19 de agosto de 9533 a. C.

Estigio no recordaba la última vez que fue tan feliz. Por más que detestara admitirlo, se alegraba de que su padre y su tío lo hubieran organizado. Era maravilloso estar en otro lugar, sin que su padre lo acosara y sin que su hermana se metiera con él. Sin tutores que le dijeran lo tonto que era. Sin tener que mirar a uno y otro lado del pasillo para asegurarse de que su madre no estaba allí antes de cruzarlo. Sin sirvientas lujuriosas ni ninguna otra mujer que intentara meterle mano.

Aunque le doliera la cabeza, era maravilloso.

«Podría vivir así una temporada», pensó.

—Toma.

Estes le dio un trozo de carne seca mientras se acercaban a un riachuelo a la espera de que los ciervos olieran los cebos que habían dejado para ellos.

Estigio se la comió deprisa.

—Estaba deliciosa. ¿Qué tenía?

—Una hierba especial que sólo crece en la Atlántida. No tenemos nada parecido en Grecia.

—Deberías importarla. Ganarías una fortuna.

Estes sonrió.

—Eso me dicen siempre. —Le ofreció a Estigio un pequeño odre de vino.

Estigio bebió un sorbo antes de bajarlo, ya que escuchó el crujir de las hojas allí donde habían dejado el cebo. Levantó el arco, preparó la flecha y se inclinó hacia delante para apuntar.

Estes se colocó a su espalda, tan cerca que pudo sentir el aliento de su tío en la nuca.

—Despacio. No apresures el tiro.

Estigio ladeó la cabeza y esperó.

—Levanta el codo —le susurró Estes al oído. Su tío se lo alzó despacio para mostrarle la postura adecuada—. Las caderas derechas. —Su tío le cogió las caderas y se las desplazó un poco. Al hacerlo, Estes le rozó el trasero con la entrepierna, dejándole saber que tenía una erección.

Estigio puso los ojos como platos.

—¡Dispara!

Sin ser consciente de la dirección de la flecha, Estigio disparó y se apresuró a apartarse del abrazo de su tío, de forma que hubiera bastante distancia entre ellos.

Aunque Estes se comportaba como si nada hubiera pasado.

¿Se lo había imaginado?

Estes sonrió.

—¡Le has dado, precioso! Enhorabuena.

Con la mente puesta en ese contacto tan íntimo e inquietante, fuera o no intencionado, Estigio parpadeó, ya que no terminaba de comprender lo que Estes había dicho.

Xan le dio una palmada en el hombro al reunirse con ellos.

—Buen disparo, Estigio.

Sólo en ese momento Estigio se dio cuenta de que había abatido a su presa. Los otros hombres ya estaban inspeccionando el ciervo. Noé tenía un cáliz y lo usaba para coger un poco de sangre.

—¿Qué haces? —le preguntó Estigio.

—Es tu primera presa. Siempre se bebe la sangre de la primera pieza.

—Noé le ofreció el cáliz.

Con una mueca asqueada, Estigio titubeó.

—No pasa nada —dijo Estes desde atrás. Le tendió el odre de vino y más carne seca—. Toma esto para que no notes el sabor. Pero es un ritual de iniciación que todos pasamos.

Xan cogió el arco de Estigio y miró a Estes con una sonrisa.

Aunque no estaba muy seguro, Estigio se llevó el cáliz a los labios.

Cerró los ojos y bebió, tras lo cual se estremeció por el regusto salado y metálico de la sangre.

Uf, ¿cómo soportaban los dioses beber sangre humana?

—Toma. —Estes cogió el cáliz y le dio la carne.

Estigio se la metió a toda prisa en la boca y masticó antes de beber un poco de vino. Su tío tenía razón de nuevo. Afortunadamente mataba el sabor.

—Todos cenaremos bien esta noche. —León miró a sus amigos con una sonrisa.

Kastor le guiñó un ojo a León.

—Y menos mal, porque me muero por probar los cuartos traseros de un cachorro tierno. Aunque tenga que compartirlo con todos vosotros.

Todos se echaron a reír.

Estigio frunció el ceño, ya que no comprendía dónde estaba la gracia.

—Bueno, ¿a quién le toca limpiar la carne? —preguntó Néstor.

Estes le tiró su puñal a los pies.

—Te toca despellejar y cocinar el ciervo. Y vosotros cinco podéis echar a suertes el postre. —Le puso la mano en el hombro a Estigio para apartarlo de los demás—. Vamos, Estigio. Vamos a limpiarte esa sangre.

—¿Qué sangre?

—La de tu quitón.

Estigio bajó la vista e hizo una mueca al darse cuenta de que había derramado sangre del ciervo sobre su ropa.

