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Te he invocado tanto por ser mi Musa amiga

y hallé para mis versos ayuda tan propicia,

que toda pluma ajena esa costumbre imita,

y bajo tus auspicios la poesía oficia.

Tus ojos, que al mudo el canto le enseñaron,

y a volar más alto a la tórpida ignorancia,

les dan alas y plumas a los más doctos bardos,

prestándole a la gracia el doble de prestancia.

Más debes ufanarte de lo que yo escribo,

pues tiene tu influjo y siempre de ti nace.

En otras obras solo mejoras el estilo,

y agracias con tu gracia aquello que complace.

En mí sí eres arte, y la ignorancia mía

elevas a la altura de la sabiduría.[78]