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No digas que mi afecto no fue como es debido,

por creer que la distancia mi llama heló enseguida.

Más fácil me sería dejarme a mí mismo,

que no al alma mía, que en tu interior anida.

Ahí mi amor reside, si yo anduve errante

como quien fue de viaje, de nuevo a ti regreso,

a tiempo y sin que el tiempo lograse a mí cambiarme,

y con lágrimas lavo las faltas que confieso.

No creas nunca, aunque en mi talante impere

cuanta flaqueza asedia la sangre más ardiente,

que de forma tan necia pudiese corromperse

para cambiar por nada un bien tan excelente;

pues nada hay, proclamo, en este universo

excepto tú, mi rosa: un mundo en mi verso.[109]