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Si acaso a mí día más ledo sobrevives,

cuando la avara muerte de polvo haya cubierto

mis huesos, y de nuevo, por puro azar, revises

los versos defectuosos de tu amigo muerto,

compáralos con esos que el nuevo tiempo estima,

y, aunque otras plumas los hayan superado,

consérvalos, si quieres, por mí, no por sus rimas,

que hombres más felices habrán sobrepasado.

Dedícame entonces, amable, esta cita:

“La Musa de mi amigo en era floreciente

daría a luz un fruto mejor que el de estos días,

digno del florilegio más noble y exigente;

mas, muerto él, si existe algún vate notable

apreciaré su estilo; en él, su verso amable.”[32]