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¿Fue esa hinchada vela de su grandioso verso,

que rumbo a tu tesoro, precioso, navegaba,

la que en mi cerebro sumió mi pensamiento,

tornando en tumba el seno en el que germinaba?

¿O fue tal vez su ingenio, por duendes instruïdo

lejos de alcance humano, quien me dejó tocado?

Ni él ni sus cofrades, de noche aparecidos

para ayudarlo dejan mi verso anonadado.

Ni él ni ese afable y familiar espectro

nocturno que lo ofusca con tanta inteligencia

podrán hacer alarde triunfal de mi silencio;

ningún temor sentía por esa competencia.

Mas cuando con tu aliento hinchaste su poema,

el mío se hizo débil, pues me quedé sin tema.[86]