Señor de mis quereres, a quien por vasallaje
tu mérito asegura mi entera reverencia,
ahora te remito escrito este mensaje,
que muestra mi respeto, y no mi competencia.
Tan grande es el respeto que así mi pobre ingenio
tal vez esté desnudo, sin voz para expresarlo,
si bien de ti espero que un noble pensamiento
nacido en tu alma permita arroparlo,
hasta que aquella estrella que guía mi andanza,
propicia me señale con favorable aspecto,
y vista con ropajes mi entrega desastrada,
para mostrame digno de tu cortés afecto.
De cuánto yo te aprecio podré después jactarme;
mientras, seré modesto, no vayas a probarme.[26]