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Para que no te obligue el mundo a que recites

qué méritos yo tuve para que me apreciases,

después de que me muera, mejor es que me olvides,

pues nada digno tengo que tú justificases;

a menos que imagines mentira tan virtuosa

que a mí me eleve sobre mi auténtica valía,

y así me condecore, ya muerto, con más loas

que las que la avarienta verdad concedería.

Porque no juzguen falso tu verdadero afecto,

o que el amor te hace decir lo que no es cierto,

que con mi cuerpo entierren el nombre que me dieron,

y no nos avergüence cuando me haya muerto.

Pues de mis obras debo sentir vergüenza plena,

y tú, por amar cosas que no valen la pena.[72]