¿Qué harás para enmendarte, oh, Musa indolente,
si olvidas la verdad que en la belleza incide?
Verdad y hermosura de mi amor dependen,
y también tú, y en eso tu dignidad reside.
Responde, Musa mía, ¿no me dirás acaso:
“Ni la verdad precisa adorno de pintura,
ni la belleza brocha para el veraz retrato,
pues lo mejor resalta si nunca se mixtura?”
Porque él no pida loas ¿vas a quedarte muda?
No excuses tu silencio, pues sin pasar apuros
harás que sobreviva a las doradas tumbas,
y que lo alaben labios de tiempos aún futuros.
Haz tu trabajo, Musa, pues yo te enseño el modo
de que él parezca siempre igual que hoy en todo.[101]