Qué miserables frutos da a luz mi Musa amiga,
pues aunque bien podría mostrar su gran talento,
el tema más desnudo posee más valía
que cuando con elogios revisto su argumento.
¡Entonces a mi pluma no culpes si se calla!
Contempla tu espejo: la cara que aparece
a mi torpe inventiva en mucho sobrepasa,
desluce así mis versos y a mí me desmerece.
¿Entonces no sería pecado echar remiendos,
y estropear un tema que estaba ya bien antes?
Ningún fin diferente persiguen, pues, mis versos
sino glosar tus gracias y dones fascinantes.
Y mucho más que aquello que en mis versos reflejo
será lo que al mirarte te mostrará tu espejo.[103]