No pidas que ahora te excuse los agravios
con los que, despiadada, mi herido pecho dañas;
no hieras con tus ojos, apenas con tus labios;
de frente siempre ataca, no uses artimañas.
Dime que amas a otro, mas al estar conmigo,
evita esas miradas furtivas que dispensas,
¿Por qué herir con mañas, si es tu poderío
mayor que mis gastadas e inútiles defensas?
Deja que así te excuse: “Mi enamorada sabe
que su mirada intensa ha sido mi enemiga,
por eso la desvía hacia mis contrincantes,
para clavarle a otros los dardos que prodiga.”
Mas ni así lo hagas, pues ya que estoy herido
remátame al mirarme y muera mi gemido.[139]