Azura entró en el despacho de Noir sin llamar y lo encontró a punto de penetrar a una de sus sirvientas.
—Déjala, cariño. Tengo un asunto que tratar contigo.
Noir gruñó por la interrupción.
—¿Qué es tan importante para que…?
—Rezar ha vuelto.
Apartó a la mujer que tenía en el regazo y se abrochó los pantalones a toda prisa.
—¿Qué? —preguntó.
Su hermana asintió con la cabeza mientras la sirvienta se apresuraba a marcharse. Azura lo miró con los brazos cruzados por delante del pecho.
—Y Bathymaas se ha reunido con Aricles —dijo.
—Así que la profecía es cierta…
—Eso parece. —Azura frunció la nariz—. En este preciso momento, la Oscuridad se cierne sobre la Luz.
—¿Cómo te has enterado de todo esto?
—Nuestro esclavo ha mandado su informe.
Noir sopesó la información.
—¿Ha encontrado ya a Braith?
—No. Sigue buscando. Pero con Bathymaas libre…
El malacai no andaría muy lejos. Había que mantener el equilibrio en todo momento.
Y ellos estaban a punto de desatar un infierno sobre los inocentes mortales…
Se moría de la impaciencia.