¡Si a ti te heredases! Pero, amigo, apenas
te perteneces mientras aquí tu vida dura.
Debieras prepararte, pues el final se acerca,
y transmitirle a otro esa gentil figura.
Así, esa belleza que tienes de prestado
jamás se extinguiría; entonces volverías
tú mismo nuevamente después de haber finado,
ya que a tu estirpe tu imagen legarías.
¿Quién deja que se arruine una tan noble casa,
si puede mantenerla en pie quien la gobierna,
frente al crudo invierno de vientos y borrascas
y al furor estéril del frío y muerte eterna?
¡Un pródigo tan solo! Caro amigo, sabes
que un padre tú tuviste: ¡que en hijo igual te alabes![13]