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¡Viví como un invierno el tiempo que he pasado

sin ti, gozo señero del año fugitivo!

¡Oh, cuánto frío tuve, qué días tan nublados!

¡Aquí y allá el viejo diciembre repulsivo!

Mas era pleno estío el tiempo de esa ausencia,

fecundo otoño luego, de frutos generoso,

llevando el lascivo fardel de primavera,

como viuda encinta de su difunto esposo.

Mas la copiosa prole tan solo parecía

la huérfana esperanza de frutos malogrados;

pues siempre te acompañan verano y alegrías,

y en tu ausencia quedan los pájaros callados;

o al cantar entonan un lay tan triste y tierno,

que, pálidas, las hojas presienten ya el invierno.[97]