado.
Le tendió la mano a Ryssa.
Al igual que su madre, ella se negó a tocarlo. Su hermana se apeó y lo miró de arriba abajo con desdén.
—¿Qué has hecho? ¿Has estado bebiendo y acostándote con putas durante todos los días que padre lleva fuera? Tu estado es execrable.
«Debería dejar que te violaran en grupo, zorra, y luego echártelo en cara. A ver cómo soportas que te pongan una brida y te monten como si fueras un caballo», pensó.
Ryssa se dirigió a los escalones de la entrada.
Estigio la detuvo.
—Tenemos que hablar.
Ella se zafó de su mano.
—Al contrario de lo que piensas, todavía no eres el rey. No tienes poder sobre mí.
—Ryssa…
—Vuelve con tu puta y tu vino, hermano. No, mejor duerme un poco y despéjate la cabeza antes de que padre te vea y se dé cuenta del ser inmundo que va a heredar su trono.
Como había hecho su madre, Ryssa ignoró a Estes y entró en palacio.
Con una carcajada, su tío le dio una palmada en la espalda.
—Han sido unas groseras, ¿verdad? —Se inclinó para susurrarle al oído—. Dime, sobrino, ¿estás preparado para pagar y ver cómo violan a tu hermana y la ponen en su sitio?
Una parte de su ser se moría por verlo, lo ansiaba tanto que le daba miedo. Estaba harto de las críticas de su madre y de Ryssa, sobre todo cuando no había hecho nada para merecerlas.
Ryssa se tendría bien merecido saborear la degradación que él conocía de primera mano. Pero al mirar a Xan y ver su enorme tamaño, supo que ese cabrón destrozaría a su hermana. Tal como había hecho con él.
Daba igual lo mucho que la odiara, no podía permitir que eso sucediera. Tenía que impedirlo.
Pero ¿cómo?