Mi amor es como fiebre, que sin cesar anhela
lo que a la dolencia más tiempo alimenta;
nutriéndose de aquello que a su mal preserva,
al mórbido apetito, voluble en sí, contenta.
Mi buen discernimiento, de mi amor galeno,
furioso, pues no sigo la cura que él sugiere,
me ha abandonado, y así angustiado veo
que muerte da el deseo, si médicos no quiere.
Yo ya no tengo cura, ni la razón me ampara,
y sufro en mi delirio zozobra permanente,
mi mente y mis palabras se encuentran perturbadas:
de la verdad se alejan, hablando vanamente.
Pues vi bella y radiante a aquella que hoy figura
ser negra como infierno, y como noche, oscura.[147]