SCENA QUARTA

Otra parte del campo.

(Fragor de combate. Entran peleando soldados de los dos ejércitos; después, Bruto, Catón el joven, Lucilio y otros.)

BRUTO.—¡Todavía, compatriotas! ¡Oh! ¡Erguid todavía vuestras cabezas!

CATÓN.—¿Qué bastardo no lo hará? ¿Quién quiere seguirme? ¡Proclamaré mi nombre por el campo! ¡Yo soy el hijo de Marco Catón! ¡Eh! ¡El azote de tiranos y amigo de la patria! ¡Soy el hijo de Marco Catón! ¡Eh!

BRUTO.—¡Y yo Bruto; Marco Bruto, yo! ¡Bruto, el amigo de mi patria! ¡Reconoced a Bruto!

(Sale cargando sobre el enemigo. Catón es vencido y cae.)

LUCILIO.—¡Oh joven y noble Catón! ¿Has sucumbido? Pues bien: mueres ahora tan valerosamente como Titinio y se te puede honrar como hijo de Catón.

SOLDADO 1º.—¡Ríndete, o mueres!

LUCILIO.—¡Sólo a la muerte me rindo yo! Aquí tienes dinero suficiente para que puedas matarme sobre el campo. (Ofreciéndole dinero.) ¡Mata a Bruto y hónrate con su muerte!

SOLDADO 1º.—¡No lo mataremos! ¡Es un noble prisionero!

SOLDADO 2º.—¡Plaza, eh! ¡Decid a Antonio que hemos cogido a Bruto!

SOLDADO 1º.—¡Daré la noticia! ¡Aquí viene el general!

(Entra Antonio.)

¡Bruto ha sido hecho prisionero, señor; Bruto ha sido hecho prisionero!

ANTONIO.—¿Dónde está?

LUCILIO.—¡En seguro, Antonio! ¡Bruto está bastante seguro! ¡Me atrevo a asegurarte que ningún enemigo prenderá al noble Bruto mientras viva! ¡Los dioses le defiendan de tan gran oprobio! ¡Dondequiera que le halléis, vivo o muerto, hallaréis en él al Bruto de siempre, al mismo!

ANTONIO.—Éste no es Bruto, amigos, pero os garantizo que es una presa no menos valiosa. Velad por la seguridad de este hombre. Prodigadle toda clase de atenciones. Prefiero tener a tales hombres por amigos que por enemigos. Id y ved si Bruto está vivo o muerto, y volved a la tienda de Octavio a darnos cuenta de cuanto ocurra.

(Sale.)