Sé bien que con mi Musa nunca te has desposado,
y puedes por lo tanto leer sin remordimiento,
cuantas dedicatorias escriben otros bardos
sobre su excelso tema, de todo libro aliento.
De clara inteligencia y encantador aspecto,
tu mérito excede las alabanzas mías,
por eso, obligado, requerirás de nuevo
una más fresca estampa de tus mejores días.
Y hazlo así, amigo; mas cuando ellos conciban
los trazos afectados que la oratoria presta,
tu genuino encanto verá con simpatía
la voz de tu amigo, sincera y más modesta;
pues las pinturas de ellos tendrían mejor uso
en rostros macilentos; en ti son simple abuso.[82]