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¡Oh, cuánto más hermoso lo bello nos parece

con el grato ornamento que la virtud suscita!

La rosa luce grácil, y más belleza ofrece

con ese dulce aroma que en su interior habita.

La flor del agavanzo es viva y colorida

como la misma rosa de esencia perfumada,

también aguanta espinas y relajada oscila

cuando el vernal aliento abre su flor cerrada;

mas como su virtud solo estriba en ser vistosa,

no hay quien la requiera, y en medio de congojos

marchita se consume. No pasa con las rosas:

las más dulces fragancias harán con sus despojos.

Así, juventud bella, al ver tu decadencia,

destilarán mis versos tu verdadera esencia.[54]