Nunca pensé que fuese preciso embellecerte,
y así a tu encanto no le añadí pintura;
pensé, o bien creía, que tú con mucho excedes
ese tributo estéril que un vate te procura.
Por eso me he dormido al exaltar tu gloria,
para que así demuestres, con solo tu presencia,
que las plumas modernas resultan irrisorias
para cantar tus dones y hablar de tu excelencia.
Este silencio mío me imputas cual pecado,
cuando quedar callado mi gloria consolida,
porque, enmudeciendo, belleza nunca daño;
otros cavan su tumba queriendo darle vida.
Más vida tiene uno de tus ojos preciosos
que cuanta tus poetas inventen obsequiosos.[83]