¿Podría compararte a una primavera
si en ti es más constante y grácil la hermosura?
En mayo rudos vientos agitan tiernas yemas,
y el plazo de ese tiempo un breve instante dura.
El ojo de los cielos a veces se ilumina,
y a veces se oscurece su gran fulgor dorado,
y aun lo más hermoso algún día declina,
por la naturaleza, o el puro azar, ajado.
Mas no verás marchita tu eterna primavera,
ni perderás tampoco lo bello que en ti crezca,
ni alardeará la Muerte de que una sombra seas,
cuando en eternos versos tu nombre prevalezca.
Mientras respire un hombre y el ojo no lo impida,
tendrán vida estos versos, y te darán más vida.[18]