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Maldito el corazón que al mío atribula

y a mí y a mi amigo nos da tan honda herida

¿Acaso no le llega con darme a mí tortura

sin que esa esclavitud esclavice así su vida?

A mí me ha robado tu ojo cruel mi esencia,

también a mi amigo lo tiene subyugado,

sin él, sin mí, sin ti, yo padezco con la ausencia

la cruz tres veces triple de verme abandonado.

Encierra en tu pecho de acero el alma mía,

mas deja que custodie el alma de mi amigo;

así, si estando preso, soy yo quien la vigila,

en mi prisión entonces no habrás de usar castigo.

Mas sí podrás usarlo, pues como prisionero

es tuyo cuanto tengo, y aun mi ser entero.[133]