Cual padre que envejece y con placer disfruta
al ver las gestas mozas del hijo vigoroso,
así yo, maltratado por la más cruel fortuna,
me reconforto al verte tan noble y virtuoso.
Pues si encanto, cuna, riqueza o talento,
cualquiera de estos dones, o aun otros mejores,
conforman la corona que ciñes por derecho,
mi afecto engasto entre las gemas anteriores.
Y no me siento cojo, pobre ni humillado,
pues con tu sola sombra me prestas la sustancia
que deja satisfecho a mi humilde estado
viviendo de una parte de tan magna abundancia.
Procura lo mejor, pues en ti eso deseo;
si tal afán consigo, ¡por diez feliz me veo![37]