Los versos que hasta ahora te dediqué mentían,
incluso los que afirman que más no puedo amarte;
pues mi juicio entonces posible no creía
que ardiese aun más clara la llama por mi parte.
Mas yo pensé que el tiempo, con tantos avatares,
enreda en las promesas, del rey decretos muda,
sacra belleza ensucia, tenaz empeño abate,
y a las más firmes mentes doblega y demuda.
Entonces, si temía el yugo vil del tiempo,
¿Por qué yo te diría: “Amarte más no puedo”
seguro como estaba del provenir incierto,
y coroné el presente, porque tenía miedo?
Es el amor un niño; hablarle así debía
para que madurase creciendo día a día.[115]