«Soy un incompetente», se dijo.

¿Por qué se asombraba?

Estes cogió su alforja y lo condujo allí donde el riachuelo se convertía en un arroyo. Le dio jabón y una toalla a Estigio.

—Ya puestos, también puedes quitarte el sudor del día.

Mientras Estigio se bañaba, Estes encendió una pequeña fogata. Cuando por fin volvió a por su ropa, su tío estaba sentado en una manta, mezclando unas hierbas en un cuenco de barro.

—¿Qué haces?

Estes le hizo un gesto para que se acercara.

—¿Has oído hablar de la eycharistisi?

Estigio negó con la cabeza.

—¿Qué es?

—Otra planta especial oriunda de la Atlántida. Te aseguro que es un lugar maravilloso. Tienen la medicina más avanzada que hayas visto en la vida. —Estes prendió las hierbas y después sopló hasta que quedaron rescoldos—. ¿Te gustaría probarla?

Estigio titubeó. No parecían muy apetecibles, pero tampoco lo había parecido la carne y estaba buenísima. Se arrodilló junto a su tío y extendió el brazo para coger un puñadito de hierbas con los dedos.

Estes se echó a reír al tiempo que apartaba el cuenco.

—No te las comes, muchacho. Inhalas su olor. —Le tendió una copa que estaba sujeta al cuenco—. Tápate la nariz y la boca con esto e inspira hondo.

—¿Es seguro?

—Mucho. Sabes que nunca te haría daño. Te quiero demasiado —dijo su tío en voz alta, pero también pensó—: Te va a encantar esto, precioso…

Estigio frunció el ceño al escuchar el pensamiento de su tío.

—¿Qué hace?

—Te aliviará el dolor de cabeza y la rigidez por haber montado tanto a caballo.

Haría cualquier cosa salvo cortarse la cabeza para aliviar el palpitante dolor que sufría. Entre su tío, sus cinco amigos y los cuatro guardias que habían cabalgado con ellos, su cabeza era una cacofonía de pensamientos. Lo abrumaban tanto que apenas si podía captar un par de palabras juntas.

Si con eso conseguía silenciar el ruido, compraría sacos y sacos de las hierbas.

Se acercó la copa a la cara e hizo lo que Estes le había indicado. Olía a alguna fruta exótica e hizo que le diera vueltas la cabeza. Pero lo mejor era que silenciaba por completo las voces de los dioses y de los demás.

Solo por ese silencio, no tenía palabras de agradecimiento.

—Toma. Bebe un poco más.

Estigio aceptó el odre de vino y le dio un buen trago. Aunque era distinto al que había bebido antes. Más especiado. Tras llegar a su estómago, se extendió por sus venas, provocándole una agradable calidez. La más absoluta tranquilidad se apoderó de él, como si estuviera durmiendo aunque siguiera consciente.

Después, de repente, su cuerpo pareció envuelto en llamas. Se sopló la piel.

Estes le quitó el vino de las manos.

—No pasa nada, Estigio. No te resistas.

¿Que no se resistiera? Le quemaba y le dolía. Se frotó el cuello en un intento por refrescarse la piel.

—Tengo mucho calor…

—Se te pasará enseguida.

Estigio se humedeció los labios, que se le habían secado de repente, mientras el fuego bajaba… y se acumulaba en su entrepierna. En cuanto lo hizo, sintió una erección como ninguna otra. Todo su cuerpo ardía por la feroz necesidad de que lo acariciaran. Con los ojos como platos, miró a Estes, que sonreía.

Su tío se sentó tras él. Se puso de rodillas y le apartó el pelo de la cara, tras lo cual se inclinó hacia delante para susurrarle al oído.

—¿Sigues siendo virgen?

—Sí.

Estigio sintió un repentino pánico e intentó levantarse, pero Estes se lo impidió. Antes de que pudiera escapar su tío lo tiró al suelo boca abajo y le dobló un brazo a la espalda. El terror se apoderó de él cuando se dio cuenta de lo que su tío planeaba hacerle.

Sin dejar de rezar para equivocarse, dio un respingo cuando Estes le enterró la mano en el pelo y le separó los muslos con las rodillas.

—¿Qué haces, tío?

Estes se despojó del quitón y lo tiró al suelo antes de pegar su cuerpo desnudo al de Estigio.

—No sabes lo que me ha costado esperar hasta que fueras lo bastante mayor para esto. Me vi obligado a vender la virginidad de Aquerón a fin de recuperar el préstamo que pedí para que lo adiestraran. Pero la tuya, precioso, pienso saborearla durante mucho tiempo.