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Antes que esté mi amigo, igual que yo ahora,

chafado por el tiempo y por su garra insana,

cuando sequen su sangre y su frente las horas,

surcándola de arrugas, y su jovial mañana

se vuelva noche abrupta en los sombríos años,

y todo el atractivo que hoy en él impera

delante de él se esfume, o ya se haya esfumado,

robándole el tesoro que fue su primavera;

para ese día aciago me fortifico ahora

contra el cruel acero del tiempo enemigo,

para que nunca ampute del mundo y su memoria

la gracia, con la vida, de mi querido amigo.

En estas líneas negras su garbo no se pierde,

y al ser eternas ellas, él vive siempre verde.[63]