¿Cómo puedo cantar con decoro tu valía
si eres, simplemente, de mí la mejor parte?
¿Qué puede reportarme la propia apología?
¿Acaso no me alabo queriendo ensalzarte?
Aunque solo por eso, las vidas separemos,
y pierda nuestro afecto el nombre de señero,
para que así obtengas con tal distanciamiento
aquello que mereces tú solo por entero.
¡Ausencia, que tormento tan grande tú serías
si no diese permiso tu ocio, que es amargo,
para pasar el tiempo con tiernas fantasías
que a la razón y al tiempo engañan, sin embargo,
y no enseñaras cómo hacer dos de una mente,
dictando aquí el elogio de quien no está presente![39]